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Gabriela Rodríguez Rial: «Hay que volver a la Generación del 37 con menos prejuicios»

Gabriela Rodríguez Rial: «Hay que volver a la Generación del 37 con menos prejuicios»

La Generación del 37 es un grupo intelectual cuya centralidad en nuestra historia es indiscutible, así como tampoco es discutible la relevancia de Alexis de Tocqueville en la historia del pensamiento. Sobre este interesante cruce, Gabriela Rodríguez Rial ha centrado su último libro y sus más recientes reflexiones.

Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Esteban Echeverría, Félix Frías, Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López y Juan Bautista Alberdi.A pesar de que Tocqueville en el fin del mundo (Miño y Dávila, 2023) es su primer libro como autora exclusiva, Gabriela Rodríguez Rial ya lleva muchos años escribiendo y reflexionando sobre teoría política, sociología de los intelectuales e historia de las ideas. Profesora en la Universidad de Buenos Aires e Investigadora Independiente del CONICET, sus trabajos han intentado conjugar algunos autores de la teoría política clásica y, al mismo tiempo, su recepción, difusión y resignificación en nuestro país.

Su último libro, justamente, intenta hacer eso. Parte de un intelectual y teórico político de indiscutido renombre y relevancia, el francés Alexis de Tocqueville, para luego indagar su impacto en una de los grupos intelectuales (y políticos) más significativos de la historia de de nuestro país: la conocida como Generación del 37. Aunados en torno a intereses y preocupaciones comunes, este conjunto de hombres (y una mujer: María Sánchez) comenzaron a desandar una relación intelectual y política en tiempos de consolidación del rosismo. Con un ojo puesto en Europa, de donde obtuvieron muchas y diversas lecturas, y otro enfocado en las experiencias de otros países del nuevo mundo, como Chile o Estados Unidos, estos hombres desarrollaron una actividad que tornó de la crítica al activismo, para luego consagrarse, en la mayoría de los casos más célebres, a la actividad política.

Con una mirada de conjunto, pero también sobre sus más destacados miembros (Sarmiento, Alberdi, Mitre, López, Gutiérrez, Frías y Echeverría), Rodríguez Rial recorre a esta renombrada Generación a partir y en torno a la lectura e influencia de Tocqueville. Los tópicos comunes, desde la democracia a la religión, así como las coincidencias en sus trayectorias y perfiles, permiten a la autora trazar esta conexión y reflexionar sobre las preocupaciones que compartían estos hombres. El análisis político, una ciencia política en ciernes, así como la inquietud por sentar las bases de una nación próspera y pacífica.

Sobre su último libro, conversamos con Gabriela Rodríguez Rial para La Vanguardia. La figura de Tocqueville, su influencia entre los intelectuales argentinos, la importancia de la Generación del 37 y un largo etcétera. Tópicos y figuras que hunden sus raíces en el pasado, pero que, como se observa de forma cotidiana, siguen formando parte de nuestro debate público.

La primera pregunta, que respondés de algún modo en el libro, es: ¿Por qué de todas las influencias intelectuales que compartieron y modelaron a la Generación del 37 elegiste a Alexis de Tocqueville? ¿Por qué, como señalás, su obra fue tan relevante y lo sigue siendo?

De todas las influencias intelectuales que compartieron los miembros de la Generación de 1837 elegí a Tocqueville por tres motivos. Primero, es una de las pocas lecturas que se preserva desde los años juveniles hasta la madurez o la vejez. En todas sus trayectorias vitales, leen a Tocqueville. Segundo, su concepción de la democracia como estado social les da una noción clave para interpretar la sociabilidad política argentina después de la revolución de mayo. Tercero, Tocqueville les enseña un modo de hacer análisis político, con métodos, procedimientos, pero también problemas y sensibilidades, que se podría calificar como una ciencia política para un mundo radicalmente nuevo.

Y Tocqueville fue y es relevante, porque planteó un desafío que sigue vigente para la ciencia política: comprender la democracia moderna, que no es solamente en régimen político, sino una forma de vida, sustentada en la fenomenología de la igualdad (el sentirse iguales, aunque física o materialmente no lo seamos).

«Lo que sí se puede decir es los miembros de la Generación de 1837 leían a los europeos con lentes sudamericanos, y en eso, tal vez eran más originales que algunos pensadores y pensadoras contemporáneos que denuncian el colonialismo sin romper el colonialismo intelectual a la hora de plantearse interrogantes propios».

¿Qué implicaba ese programa de una Ciencia Política para el nuevo mundo o, en otro sentido, para las jóvenes repúblicas democráticas? ¿Por qué este proyecto tuvo tantas resonancias y derivas en la Generación del 37? ¿Qué es lo que era tan urgente comprender?

En ese programa una ciencia política para un mundo nuevo implicaba entender a la democracia como un estado social, producto de la ruptura revolucionaria con las sociedades de antiguo régimen, donde la igualdad desplazaba a la jerarquía. Esto no quiere decir que se tratara de una igualdad en términos económicos, pero sí se reconocía la igualdad natural entre los seres humanos como un rasgo fenomenológico. En las jóvenes repúblicas sudamericanas era necesario comprender qué implicaba la revolución democrática que había nacido de manera contemporánea, aunque no necesariamente deseada por las elites, con la revolución de mayo. Las guerras de la independencia y las luchas civiles habían activado políticamente a la sociedad, especialmente a los sectores populares, pero no se había logrado canalizar esa participación institucionalmente, ni organizar, con una constitución, una orden político nacional unificado.

La Generación de 1837 recurre a Tocqueville para explicar lo que a sus ojos es el fracaso sudamericano: no haber podido conciliar la sociabilidad democrática con el régimen político representativo (gobiernos fundados en el consentimiento del pueblo pero no en el ejercicio directo de la soberanía popular) en una república de gran extensión, ordenada, pacífica y tendiente al progreso material de sus habitantes. Lo urgente de comprender era, porque, a diferencia de los Estados Unidos, las jóvenes repúblicas sudamericanas no pudieron conciliar la sociabilidad democrática con un sistema político estable. Es decir, lograr que el gobierno representativo organice políticamente las pasiones democráticas de una sociedad cuya pasión principal es la igualdad y cuyo dogma político, la soberanía del pueblo

Hay un detalle que vos señalás, en apariencia contradictorio o en tensión, entre el marcado europeísmo de la Generación del 37, muy proclive a leer, imitar e incluso plagiar a autores consagrados del viejo continente, y su indiscutible originalidad: ¿Cómo procesaron esas dos aristas los autores más relevantes de ese grupo? ¿Hay autores en que predomina una u otra? ¿Hay momentos en que predominó más una que otra?

Es cierto que la Generación de 1837 recurrió a la copia y al plagio, pero en ese momento no había criterios tan rígidos como en el campo científico actual para citar la producción de otros. Casi todos, por no decir todos, era europeístas, no muy pro-hispánicos (sobre todo en su juventud), admiradores de Francia e Inglaterra, y algunos como Sarmiento, se enamoraron, gracias a Tocqueville y por haber vivido en ese país, de los Estados Unidos. Sin embargo eran conscientes que su realidad era otra, y que para transformarla, primero había que comprenderla.

Sarmiento seguramente fue el más radical, al juzgar el atraso civilizatorio de las pampas argentinas. Alberdi creía que todo lo bueno venía de Europa, pero analizaba de modo más realista la relación entre el campo y la ciudad en la América del Sur posterior a la caída del virreinato del Río de la Plata, y llegó a defender el americanismo rosista. Mitre era un nacionalista avant la lettre,: inventó que la nación argentina nació en 1810, cuando lo que existía en ese entonces eran pueblos se auto-organizaron cuando entró en crisis la monarquía española a principios del siglo XIX. Lo que sí se puede decir es los miembros de la Generación de 1837 leían a los europeos con lentes sudamericanos, y en eso, tal vez eran más originales que algunos pensadores y pensadoras contemporáneos que denuncian el colonialismo sin romper el colonialismo intelectual a la hora de plantearse interrogantes propios.

 

En el análisis y la recuperación de la Generación del 37 y sus miembros más destacados hay una explícita recuperación de su obra y pensamiento como pioneros de la Ciencia Política: ¿Por qué considerás que es necesaria esta reivindicación? ¿Hay cierto complejo que nos ha llevado a soslayar su aporte y originalidad?

Creo, como decís, que no somos capaces de ver a la Generación de 1837 como pioneros de la Ciencia Política, a causa de un prejuicio cientificista, o mejor dicho por una concepción positivista o conductista de la disciplina que se ocupó más por describir conductas que por comprender el sentido de las acciones políticas. En la senda de Tocqueville la Generación de 1837 se propuso comprender la política argentina para intervenir en ella. No resignó el uso de tipos ideales (Sarmiento casi es un precursor de Weber en eso), puso en valor la importancia de la historicidad de los fenómenos sociales (Mitre y López), demostró interrelación entre las instituciones y las costumbres (Alberdi), analizó a la religión como fenómeno político (Frías, pero los demás también) e hizo de la construcción de archivos, instituciones y redes una tarea educativo científica (Gutiérrez). Entiendo que su concepción de la Ciencia
Política comprensiva es más actual que la de muchos colegas contemporáneos que siguen aferrados a la «encuestomanía» que no explica ni predice nada. Seguro que Sarmiento y Mitre, si hubiesen tenido encuestas en su época de políticos prácticos, habrían recurrido a ellas. Pero, lo hubieran hecho con la conciencia que sólo se puede entender los resultados de una análisis de este tipo en un marco más amplio. Por ello, la importancia que daban a la sociabilidad, es decir las relaciones sociales que caracteriza a una sociedad específica, la Argentina, en un momento tiempo histórico específico. Y esa sociabilidad se comprende mejor conociendo el pasado, analizando el presente y proyectando un porvenir.

Uno de los aspectos que comparte Tocqueville con sus seguidores en el Río de la Plata es la relación estrecha que existe entre un proyecto intelectual, tanto descriptivo como prescriptivo, y la actividad política: ¿Cómo se desenvolvieron estas aristas, a veces contradictorias, de este proyecto? ¿La Generación del 37 estaba unida por sus ideas y se separó por las divergencias de la política concreta? ¿O esas diferencias ya estaban en ciernes?

Justamente una de las mayores tensiones que tuvo que enfrentar la Generación de 1837 fue cuando tuvo la posibilidad de concretar su proyecto de nación para el desierto Argentino (parafraseando a Halperín Donghi) luego de la caída de Rosas. Las diferencias personales e intelectuales que siempre existieron. Por ejemplo, Sarmiento priorizaba las explicaciones deterministas, pero, además de ser personalista en todos los aspectos de su vida, no sólo la política, creía en la necesidad de fortalecer el civismo republicano de la ciudadanía mientras que Alberdi era más relativista e institucionalista, creía que la acción política era necesaria al fundar un orden pero luego debía quedar subordinada a las libertades civiles y la autorregulación económica. Ahora bien, tras Caseros, surge una gran división entre los que apoyan la Confederación de Urquiza (Alberdi, Gutiérrez, López)y la causa porteña (Mitre, Sarmiento, Frías con más ambivalencias) y entre quienes de tener un lugar periférico en la Generación pasaban a ocupar lugares centrales (Mitre y Sarmiento) y quienes se sienten desplazados (Alberdi y López) Todo eso generó recelos y resentimientos, políticos y personales, que son interesantes para dejar de lado cierto prejuicio que idealiza a esta generación de intelectuales y político contrastándolos con los políticos y políticas contemporáneos.

Tal vez sea algo reduccionista afirmar que las ideas los unían y las política los separó. Los unían también vínculos interpersonales (relaciones de amistad), instituciones (compartir espacios como salones, bibliotecas, universidades) e incluso personas. Echeverría y Cané, muertos prematuramente eran figuras de unión, y Gutiérrez fue el que mantuvo los vínculos entre los dos grupos separados por cuestiones políticas, porque siempre fue el núcleo de las redes de amistad y un creador de instituciones. Esos vínculos, forjados en la juventud, entran en crisis, cuando maduran intelectual y políticamente. Desde el inicio el proyecto de nación de la Generación de 1837, aunque se inspiraba en la concepción tocquevilliana de la democracia, tenía sus diferencias. Sarmiento, con Echeverría, defendía una nación cívica, de raíces republicanas, que tenía como centro la educación del pueblo soberano. Alberdi siempre prefirió una nación civil, y con más libertades personales que políticas. Algunos tenían un odio visceral por los caudillos, otros los entendían como líderes de las campañas pastoras que eran la fuente de progreso del futuro país más que las ciudades (aquí se oponen Alberdi por un lado, y Mitre y Sarmiento, por el otro). Quizás el sueño que compartieron no fue la nación argentina, unidad y consolidada institucionalmente en un gobierno representativo estable, sino el deseo, no realizado en forma individual (era un proyecto personal de Echeverría) pero sí de manera colectiva, de escribir la versión sudamericana de La Democracia en América de Tocqueville.

Son muchos los autores que reconocen la peculiar idiosincrasia de este grupo generacional y su enorme impacto político e intelectual: ¿Resulta tan excepcional como señalan, entre otros, Botana o Halperin Donghi? Si es así, ¿en qué reside esa excepcionalidad?

Retomo lo que dije en la última pregunta, la Generación de 1837 fue original y no fue original respecto de otras generaciones políticas e intelectuales “argentinas” (es anacrónico usar este gentilicio antes de los románticos rioplatenses, es decir la Generación de 1837, aunque conservaban un iluminismo de fines como diría Alberini) que los precedieron y los sucedieron como la Generación de Mayo, la unitaria, la de 1880 o los setentistas. Su originalidad radica, al menos para mí, en la manera en que crearon una sociabilidad bastante institucionalizada donde compartían lecturas, diagnósticos y propuestas para la sociedad argentina posrevolucionaria.

También se destacan, y esta sí es mi hipótesis personal, por el hecho de que leyeron muy bien a Tocqueville y se animaron a apropiarse de sus planteos, con audacia y originalidad. Para mí fueron mucho mejores lectores de Tocqueville que otros contemporáneos, europeos o estadounidenses. Incluso sus lecturas compiten con los mejores intérpretes que tuvo el auto de La Democracia en América en el siglo XX y hasta en nuestros días. Se parecen a los demás generaciones políticas argentinas en que a la hora de concretizar su proyecto en acción política, tuvieron que hacer concesiones y los desacuerdos, siempre presentes, se hicieron más patentes, desencadenándose una competencia interpersonal por el prestigio feroz.

«La Generación de 1837 recurre a Tocqueville para explicar lo que a sus ojos es el fracaso sudamericano: no haber podido conciliar la sociabilidad democrática con el régimen político representativo (gobiernos fundados en el consentimiento del pueblo pero no en el ejercicio directo de la soberanía popular) en una república de gran extensión, ordenada, pacífica y tendiente al progreso material de sus habitantes».

Insistís en el libro en la enorme vigencia del pensamiento de Tocqueville y, por añadidura, de los miembros de la Generación del 37: ¿En qué reside esta vigencia? ¿Deberíamos discutirlos con más asiduidad y profundidad, despojarlos de la solemnidad del bronce?

Exactamente esa es la propuesta del libro. Volver a la Generación de 1837 con menos prejuicios, quienes se sienten liberales, podrán ver en ellos las tensiones y contradicciones de esta generación política. Quienes se identifican como nacional populares, si los leen con atención se darán cuenta que son algo más que elitistas antidemocráticos. Y respecto de Tocqueville, se podría decir algo parecido. Su comprensión de la democracia como una forma sociopolítica donde priman la igualdad y la soberanía del pueblo es muy potente para entender la política actual. Y dentro de esa reflexión la relación que establece entre la libertad personal y la libertad política es más que interesante en el mundo contemporáneo donde se habla mucho de libertad pero quienes más la nombran defienden la tiranía el individuo y esto, lo digo yo, no sé si Tocqueville acordaría con mi punto de vista en un ciento por ciento, el despotismo del mercado que confunde consumir con sentirse libre. También creo que Tocqueville y los miembros de la Generación de 1837 son maestros a la hora de enseñar cómo analizar la política, por eso, deberían enseñarse en las carreras de ciencias sociales no como figuras prehistóricas sino como padres fundadores de este tipo de disciplinas-

Se ha dado en el último tiempo una recuperación muy explícita de la figura de Alberdi por parte de algunos sectores políticos, así como también Sarmiento en algunas oportunidades: ¿Qué opinión y análisis te merecen estos “usos” ideológicos? ¿Qué faceta de ellos es recuperada y cuál es soslayada?

Los usos de la historia son siempre polémicos, pero no por ello dejan de ser interesantes y efectivos. De hecho, Alberdi se pelea en sus Escritos póstumos con Sarmiento pero sobre todo como Mitre, porque los acusa se hacer un uso electoralista de la historia de los héroes de la independencia. Martín Kohan escribe una bella frase en El país de la guerra para sintetizar la polémica: “Porque en definitiva la visión de Mitre prevaleció sobre la de Vicente Fidel López, tenemos una historia de héroes. Y porque prevaleció sobre la de Alberdi, tenemos una historia de héroes de guerra”. Sin embargo, yo creo que los políticos y políticas que usan la historia, aunque la tergiversen, son más interesantes y entretenidos/as que quienes no lo hacen.

En el caso de Alberdi, además de haber sido citado con fruición por Elisa Carrió allá por el 2007, y que el ex presidente Macri lo tomó como un modelo para su defensa de la figura del emprendedor, actualmente aparece como una figura de referencia de los jóvenes republicanos libertarios. ¿Qué pensaría Alberdi? Ciertamente no lo sé. Creo que se sentiría contento con que haya quienes retomen su prédica contra la omnipotencia del Estado por considerarlo un enemigo de la libertad individual, pero les recordaría que el poder político es necesario para fundar un orden político estable. Al presidente Macri le hubiera reprochado el privilegio de su fortuna heredada. Para Alberdi el mérito se lo ganaba uno mismo no se heredaba. Una de sus peleas con Sarmiento fue por eso: le dijo que era un falso republicano, porque se pasaba haciendo alarde de su árbol genealógico.

Respecto de Sarmiento, y esta es una opinión bastante polémica y que en general no comparten ninguno de los actores políticos a los que voy a implicar, yo pienso que, aunque el ídolo histórico de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner sea Belgrano, ella es bastante sarmientina. Primero, es hija del sistema escolar que creó Sarmiento y discurre políticamente como una maestra normal nacional. Baste recordar que el autor de Facundo creo ese cuerpo docente con maestras importadas de otras latitudes (me permito recomendar sobre el tema el excelente libro de Laura Ramos, Las señoritas). Segundo, su ethos profesoral al construirse como figura pública es muy sarmientino, y su modo personal de construcción política también. Ambos son personalistas y orgullosas/os de sí mismas/os, de sus obras políticas, y sus legados. Pero el revisionismo cristinista y su defensa de Rosas, harían revolcar Don Domingo de la tumba. Y el peronismo, no del primer Perón que le puso a uno de los ferrocarriles estatizados su nombre, se construyó sobre el odio al Sarmiento que inventó la dicotomía entre civilización y barbarie, que los antiperonistas transformaron en «libros no, alpargatas sí», y más recientemente «república versus populismo». Entonces, seguro que suena extraño decir que una lideresa peronista es sarmientina, pero yo creo que CFK, le guste o no, lo es.

QUIÉN ES

Gabriela Rodríguez Rial es politóloga, doctora en Filosofía (Universidad de Paris 8) y Doctora en Ciencias Sociales de la UBA, donde es profesora de grado y posgrado. Investigadora del CONICET y del IIGG.

Ha sido compiladora de República y Republicanismos. Conceptos tradiciones y prácticas en pugna (2016) y co-autora de Hobbes, el hereje (2018), entre otros títulos. También ha escrito y publicado numerosos artículos académicos sobre teoría política e historia de las ideas.

El futuro en bici

El futuro en bici

Un invento del siglo XIX puede ser la mejor herramienta con que cuentan las ciudades para una transformación sostenible, generando núcleos urbanos menos ruidosos, sin emisiones y con poblaciones saludables.

Arquitecto Andrés Borthagaray, Presidente de FURBAN.

La Vanguardia digital dialogó con el Arquitecto de la UBA Andrés Borthagaray presidente de FURBAN (Fundación dedicada al medioambiente, el espacio y el diseño de la movilidad y la gobernabilidad) sobre la extensión del uso de la bicicleta, cuáles son sus ventajas, cómo es la adaptación de las ciudades y del transporte público y la necesidad de proteger tanto al ciclista como al peatón.

¿Qué elementos favorecen el uso de la bicicleta en la ciudad?

El uso se ve favorecido cuando existe una masa crítica, una percepción de seguridad, infraestructura protegida para circular y estacionar tanto en ámbitos públicos como privados. También la disponibilidad de bicicletas públicas en una serie de ciudades. La reducción de velocidades máximas también favorece su uso, varias ciudades han adoptado 30 km/h en la mayor parte de su red de calles y avenidas.

Es saludable porque ofrece una cuota diaria de ejercicio, es un antídoto contra la sedentariedad y no genera efectos negativos como los escapes. 

¿Qué beneficios reporta su uso?

Junto a la caminata es la forma más saludable, eficiente e inclusiva de desplazarse. Trae beneficios ambientales, es compatible con una red de transporte público de capacidad para las distancias más largas. Es saludable porque ofrece una cuota diaria de ejercicio, es un antídoto contra la sedentariedad y no genera efectos negativos como los escapes. 

Es eficiente porque a diferencia de un auto no necesita desplazar más de una tonelada para mover el peso de una o dos personas o de cargas livianas, ni ocupa más de doce metros cuadrados de espacio urbano crítico cuando está estacionada. 

Es inclusiva porque es mucho más accesible, aún para un rango de edad mucho mayor. En algunos países, como en Japón, desde la perspectiva de género, la bicicleta muestra que también puede ser más inclusiva.

¿Existen proyecciones en cuanto al crecimiento de uso de bicicleta como medio de transporte urbano en Argentina?

Ha venido creciendo, aunque está muy por debajo de lo que ha ocurrido en otros países. 40% en países de uso más consolidado, como Países Bajos o Dinamarca, 10% en Francia e Inglaterra, un 4% que cuesta afirmar en algunas zonas urbanas. Pero la experiencia de otros países muestra que es posible aumentar significativamente la parte en el total de viajes.

¿Hay corrientes urbanísticas o diferentes teorías para la adaptación de la ciudad al uso masivo de la bicicleta?

En primer lugar, hay un mandato frente al cambio climático. Los acuerdos internacionales firmados en París en 2015, suscriptos por más de 160 países, entre ellos la Argentina, comprometen metas de reducción de emisiones e involucran planes nacionales y locales para su cumplimiento. En ese sentido, la promoción de la marcha, la bicicleta y el transporte público sustentable se inscriben dentro de las acciones necesarias. En segundo lugar, los efectos espaciales de haber intentado adaptar las ciudades al automóvil, el consumo de espacio y la forma de desarrollo urbano que trae aparejada han puesto en crisis ese modelo de ciudad. La bicicleta es compatible con ciudades de mayor interacción a mayor proximidad. Y en tercer lugar, las teorías urbanas y las políticas públicas han comenzado a articularse con distintos grados de éxito.

La OMS señala que a partir de una reducción de la velocidad máxima a 30 km por hora las condiciones para circular con seguridad para los ciclistas son mayores, aún sin separación física tan estricta.

Las ciudades Argentinas vienen experimentando un crecimiento en cuanto a la instalación de ciclovías y bicisendas. ¿Podría definir similitudes y diferencias entre ambos conceptos?

En definiciones públicas una ciclovía es una infraestructura exclusiva y especializada para ciclistas. Las Ciclovías forman parte de una Red de Vías Protegidas. Su traza se encuentra ubicada sobre la calzada, delimitada por separadores físicos. Una bicisenda es una infraestructura exclusiva y especializada para ciclistas, que a diferencia de una ciclovía, se implanta sobre veredas, parques, plazas y en relación a vías peatonales separadas de la calzada.

También es importante recordar que la OMS señala que a partir de una reducción de la velocidad máxima a 30 km por hora las condiciones para circular con seguridad para los ciclistas son mayores, aún sin separación física tan estricta. En varios casos se ha utilizado al propio lugar de estacionamiento como un fuelle para separar el flujo vehicular del espacio de circulación de bicicletas, dejando un espacio entre la franja de estacionamiento (contemplando apertura de puertas) y la vereda.

Ese crecimiento de infraestructura para transporte en bicicleta ¿es planificado o caótico?¿Qué dificultades presenta?

Se ha tendido a planificar, aunque también surge de reivindicaciones de colectivos de ciclistas y del activismo ambiental que juegan un rol muy importante. En muchos casos los comienzos son traumáticos, hay resistencia de automovilistas, comerciantes, e inclusive peatones que se sienten amenazados cuando no se respetan los cruces. En general los conflictos se tienden a superar con el tiempo. El principio de respetar siempre al más vulnerable es muy importante.

Teniendo en cuenta la diversidad geográfica y de tamaño de las ciudades Argentinas ¿Qué factores ambientales influyen en el fomento de la bicicleta como medio de transporte?

Obviamente, las cuestiones climáticas, geográficas y topográficas influyen. En las ciudades argentinas y en distintas partes del mundo donde se promueve la bicicleta. Pero también, a partir del uso de la bicicleta en ciudades con inviernos muy duros, como en los países nórdicos, queda demostrado que se pueden superar muchas adversidades.

¿El uso de la bicicleta genera nuevos problemas para la ciudad?

Creo que genera muchas más soluciones que problemas. Justamente por eso considero muy importante que se tomen todas las medidas para proteger a los ciclistas y que desde la bicicleta se fomente una cultura de respeto a las normas y de protección de los peatones. Si existen espacios bien preservados en las calles es un contrasentido que se circule en bicicleta por las veredas exponiendo a los peatones.

El mundo va en el sentido de reducir el lugar del automóvil. De hecho, está saliendo de producción el motor de combustión interna en un horizonte de 2030 o pocos años más en buena parte del mundo.

¿Por qué es tan resistida la convivencia de la bicicleta con otros tipos de movilidad, especialmente por quienes conducen automóviles?

El automóvil es un gran consumidor de espacio. No quiere competencia. Cuando aparece una zona reservada la reacción típica es de queja. Pero el mundo va en el sentido de reducir el lugar del automóvil. De hecho, está saliendo de producción el motor de combustión interna en un horizonte de 2030 o pocos años más en buena parte del mundo. Y aunque se produzcan vehículos eléctricos los problemas de congestión seguirán siendo graves. Pero es importante que las ciudades tengan políticas coherentes y no traten de disuadir por un lado al uso del auto y de estimularlo por otro con estacionamientos o infraestructura vial anacrónica.

¿Es posible pensar en un futuro prohibir la circulación de automóviles en las ciudades?

La política pública en varios países con alto grado de motorización va en el sentido de la restricción, especialmente en áreas centrales. O de gravar las externalidades negativas que genera. O bien de promover un uso compartido, lo más ineficiente es que los autos viajen con una sola persona o algo similar, el promedio de ocupación es de 1,3 en varias ciudades argentinas.

¿Es posible combinar el transporte público con el uso de la bici?

Claro que sí, es posible y necesario. En algunos casos para llevar durante el viaje, en otros con estacionamientos seguros y accesibles en puntos clave, o bien en formas de compartir carriles preferenciales de circulación en varias ciudades.

En muchos distritos del país se promueven leyes que regulen el uso de la bicicleta ¿Considera necesaria dicha legislación?¿Qué aspectos debería abordar?

Si, sobre todo la protección de quienes usan la bicicleta y la de los peatones. También la creación de condiciones de estacionamiento seguro. Pero en gran medida es clave la forma en que se legisla sobre el uso del automóvil y de la ciudad.

¿Por qué leer «Los estudiantes» de Víctor Mercante»?, entrevistas con Graciela Villanueva y Sergio Delgado

¿Por qué leer «Los estudiantes» de Víctor Mercante»?, entrevistas con Graciela Villanueva y Sergio Delgado

La edición de «Los estudiantes» del pedagogo Víctor Mercante ofrece una ficción, con toques de humor e ironía, que bien puede ser un contrapunto del clásico «Juvenilia» de Miguel Cané. Graciela Villanueva y Sergio Delgado, responsables de su publicación, comentan la importancia de este libro olvidado.  

La publicación de Los estudiantes de Víctor Mercante, pedagogo argentino y defensor del laicismo, en 2022, es una gran noticia. Editado conjuntamente por las universidades del litoral y de Entre Ríos, este libro ofrece un retrato ficcionado de la educación argentina de finales del siglo XIX, contrastante con otras obras célebres del mismo tenor. Aprovechamos esta ocasión y oportunidad para dialogar para La Vanguardia con Graciela Villanueva y Sergio Delgado.

Ambos profesores de literatura, con vínculos familiares con la ciudad de Santa Fe y que actualmente dictan clases en París. La reflexión se presenta en dos conversaciones sucesivas: en primer lugar, con la encargada de la introducción, cronología y notas del volumen, y, finalmente, con el director de la colección. Ambos nos ofrecen una mirada sobre la importancia de esta publicación en estos tiempos, sus tópicos y reflexiones.

GRACIELA VILLANUEVA: «CANÉ Y MERCANTE SON SOCIALMENTE MUY DIFERENTES»

Sergio Delgado me contó que trabajaste sobre el libro de Víctor Mercante en un momento especial de la pandemia. Me gustaría comenzar entonces por preguntarte sobre cómo te llegó la iniciativa y qué cuestiones se te presentaron a la hora de pensar y diagramar tu trabajo sobre el libro, que, en mi lectura, me resultó tan minucioso como inteligente.

El trabajo sobre Mercante había sido previsto como un proyecto de investigación para un semestre sabático que mi universidad me había otorgado entre febrero y julio de 2020. Mi idea era viajar a la Argentina y en particular a Paraná y encontrar en ese viaje, en el tiempo consagrado a la investigación y a la reflexión, las claves que me permitieran dar respuesta a la enorme cantidad de preguntas que el texto de Mercante me planteaba. Mi viaje comenzaba el 1ro de abril de 2020. Pero la pandemia hizo de las suyas y obviamente no pude cruzar el Atlántico. Encerrada en mi casa pero con tiempo para pensar y con la ventaja de no tener que andar haciendo cursos acelerados de enseñanza a distancia (ya que ese semestre el sabático me permitía no dar clase y consagrarme enteramente a la investigación), el trabajo sobre el libro de Mercante se convirtió en el eje que organizaba cada uno de mis días. Así fue como se multiplicaron las consultas por mail, teléfono o whatsapp con colegas y amigos de uno y otro lado del Atlántico. Cada día tenía su enigma y las hipótesis para resolverlo venían de ámbitos totalmente diferentes.

Por no citar más que algunos ejemplos, diré que la dialectología, la geografía e incluso una guía de turismo ecológico por el norte de Italia fueron los instrumentos necesarios para entender de dónde venía exactamente la familia Mercante, la historia de los transportes fluviales del litoral argentino me hizo falta para entender qué era “el Pingo” y la física, la química, la matemática, la biología o la teoría musical para comprender la enorme cantidad de referencias de la novela. Y también fue necesario buscar información sobe la ópera italiana (cuyos versos cita el narrador una y otra vez), la cultura popular de fin del siglo XIX (indispensable para entender algunas referencias hoy totalmente incomprensibles), la filosofía, la lexicología, la pedagogía, la historia, la historia argentina, la historia de Paraná en el siglo XIX, etc. etc. etc.  Resulta imposible citar todas las disciplinas que fueron necesarias para acercarme a un desciframiento más o menos completo del texto de Mercante. La clave fundamental fue, por supuesto, la literatura, ya que Los estudiantes es ante todo una obra de ficción, una obra que echa mano a los recursos de la época de Mercante, pero les da una inflexión particular gracias a la distancia irónica que el escritor mantiene con lo que escribe en cada página de esta novela. Cabe destacar que esta ironía está completamente ausente en sus memorias, cuyo título es Una vida realizada, un libro publicado después de la muerte del autor, más de treinta años después de Los estudiantes. Mercante escribió dos textos autobiográficos, pero el recurso a la ficción en Los estudiantes le dio una libertad que de otro modo nunca se hubiera permitido.

Ahora bien: ¿por qué Mercante? La iniciativa había venido de Sergio Delgado, director de la colección El país del sauce y colega mío en la Universidad Paris Est-Créteil. Cuando leí por primera vez Los estudiantes, me di cuenta que había allí un trabajo por hacer, un trabajo para un especialista en literatura. Porque aunque Mercante era un pedagogo, aunque el libro hable de la Escuela Normal de Paraná y de la historia de la formación de los maestros argentinos a fines del siglo XIX, y aunque la trama de la novela se entienda en sus grandes líneas desde la primera lectura, ese libro necesitaba el trabajo crítico de un especialista en literatura y en lenguas para ser leído como creo que merece ser leído. Ese fue el objetivo de los meses consagrados a Los estudiantes y ese es el objetivo de la edición que proponemos.

Las cuestiones que se presentaron a lo hora de diagramar el trabajo fueron muchas y de muy diferente índole, desde descifrar en qué lengua estaba escrita la carta que uno de los estudiantes le envía a un amigo que vive en Italia hasta entender el significado de algunos términos que no figuran en ningún diccionario o saber qué personajes se esconden detrás de algunos nombres propios que hoy no nos dicen nada. Para mí también fue importante entender de dónde venía exactamente Mercante y no sólo entenderlo, sino también visualizarlo. Al enterarme de que el padre del escritor había nacido en el Piamonte, me propuse identificar el lugar de origen. Esto me llevó a la hidrografía piamontesa (para entender qué era el “valle del Besante” de la infancia del narrador) y a la ortografía de los topónimos de la región (para entender que el Zebbedazzi evocado en las memorias de autor es el Zebedassi de hoy). Un poco más tarde el cruce entre una guía de agroturismo y la consulta de Google Maps me permitió constatar que en el punto exacto donde vivió el padre de Mercante (cuyos antepasados, según cuenta el narrador, eran llamados “los Merlines”) hay un hotel que se llama “La Merlina”. Un intercambio de mails hizo el resto, como lo cuento en la nota al pie de mi artículo introductorio: ese hotel se llama así como homenaje a aquellos antepasados del siglo XIX.

«Porque aunque Mercante era un pedagogo, aunque el libro hable de la Escuela Normal de Paraná y de la historia de la formación de los maestros argentinos a fines del siglo XIX, y aunque la trama de la novela se entienda en sus grandes líneas desde la primera lectura, ese libro necesitaba el trabajo crítico de un especialista en literatura y en lenguas para ser leído como creo que merece ser leído. Ese fue el objetivo de los meses consagrados a Los estudiantes y ese es el objetivo de la edición que proponemos».

¿Podés contarnos brevemente de que trata el texto de Mercante y en qué clima literario se inscribe?

En principio es una “estudiantina”, una novela que cuenta la vida en la Escuela Normal de Paraná, y está estructurada en cuatro partes. Las partes 1, 3 y 4, tienen 10 capítulos. La segunda parte, en cambio, tiene 20 capítulos. Teniendo en cuenta que lo que se narra es la vida de un grupo de estudiantes durante cinco años de estudio lo más lógico sería tener cinco partes con 10 capítulos cada una. Pero como la primera edición, revisada por el mismo Mercante, se estructura así, decidimos respetar lo que el autor quiso y no modificar esta organización. La primera y la cuarta parte están organizadas de manera más cronológica. Las dos partes centrales tienen un orden más aleatorio. En la primera parte se cuenta el primer año de estudios, la llegada a Paraná del narrador, Federico Scanavecchia, que es un seudónimo, los primeros contactos, las malas notas que tiene al comienzo, el cambio de actitud y su relación con la persona con la que se aloja, que se llama Rastelli y que también es italiano. En la segunda parte, que es la más larga, se cuenta el segundo año de estudios, la mudanza, los primeros contactos con mujeres, se caracteriza a los personajes más importantes y se cuentan diversos episodios que alternan bromas, diversiones, sesiones de estudio, espiritismo, exámenes. La tercera parte narra los amores del personaje, una vuelta a su casa durante las vacaciones, la visita de Bartolito Mitre a Paraná, y entre otros episodios típicos como el robo de naranjas durante una salida campestre de los estudiantes. Y en la cuarta y última parte –ya están en quinto año de estudio– se cuenta un episodio en el que los estudiantes de rebelan contra los deberes que les hacen hacer y entonces son suspendidos. Aparecen también otros personajes y se cuentan episodios de galanteo. Y termina con los discursos en la fiesta final de egresados y la despedida.

Este es el relato, con episodios típicos de una estudiantina. El contexto en el que se inscribe la novela está marcado ideológicamente por los debates de una época que se caracterizaba por la dicotomía sarmientina de “civilización o barbarie”. Esta dicotomía comenzó a hacer agua cuando los supuestos “civilizados”, los europeos que iban a poblar América, en la realidad cotidiana eran rechazados y comenzaron a considerarse como la barbarie. Hay que destacar que en el contexto inmigratorio hubo momentos de xenofobia, en particular anti-italiana. Y aquí tenemos un texto escrito por un descendiente de italianos y respecto a un colegio donde muchos de los compañeros del protagonista tienen el mismo origen. No es casual que sea así porque es una de las corrientes de inmigración más importantes. La época, además, es la de la expansión del positivismo y de los debates sobre el ateísmo y el darwinismo.

Son elementos que considero en el trabajo crítico. Aquí el contexto literario tiene mucho que ver con lo social. Es una literatura que no puede quedar al margen de los enormes cambios que está viviendo el país. Es decir: el contexto de la inmigración masiva. Lo interesante aquí es que quien toma la pluma es alguien que viene de una familia de inmigrantes italianos.

Me resultó muy iluminador tu análisis paralelo entre Mercante y Cané, entre Los estudiantes y Juvenilia. Quisiera que nos cuentes las cuestiones en que estas obras se asemejan y aquellas otras en las que se diferencian.

Como lo destaco en la introducción, Los estudiantes es una ficción autobiográfica. Sergio Pastormerlo trabaja la autobiografía en Cané y hace una reflexión que me resultó muy interesante: señala que el género autobiográfico, en Cané y los hombres de su generación, revela, más que una opción, una imposibilidad. Pastormerlo ve en la opción por la autobiografía y por su “pacto de verdad” el resultado, no de una elección sino de la imposibilidad de acceder a la ficción. En cambio Mercante accede directamente a la ficción. Elige escribir una novela autobiográfica cuyo personaje no se llama Víctor Mercante. Tiene otro nombre y además se desdobla en varios personajes.

Los clásicos del 80 –dice Pastormerlo– sólo pueden escribir sobre sí mismos, carecen de la posibilidad de acceder a la “impersonalidad” necesaria para ir más allá de este límite. Y esto sucede en una época en que la novela moderna se afirma claramente en “una moral distinta a la moral burguesa y anticuadamente aristocrática de Cané”. La imposibilidad de la ficción es, entonces, según Pastormerlo, una limitación en Cané y los hombres del 80. Sin embargo, Cané escribe. Pero escribe porque tiene un círculo de amigos que va a leerlo. Dice Pastormerlo: “Cané, en 1884, es un escritor sin nombre que, según la mirada de Sainte-Beuve, no debería publicar Juvenilia, y, al mismo tiempo, porque su nombre es Miguel Cané puede publicar ese libro y hasta confiar en que el tiempo lo convierta en un clásico”.

Frente a esto, la posición de Víctor Mercante es completamente distinta. Mercante no aspira a convertirse en un clásico. Por eso se puede llamar Scanavecchia que significa, más o menos: “sin un mango”. Su lugar en la sociedad le da absoluta libertad para internarse en la ficción y multiplicarse en diversos personajes. Y proponer en su novela innovaciones que hasta el día de hoy no han podido ser leídas. Frente a esa estética aristocrática que Josefina Ludmer subrayaba en la obra de Cané, en Mercante hay una profusión de elementos heterogéneos, una mezcla abigarrada de cosas diversas y hasta cierto barroquismo. En ese entusiasmo creativo y cultural desbordante, en una persona a quien la educación le había abierto un mundo, Mercante muestra su originalidad.

Sabemos, además, que Cané y Mercante son socialmente muy diferentes. Cané es el portavoz de los jóvenes elegantes, inteligentes y cultos del Buenos Aires civilizado. Mercante en cambio es un hijo de inmigrantes pobres, con una madre analfabeta y un padre que aprendió a leer cuando ya era adulto. Poco antes de su ingreso a la Escuela Normal de Paraná, Mercante apenas hablaba español. Y si pudo hacer estudios fue porque se ganó una beca y si quiso hacer estudios fue para acceder a un trabajo estable. Esto nos lleva a pensar en la diferencia entre el Colegio Nacional de Buenos Aires y la Escuela Normal de Paraná.

Lo que constato de ese momento, es decir el momento de la escritura de Los estudiantes, es que la escuela de Paraná, fundada por Sarmiento, le dio a Mercante una posibilidad que no hubiera tenido de otro modo. En este sentido la institución, en el contexto argentino de las últimas décadas del siglo XIX, representó una propuesta progresista respecto de cierto tradicionalismo elitista del colegio Nacional de Buenos Aires. Este colegio tuvo rectores renovadores, como Amadeo Jacques, así lo muestra Cané, pero la institución cargaba con el peso de una educación muy tradicional marcada por la iglesia. Poco antes del ingreso de Cané, el colegio estaba dirigido por un sacerdote, José Eusebio Agüero. Fue el rector del llamado colegio eclesiástico. Y fue el primer rector del Colegio Nacional de Buenos Aires cuando fue refundado por Mitre en 1863, que es cuando ingresa Cané.

Otra diferencia entre Cané y Mercante es el humor. Aunque en Juvenilia hay escenas divertidas, no existe para nada el humor corrosivo y, sobre todo, el humor hacia sí mismo, la autocrítica, que predomina en Los estudiantes.

«Cané es el portavoz de los jóvenes elegantes, inteligentes y cultos del Buenos Aires civilizado. Mercante en cambio es un hijo de inmigrantes pobres, con una madre analfabeta y un padre que aprendió a leer cuando ya era adulto. Poco antes de su ingreso a la Escuela Normal de Paraná, Mercantes apenas hablaba español».

En una línea del poema inicial o de presentación de Los estudiantes, se afirma: “Tiempos de la edad descontenta, soñadora y chacotona”. ¿Podes explicar cómo juegan esos tres vocablos en Los estudiantes? En relación con el humor resaltás en particular el análisis de Amaro Villanueva.

Creo que el aspecto soñador y “chacotón” están muy presentes en el texto. Refleja la imaginación, el descontento y también una especie de rebeldía de los estudiantes, de un grupo, y por eso está bien puesto el título en plural. Amaro Villanueva titula su prólogo: “Los cuatro postes de la chacota”. Y creo que es muy importante comprender los diferentes niveles del humor en la novela. Un humor que por un lado es un humor lingüístico, por otro lado es un humor paródico, intertextual (la parodia se apoya en un texto previo), y hay también el humor típico de situaciones graciosas.

Podemos recordar alguna de las escenas más divertidas. Por ejemplo hay una situación donde el narrador dice un disparate sobre Jerjes, a quien confunde con Temístocles. Entonces presenta a Jerjes como un general victorioso de los persas en Salamina y dice que cuando entraron sus hombres en Atenas las mujeres se refugiaron en la catedral. Todo esto hace reír mucho a sus compañeros que en cierto modo lo consideran “un bárbaro” y tendrá que trabajar mucho para remontar esa reputación. Otra escena muy divertida es la calavereada del Quijote para burlarse del casto Urpila y que es una parodia del Quijote y en particular de las escenas donde determinados personajes masculinos se disfrazan de mujeres (por ejemplo, el cura que se viste de doncella en la primera parte de la novela). Otra escena muy cómica es la que gira en torno de un personaje que se llama nada menos que Bragheta y da una catastrófica lección sobre el “ala” de la que sus compañeros se burlan. Como Bragheta es uno de los dobles del autor, la escena puede leerse como una estrategia de Mercante para reírse de sí mismo. Esta anécdota la cuenta Mercante en primera persona en sus memorias. Otra escena muy divertida es una sesión de espiritismo. Los estudiantes quieren saber el tema del examen de Matemáticas que van a tener al día siguiente. Piensan primero en el espíritu de Tales pero finalmente, precavidos, deciden llamar a Galileo. Tienen miedo de no poder entender los que pueda decirles Tales. Ante eso, uno de los compañeros argumenta que los espíritus son políglotas. Entre las escenas más divertida de la última parte de Los estudiantes se encuentra la parodia de la demostración de la tesis darwinista, es decir que el hombre desciende del mono, en boca de un chimpancé en diálogo con un asno. Esto se desarrolla durante una salida al campo de los estudiantes.

Estas escenas, al narrarse de manera sintética, pierden mucho de su efecto, que en la novela se manifiesta sobre todo en el lenguaje, en el juego con las palabras y las relaciones intertextuales. Esta manera de reírse de sí mismo, haciéndole vivir a sus alter-egos situaciones bochornosas, fracasando sobre todo en las lecciones, al querer hablar, o escribiendo poemas totalmente convencionales, sin interés, o componiendo música tan mala que la profesora le sugiere al personaje que abandone la composición y se dedique a otra cosa, todas esas burlas contra sí mismo marcan muy bien el tono de Los estudiantes.

A aquellos que frecuentamos la Escuela Normal (soy docente en la carrera de Historia de la UADER), nos resultan atractivas las evocaciones de la zona que se describe en Los Estudiantes, entre otras, la escuela, los naranjos, la plaza, el sonido de las campanas de la Catedral. ¿Qué podes señalarnos con respecto a las formas que adquiere el texto: autobiografía, novela, relato de viajero o de costumbres?

Me divierte que me hables de tu frecuentación de la Escuela Normal de Paraná. Yo te contesto, como anécdota, que estudié en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Y en lo que tiene que ver con las cuestiones muy particulares de la evocación de la escuela y de la ciudad, ese es uno de los aspectos cuya percepción más afinada me robó la pandemia. Te conté anteriormente que tenía la intención de viajar, de ir a Paraná y de conocer bien visualmente, a través de la experiencia, estos lugares. Y no pude hacerlo.

Por suerte está la literatura de Mercante para evocar esa riqueza y también las notas de Amaro Villanueva para la edición de 1961, y los complementos y actualizaciones en los que colaboró Guillermo Mondejar. Y también el trabajo de Silvina Fernández que estudia justamente la gran capacidad de percepción del contexto por parte de Mercante.

En cuanto al género, me preguntás respecto a la forma que adquiere el texto entre autobiografía, novela, relato de viaje o de costumbre. Aquí vuelvo sobre algunas cosas que dije antes en cuanto a que Mercante no aspira a dar cuenta de una vida sino de algunos años de la juventud. Considerando además que el punto de partida no es un “pacto autobiográfico” sino que está la ficción. No hay una identificación directa entre autor, narrador y protagonista, sino este juego de dobles o de máscaras. Los estudiantes no es estrictamente una autobiografía. El texto de Mercante se relaciona con la novela de aprendizaje o la novela de formación que es un género ficcional afín a la escritura autobiográfica. Y en particular con el sub-género de la “estudiantina”. Entonces a esas memorias del paso del autor por el sistema educativo se suma, en el caso de Los estudiantes, el hecho de que se trata de las memorias del paso del autor por una escuela “normal”. Es decir una institución donde los alumnos se preparan para ser docentes. Entonces los estudios y los profesores son además un espejo del propio futuro del protagonista.

Para terminar, hay que aclarar que cuando decimos novela de aprendizaje decimos, sobre todo, “novela”. Y hay que destacar en este texto de Mercante la polifonía. Le pongo a mi introducción el título de “Una estudiantina polifónica”. Pienso que esto es lo que percibimos, en diferentes niveles, en la novela. Por un lado por la utilización de la lengua, que imbrica una variante muy castiza del español con una serie muy rica de préstamos y neologismos. La presencia de las lenguas extranjeras es muy importante. Hay citas en vasco, genovés, en italiano, en cocoliche, en francés, en latín, en inglés, en alemán. Todo esto da cuenta de esta polifonía y, por otra parte, hay un juego muy interesante en torno del voseo, entre el voseo y el tuteo. Y también una utilización paródica, en todo caso estilizada, del vosotros.

Además de estos aspectos lingüísticos de la polifonía me parece que hay que destacar la creatividad de la novela. El trabajo que hace Mercante por ejemplo con el discurso indirecto libre. Y la simbología onomástica: el juego con los nombres, los apellidos, los apodos, los seudónimos. Además de los juegos intertextuales y la introducción de elementos diversos. Es más o menos convencional en la novela la introducción de cartas o discursos. Hay muchos personajes que hacen y ensayan discursos. Pero en esta novela se incluyen además ecuaciones, partituras musicales, y se narra un episodio a la manera de una opereta. Todos estos elementos son inéditos, o en todo caso poco comunes, en nuestra literatura de principios del siglo XX. Y pienso que quizás esta dificultad, con la profusión lingüística y cultural que plantea Los estudiantes, han hecho que no haya podido ser leída como debe ser hasta ahora. Y en este sentido espero que esta edición permita volver sobre este texto que, sobre todo, es muy agradable de leer.

SERGIO DELGADO: «ALGÚN DÍA DEBEREMOS ESCRIBIR LA HISTORIA DE LOS OLVIDADOS DE NUESTRA LITERATURA»

Sergio, me gustaría que nos cuentes cómo surgió la idea de publicar el libro de Víctor Mercante.

Esta publicación debe mucho al trabajo de Amaro Villanueva. A su incansable curiosidad y su increíble despliegue de políticas culturales. Una lucha por lo que él llamaba, sin falsos alardes, “las cosas nuestras”. Debo precisar que la recuperación parcial de sus archivos, cuando preparábamos la edición de sus obras completas con el equipo de EDUNER, allá por 2010, fue la base de muchos proyectos de la colección.

Amaro había oído hablar de Los estudiantes en Gualeguay “cuando era muchacho”. Tenía ocho años cuando se publicó esta novela por primeva vez en Paraná, en 1908, bajo el seudónimo de Federico Scanavecchia. Amaro supo por su padre, dice –lo que revela una suerte de memoria local– que el autor era Víctor Mercante. Habría que preguntarse por los motivos de la utilización del seudónimo. En ese momento Víctor Mercante, una persona muy seria, lejos de toda “chacota”, organizaba, a pedido de Joaquín V. González (ministro de Instrucción Pública) la futura facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata. La novela pasó totalmente desapercibida en ese momento, quedando en el olvido, incluso materialmente. No se encontraban ejemplares en ninguna parte.

El segundo episodio tiene lugar en Paraná, en 1935, en la Biblioteca Popular, en el contexto, dice Amaro, de una “animosa renovación”. En aquella época las bibliotecas populares eran un lugar clave para la acción cultural. Basta recordar los tristes sucesos de la biblioteca popular de Gualeguay, algunos años antes, cuando las fuerzas conservadoras la tomaron por asalto expulsando como indeseables a Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi. Valgan como testimonio el poema “Gualeguay” de Juanele, las Memorias de un provinciano de Martronardi y el ensayo La internacional entrerriana de Agustín Alzari.

Casi en el mismo momento, en la biblioteca popular de Paraná, de la mano de figuras como Carlos María Onetti, se renovaba el catálogo, se desempolvaban los libros y se hizo una nueva clasificación. Una tarde, Amaro llega a la biblioteca y lo recibe un Onetti jovial: “Amaro, ¡encontramos el libro de Mercante!” ¿Se da cuenta?”. Ahora bien: ¿cómo conocía Onetti la clave del seudónimo? De esta manera más bien fortuita encuentra Amaro Villanueva la novela material y puede leerla.

«Esta publicación debe mucho al trabajo de Amaro Villanueva. A su incansable curiosidad y su increíble despliegue de políticas culturales. Una lucha por lo que él llamaba, sin falsos alardes, “las cosas nuestras”».

Tercer episodio: en 1961 se realiza una segunda edición de Los estudiantes en la colección “El pasado argentino” que dirigía Gregorio Weinberg, con prólogo de Amaro Villanueva. En este prólogo Amaro rescata entonces este texto, perdido entre la desidia y el seudónimo. Dice algo que me parece fundamental y que toca el corazón de nuestra manera de relacionarnos justamente con “las cosas nuestras”: “Semejante olvido comportaba una múltiple injusticia: para el autor, por tratarse de una novela excepcional dentro de un género en el que hemos venido considerando con carácter exclusivo la Juvenilia de Miguel Cané; para nuestra literatura, a la que se empobrecía sustrayéndole una de las pocas producciones con que la estudiantina cuenta en las letras nacionales; para nuestra cultura, cuya historia perdía el único testimonio literario relativo a la vida estudiantil en la época de oro de la Escuela Normal de Profesores de Paraná; para el lector argentino, a quien quedaba vedado el conocimiento de tan significativa novela de época, que documenta alegremente la vida de la juventud estudiosa de fines del siglo pasado”. En el prólogo a esta edición, Amaro dedica mucho esfuerzo a descifrar las claves de la novela, comenzando por el nombre del autor y de sus alter egos, así como las máscaras de otros personajes. Porque Los estudiantes es una novela clave y en clave.

Aquí comienza nuestra historia con Los estudiantes. Tomamos conocimiento de este libro durante la preparación de las Obras completas de Amaro Villanueva. Fue en ese momento que personalmente leí la novela, en un PDF, con mi tableta y cuando comenzamos a diagramar la colección “El país del sauce” con Guillermo Mondejar, María Elena Lohtringer de EDUNER, al que se sumó luego el equipo de la UNL, Los estudiantes estuvo en carpeta.

Ahora bien: ¿cómo editar esta novela? Enseguida resultó evidente que había que continuar y profundizar el trabajo de Amaro: reparando el olvido y completando el dispositivo de lectura de las claves del texto. Comenzamos a trabajar con Silvina Fernández, especialista en educación, egresada de la UNER, actualmente docente e investigadora de la universidad de Río de Janeiro. Era necesario comprender el sentido de este “testimonio literario” respecto de la Escuela Normal de Paraná” anunciado por Amaro. Pero enseguida necesitamos de una lectura desde la complejidad textual de la novela. Así en 2020 se incorpora Graciela Villanueva que se hizo cargo de todos los aspectos de la edición, generando una guía lexical y notas de lecturas que, me parece, le dan una nueva vida al texto.

¿Qué te parece a vos que aporta la publicación de Los estudiantes?

Dos cosas se me ocurren ahora: incorporar este texto, que tiene un valor singular, a nuestra literatura y dar cuenta también de la historia de su lectura, contra el olvido. Algún día deberemos escribir la historia de los olvidados de nuestra literatura. Para decirlo en clave scanavecchiana: terminar con la chacota.

Alejandro Castro Santander: «Dos tercios de los estudiantes viven discriminación por aspecto físico”

Alejandro Castro Santander: «Dos tercios de los estudiantes viven discriminación por aspecto físico”

Violencia en las escuelas es un tema viejo, estudiado, difícil de abordar y no resuelto. Discriminación y redes. ¿Cómo detectarlo?

Alejandro Castro Santander es una de las mayores referencias en temas de convivencia escolar.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la violencia en el ámbito educativo es un fenómeno predominante en todo el mundo. Afecta la vida de millones de estudiantes, el funcionamiento de las instituciones y también los resultados académicos. El bullying es un fenómeno estudiado y medido.

Alejandro Castro Santander es un referente internacional en temas de convivencia escolar. Se define como escritor y psicopedagogo. Ha publicado una veintena de libros sobre estos problemas. Y produce información para dimensionar y analizar el bullying como director del Observatorio de la Convivencia Escolar (Universidad Católica de Cuyo).

Cíclicamente, el fenómeno retoma protagonismo con algún escándalo, como las matanzas escolares en Estados Unidos o historias dramáticas con infancias y juventudes comprometidas. El estreno de la película Close (Dhont, 2022) es una nueva excusa para hablar de un fenómeno que existe y seguirá existiendo.

¿Cómo lo pueden detectar padres y docentes? ¿Cómo abordarlo para evitar que escale en agresiones o autoagresiones? ¿Cómo generar un clima de violencia escolar? Leamos qué responde Castro Santander.

Estamos tomando lentamente conciencia de la gravedad de la violencia en las escuelas y del bullying. Pero, ¿desde cuándo hay registros?

Si hablamos de acoso, hostigamiento en general, nos ha acompañado en las relaciones de estudiantes y adultos desde los inicios de la humanidad y en todos los ámbitos de encuentro… y desencuentro. Pero el fenómeno bullying, desde la investigación, comienza aproximadamente hace unos 50 años, cuando Olweus en Noruega sistematiza los estudios sobre la violencia en las instituciones educativas haciendo hincapié en el hostigamiento entre estudiantes, al que inicialmente y apelando a un término de la etología se lo llamó mobbing (reservado hoy para el acoso laboral) y luego bullying.

Posteriormente y al irse observando un incremento de la conflictividad y la violencia en las instituciones educativas, se comenzó a investigar más sistemáticamente a través de las universidades, gobiernos y observatorios. Sin embargo, los estudios son muy irregulares y los instrumentos variados, algo que en general dificulta realizar comparaciones. 

¿Cómo ha cambiado a lo largo del tiempo? ¿Qué características tenía y cuáles tiene hoy?

La violencia en general es un fenómeno que se alimenta sobre todo de la cultura y las distintas situaciones que se viven en los entornos que transita el estudiante: la casa, el barrio, la escuela, el uso que le da a los medios de comunicación, las nuevas pantallas. Esa es la causa por la que muta rápidamente y hablar en las últimas décadas de ciberbullying, es una muestra de la necesidad de estar muy atentos a los cambios que se van produciendo.

Por eso insistimos que, en general, la violencia puede ser una conducta aprendida en una gran variedad de contextos y que saber esto debería permitir estrategias adecuadas de prevención e intervención.

Inicialmente el bullying era descrito como una foto del hostigado y el agresor o agresores rodeados de testigos, incitadores y testigos pasivos, pero debimos reconocer su complejidad y la necesidad de ser muy responsables al momento de emitir juicios acerca de lo que sucede en las relaciones entre los estudiantes.

Podemos encontrar, por ejemplo, que aquel que consideramos el bully en realidad es el acosado y viceversa. O descubrir que aquel que acosa a un compañero o compañera de clase, es a su vez acosado por otro.

En la actualidad el bullying es mayormente presencial, cara a cara y continúa en una menor proporción a través de las redes sociales.

«Existen muchos y distintos programas de buena, sana o segura convivencia y todos ellos comienzan con la evaluación diagnóstica del Clima Social Escolar. A partir del conocimiento de la magnitud del problema deben iniciarse las acciones que involucran a toda la comunidad educativa en distintas acciones».

La visibilidad es un desafío. ¿Quiénes pueden advertir de manera temprana el bullying? 

De existir acoso, es más fácil de visibilizar en los más chicos, para quienes los comportamientos son espontáneamente exteriorizados, como el golpe o los insultos a viva voz. Algo que los púberes y adolescentes, por lo general, ocultan de la mirada de los adultos para evitar ser sancionados, o porque debido a su desarrollo las conductas ya son “íntimas”. Reemplazan lo directo por lo indirecto, más silencioso. Así, aparece la calumnia, la murmuración, la exclusión, el “ninguneo”.

También es obligatorio citar que existe un significativo registro de actos de violencia en las escuelas que se producen ante la ausencia de docentes o directivos y que los estudiantes aprovechan para transgredir normas, realizar actos de vandalismo, burlarse o golpear a algún compañero.

Indudablemente son los padres que, atentos a los cambios de conducta de su hijo o detalles en sus pertenencias o el poner atención a sus comentarios ayudan a estar atentos sobre algo que no está bien, sea bullying o cualquier otra situación en la vida escolar.

En la escuela, docentes y auxiliares son quienes deberían estar muy atentos a lo que está sucediendo en las interrelaciones entre los estudiantes en los distintos espacios de la escuela. El observador entrenado reconoce, ya sea en el aula o en los patios de recreo, aquellas actitudes que pueden presumir o evidenciar conflictos, violencias aisladas o bullying. Ver un alumno que permanece aislado cuando la mayoría participa de actividades, es un indicador significativo para realizar un seguimiento.

Pero no debemos olvidarnos de los demás estudiantes, aquellos que no son ni víctimas de situaciones de violencia ni los causantes y testigos de los acontecimientos. Estos observadores generalmente pasivos, necesitamos que se conviertan en defensores de aquel compañero o compañera que sufre injustamente de acoso. Una tarea que necesita de un aprendizaje que debe ser incluido en la formación integral de todos los estudiantes.

En las escuelas: ¿cuál es el método para advertirlo?

Lo primero es crear conciencia de que existen conflictos que deben ser abordados y resueltos porque en muchos casos pueden escalar a situaciones de violencia, sea esta esporádica o convertirse luego en bullying. A partir de esta evidencia, se deben compartir los distintos indicadores que sirven para presumir o confirmar un caso de hostigamiento entre los escolares (burlas, peleas, robo de pertenencias, aislamiento, etc.)

Existen muchos y distintos programas de buena, sana o segura convivencia y todos ellos comienzan con la evaluación diagnóstica del Clima Social Escolar. A partir del conocimiento de la magnitud del problema deben iniciarse las acciones que involucran a toda la comunidad educativa en distintas acciones.

¿Cómo distinguirlo de otros comportamientos de infancias y adolescencias?

No siempre es sencillo distinguirlo de otros comportamientos, pero en el caso del bullying, hay que intervenir aun cuando no exista seguridad, ya que en oportunidades ni el hostigado es consciente de lo que está sucediendo. Y no se actúa sólo con acosado y acosador sino con todo el grupo de clase, ya que cuando se presume o conoce un caso de bullying, este lleva tiempo y posiblemente existan otros casos. Todo el grupo de clase queda involucrado directa o indirectamente.

Podemos encontrarnos con una situación que recién se está iniciando en la que nuestra presencia logra disuadir rápidamente, pero también podemos encontrarnos con un bullying duro, en que el hostigador utiliza estrategias de manipulación o de “dominio-sumisión”, que hacen difícil la detección u obtener alguna información. Aquí nos encontramos con la “ley del silencio” que invisibiliza aún más el bullying.

En definitiva, para poder hacer una lectura correcta del acoso entre escolares, debemos estar muy atentos a cada detalle del relato de los involucrados directos y del resto de los compañeros. No olvidar que lamentablemente en muchos casos existen situaciones de violencia que se naturalizan y junto al relato de los estudiantes, es posible conseguir información a través del seguimiento de las interrelaciones en los distintos ámbitos: aula, recreos, salidas.

«El 23,9%  (de alumnos hablan) de la discriminación por aspectos físicos; el 18,5% de la discriminación por religión, nacionalidad, género, discapacidad; 10%  como amenazas o agresiones a otros compañeros y el 9,7% como amenazas o agresiones a otros compañeros por redes sociales».

¿Cuáles son las mejores prácticas sobre la prevención, el abordaje y el desistimiento de conductas violentas que pueden tener que ver con el bullying?

Los mejores programas o prácticas para actuar sobre la violencia escolar en general y el bullying en particular recurren a modelos multinivel, donde se planifican acciones para la escuela como un todo, cada aula, con los docentes, las familias, los estudiantes y el entorno de la escuela, sobre todo el poder contar con los vecinos.

Las instituciones educativas por lo general realizan algunas acciones, pero de manera aislada. Es muy importante que exista una intención concreta para prevenir y erradicar la violencia en la escuela, por lo que es fundamental el compromiso de todos y ser perseverantes en cumplir con las estrategias que se programen en cada uno de los niveles. Tan importante como el proceso que se realice para mejorar la convivencia, es la evaluación de cómo van las cosas…

¿Cuáles son las estadísticas en la Argentina sobre bullying? (víctimas, casos, características, respuestas violentas) 

No es sencillo ponerle números al bullying, ya sea por la ausencia de políticas de convivencia escolar o debido a la dificultad que se presenta ante la gran variedad de instrumentos que se utilizan para medir distintos aspectos o realizar comparaciones y seguimientos. La Unesco menciona en sus últimas publicaciones, que 1 de cada 3 estudiantes a nivel mundial sufre de bullying.

Desde el Observatorio de la Convivencia Escolar hemos realizado algunas muestras nacionales junto a otras en México y Paraguay. Esto ha sido posible cuando los responsables de los gobiernos escolares abren sus escuelas para poder investigar y dar respuesta a los problemas que se presentan en el clima social escolar, hoy considerado como el factor escolar que más incide en la permanencia de los alumnos, su rendimiento y está claramente asociado a la calidad educativa.

En abril de este año el Observatorio que dirijo junto al Observatorio de Argentinos por la Educación, realizamos a partir de la Pruebas Aprender 2019, un análisis de estudiantes del último año del secundario y los directores, acerca de su percepción sobre el “clima de convivencia”. Allí nos encontramos que un 75% de los estudiantes mencionaban situaciones de “discriminación” a partir del aspecto físico, o un 68% por su religión, nacionalidad, género, alguna discapacidad.

Ahora, si nos detenemos en la frecuencia con que se realizan las distintas formas de discriminación o las amenazas y agresiones, sean presenciales o virtuales, nos encontramos que el “siempre” o “casi siempre”, que podríamos relacionar con el bullying, el 23,9%  de la discriminación por aspectos físicos; el 18,5% de la discriminación por religión, nacionalidad, género, discapacidad; 10%  como amenazas o agresiones a otros compañeros y el 9,7% como amenazas o agresiones a otros compañeros por redes sociales.

¿Afecta de la misma manera en todas las clases sociales? ¿Es igual en colegios de administración pública que privada?

Sabemos que la violencia es un fenómeno global que podríamos caracterizar como bio, psico, socio, cultural, económico y político, y que del análisis de cada una de estas variables es posible tener una aproximación acerca de cómo puede estar afectando, no sólo a cada clase social, sino a cada persona o cada escuela. Porque si algo hemos aprendido, es que las escuelas son distintas a cualquier otra institución y son muy distintas entre ellas, y el entorno podrá ser violento, pero no necesariamente “esa” escuela será violenta. La correcta y perseverante gestión de la convivencia y el sentimiento de pertenencia de docentes y familias, hacen que se prevenga y actúe sobre las conductas de manera adecuada, y en un clima de bienestar los estudiantes no abandonen la escuela, aprendan y sean testimonio fuera de la institución que es posible vivir en paz.

«No contar con recursos personales, familiares o de apoyo de los iguales, puede significar el cambiar de escuela o abandonar la educación, sufrir de baja autoestima, ansiedad, depresión, autolesiones y estrés postraumático».

Un contexto social violento, crisis de valores, situaciones institucionales violentas: ¿habilita o potencia situaciones de bullying y violencia en las escuelas?

Como dijimos antes, la respuesta es sí. Pero sabemos que la escuela puede dar a un fenómeno que es generalmente aprendido en distintos contextos una respuesta educativa, prosocial a favor del encuentro, la solidaridad, la compasión, el cuidado desinteresado del otro. Sólo es necesario que exista consenso entre todos los actores institucionales, para que el proyecto educativo de cualquier institución se proponga fundar su actividad en la buena convivencia. Decía Humberto Maturana, que la educación es un proceso de transformación en la convivencia, y si esta potente idea la incluimos en la vida de las escuelas, el cambio que tanto pregonamos es posible.

¿Por qué en la Argentina no hay casos como son frecuentes en los Estados Unidos, donde las víctimas toman revancha con otros estudiantes y hay matanzas? ¿Cómo seguir evitándolo?

Volvemos a los aspectos culturales, y en el caso de EEUU debemos agregar la posibilidad de que legalmente sea posible conseguir con facilidad armas de fuego. Leyes permisivas, sociedades con altos niveles de crispación social e intolerancia, depresión, soledad, sumado a hábitos que privilegian el consumo antes que el desarrollo personal y social, son un cóctel extremadamente peligroso. Como sociedad, la transformación que necesitamos no es sólo tecnológica o verde, sino humana.

¿Cuáles son las consecuencias a lo largo de la vida de haber sufrido bullying en la infancia y la adolescencia?

Sabemos que cada experiencia de haber sufrido bullying es distinta y a su vez depende de qué recursos personales se tienen para enfrentarlo. Haber contado con factores protectores como la familia, los amigos, figuras de autoridad disponibles en la vida, habilidades socioafectivas, logran convertir el hostigamiento escolar en un mal recuerdo y una experiencia que fortalece y puede servir para ayudar a otros. No contar con recursos personales, familiares o de apoyo de los iguales, puede significar el cambiar de escuela o abandonar la educación, sufrir de baja autoestima, ansiedad, depresión, autolesiones y estrés postraumático. A quien ha sufrido bullying, estas y otras situaciones pueden acompañarlo durante años en la no siempre sencilla experiencia de encontrarnos con otros.

QUIÉN ES

Alejandro Castro Santander es escritor, psicopedagogo institucional, director del Observatorio de la Convivencia Escolar (Universidad Católica de Cuyo). Ha publicado una veintena de libros sobre temas sobre convivencia y prevención de la violencia en el ámbito educativo. Ha asesorado a varios países de la región sobre el mismo tema.

Los 92 años de la segunda República española

Los 92 años de la segunda República española

El 14 de abril de 1931 se proclamó la segunda República española. Así lo reflejaba el periódico «El Socialista», anticipando los acontecimientos de aquél histórico día.

Proclama de la segunda república

En su primera página, un artículo a dos columnas afirma que las elecciones municipales del 12 de abril habían demostrado que la afirmación, realizada por la prensa de derechas sobre una España monárquica, no se había cumplido. Tal golpe a las fuerzas conservadoras había sido gracias al triunfo de la Conjunción Republicano-Socialista.

El pueblo había dado una clara lección de ciudadanía y de orden al Gobierno desde las primeras horas del 12 de abril en las puertas de los colegios, haciendo largas colas y esperando el turno para votar. Hubo entusiasmo y serenidad. El pueblo no había querido que el resultado electoral se desluciera con acto alguno. El gobierno había desplegado muchas fuerzas en los colegios electorales, especialmente en los más populares, pero no se había producido ningún incidente.

Las elecciones municipales habían demostrado que la afirmación realizada por la prensa de derechas sobre un España monárquica no se había cumplido.

Según los socialistas, los monárquicos se habían entregado a todas las viejas prácticas políticas propias del sistema electoral formado desde los tiempos de la Restauración, como eran los intentos de compras de votos en las tabernas. El pueblo, siempre según el periódico obrero, había rechazado “con asco” estas corruptelas.

El dilema electoral era entre Monarquía y República, el pueblo había elegido la segunda como un fallo inapelable. El artículo expresa que se había establecido un régimen municipal republicano a partir de las elecciones, pero que además, continúa el texto, la Monarquía debía obedecer la voluntad “unánime” y desaparecer. 

El periódico se preguntaba qué camino iba a emprender la Monarquía ¿Resistir? Sí deja en claro que el pueblo deseaba establecer la República “sin efusión de sangre”. La resistencia generaría violencia, aumentando con ello las responsabilidades del régimen.

Se había establecido un régimen municipal republicano a partir de las elecciones, pero que además, la Monarquía debía obedecer la voluntad “unánime” y desaparecer.

Para los socialistas el pueblo estaba convencido de que la Monarquía era el desorden, el caos y la anarquía, esta afirmación realizada sobre Monarquía formaría parte del guión que usarían las derechas contra la República.

España por la República era el titular del periódico el Socialista y celebraba la esperanza de salvación para España fuera la República. Pidiendo con firmeza que todo el mundo respetase y acatase la “soberana voluntad del país”.

(Fuente: Periódico El Socialista, número 6920).

Pensar en “una salud” donde se cruzan lo ecológico y lo ambiental

Pensar en “una salud” donde se cruzan lo ecológico y lo ambiental

El estudio del ambiente, los animales y la gestión de la salud humana están conectadas. Una buena gestión interdisciplinaria podría prevenir crisis sanitarias como la de COVID 19.

El enfoque una salud (One Health) es una perspectiva dirigida a minimizar los daños y a maximizar los beneficios mediante la cogestión de la salud humana, animal y medioambiental. 

Se centra en desarrollar estrategias eficientes y eficaces, para solucionar los problemas de salud que surgen de la interrelación entre los seres humanos, los animales y el medio ambiente. 

En la década de 1990 se propuso el concepto de “una salud”. Remite a estrategias interdisciplinares e integradoras de promoción de salud, en las que la salud humana y la salud animal (animales domésticos y de vida silvestre) son interdependientes y se hallan vinculadas a la salud de los ecosistemas

Reflexionar sobre la salud de todos los sistemas vivos requiere superar los límites disciplinarios y sectoriales tradicionales y eliminar las jerarquías dentro y entre los países, articulando valores como la equidad entre sectores y disciplinas de la sociopolítica y la inclusión, así como establecer un equilibrio socio ecológico con responsabilidad humana con respeto a los diferentes sistemas del conocimiento.

Desde ”una salud” surgieron preocupaciones como la emergencia de enfermedades transmitidas por vectores y toda otra enfermedad infecciosa, la seguridad alimentaria y la resistencia antimicrobiana. Pero estos problemas están centrados en las enfermedades y sus prácticas en los riesgos como factores causales.

 

IMPACTO EN LA SALUD DE SOCIEDADES NO SUSTENTABLES

 

La epidemiología es un campo de lucha de ideas, donde especialmente se analiza cómo enunciar la salud y cómo actuar basados en diferentes paradigmas en los que se disputan intereses sociales. Por eso  es considerada una interdisciplina sustancial  que comparte, como toda ciencia, ser una expresión transformadora y algunas veces irreconciliable de las relaciones de poder de una sociedad.

A partir de las visiones epidemiológicas es posible promover la duda, tanto de los ciudadanos como de la justicia acerca del impacto humano y ambiental que puede producir sociedades no sustentables o inequitativas.

El enfoque una salud (One Health) es una perspectiva dirigida a minimizar los daños y a maximizar los beneficios mediante la cogestión de la salud humana, animal y medioambiental. 

Es inevitable pensar que nos encontramos atravesados por tensiones, impulsos y obstáculos epistemológicos asumiendo que la determinación social de la salud es una categoría que propone constituirse en una herramienta para trabajar la relación entre la reproducción social, los modos de vivir, de enfermar y de morir. 

Esta categoría permite superar el causalismo y la concepción dialéctica de la relación social-natural-biológica, como superación del ecologismo empírico donde se incorporan nociones de proceso y de lo colectivo.

Se plantea como una interpretación del materialismo crítico, la economía política y la ecología política en un diálogo, como una crítica de las ciencias de la salud, el ambiente y la sociedad. Se propone descifrar el movimiento de la vida en su historia y en la naturaleza, de los modos de vivir (económicos, políticos, culturales) y el movimiento de los genotipos – fenotipos humanos entrelazados.

 

MEDICINA SOCIAL

 

La salud no obedece a un orden exclusivamente individual, sino que es un proceso complejo y socialmente determinado, es una salud colectiva.    

La salud colectiva se sustenta en la concepción de la medicina social, con la perspectiva de construir un paradigma renovado de la salud pública, de la salud comunitaria y de la medicina preventiva y social que permita una nueva articulación entre las diferentes disciplinas e instituciones.

Está compuesta por diferentes visiones, donde incorpora la perspectiva de género, las relaciones de poder e interculturalidad, entre otras como una necesidad para comprender la salud en su complejidad en el marco de la lucha por el “derecho a la salud” de la ciudadanía. 

Mostrar la relación que existe entre los procesos estructurales es reemplazar la lógica de la conexión lineal de variables por un sistema donde se entrelazan los tres grandes dominios de la determinación: el dominio general que corresponde a la lógica estructurante de acumulación de capital, con sus condiciones político culturales; el dominio particular de los modos de vivir con sus patrones estructurados grupales de exposición y vulnerabilidad; y el dominio singular, de los estilos de vida y el libre albedrío personal que viven las persona.

Desde esta mirada, la salud se asume como una unidad y diversidad social, ambiental y sanitaria en medio de la reproducción social y la condición de conservar tanto en la interpretación como en la acción de la epidemiología la unidad de los procesos teniendo en cuenta los cuatro rubros de la vida: sustentabilidad, soberanía, solidaridad y salud/bioseguridad integral.

Desde lo contextual la salud colectiva tiende a deconstruir las políticas neoliberales imperantes y proponer valores que contribuyan a generar un “progresismo” con equidad, transparencia y participación social en la medida que las prácticas se encuentren asociadas a intervenciones basadas en el enfoque de derechos permitiendo las transformaciones sociales necesarias y además mejorar la coordinación, la comunicación y la colaboración intersectorial, para el fortalecimiento de las capacidades.

 

PERSPECTIVA HISTÓRICA

 

Desde tiempos de Hipócrates (460-370 AC), existe una concepción integradora de salud, ya que propuso la existencia de una interdependencia entre condiciones no habituales del ambiente, el clima, la salud y la prevalencia de enfermedades infecciosas. Poco después, Aristóteles empleó el concepto de medicina comparativa en la que estableció relaciones y características comunes entre los seres humanos y otros mamíferos. 

Claude Bourgelat (1712–1779) fundador de los primeros centros de enseñanza superior de veterinaria, consolidó la educación formal de la salud animal y prestó particular atención a las interacciones existentes con la salud humana. Un siglo más tarde Rudolf Virchow, médico patólogo prusiano, realizó aportes fundamentales sobre la construcción conceptual de Una Salud. Pionero en la consolidación de la teoría de la patología celular y autor del término zoonosis. Sostuvo que no existían divisiones entre la medicina humana y animal. Esta mirada implicaba que, el sistema de salud no podía limitarse al tratamiento de las enfermedades pato-fisiológicas de pacientes individuales, sino que debía considerar las condiciones sociales generadoras de enfermedad. Es decir, la medicina debía ser considerada una ciencia social y la política no era más que medicina con una mirada más amplia.  

«(Se necesita un) enfoque sistémico que incluyera tanto el bienestar de los animales, como de los seres humanos y de los ecosistemas.»

Hacia 1970, Calvin Schwabe (considerado uno de los pioneros de la epidemiologÍa veterinaria) introdujo el concepto de una medicina con el objetivo de integrar los campos de la medicina humana y veterinaria, apoyado en la necesidad de integrar la salud animal, humana y ambiental en la gestión de asuntos veterinarios y de salud pública, sosteniendo que las necesidades del hombre pueden centrarse en la lucha contra las enfermedades, garantizar alimentos suficientes con una calidad ambiental adecuada y una sociedad en la que prevalezcan los valores humanos.

 

INTEGRIDAD DE LOS ECOSISTEMAS PARA LA SALUD

 

Recién La American Medical Association (AMA) resolvió sumarse a trabajar en esta iniciativa, y aportó a la evolución del concepto integrador de “Una Salud”. En esta instancia resultó crucial la incorporación de las dimensiones ecológica y ambiental, con el fin de abordar los problemas contemporáneos sanitarios a través de un enfoque sistémico que incluyera tanto el bienestar de los animales, como de los seres humanos y de los ecosistemas.

En Nueva York (2004) se llevó a cabo un simposio organizado por la Sociedad de Conservación de la Fauna de los EE.UU. y por la Universidad Rockefeller,de la que participaron expertos en salud y representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con el objeto de valorar la integridad de los ecosistemas en beneficio de los seres humanos, los animales domésticos y la biodiversidad del mundo entero. Esta convención se resumió en el concepto: “Un Mundo, Una Salud”, donde quedó plasmado el pensamiento sanitario de esta época.

A su vez, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), trataron temas sobre los riesgos de las enfermedades compartidas entre seres humanos y animales con una perspectiva internacional e interdisciplinaria. 

Para identificar las causas profundas de los problemas intersectoriales, se requirieron de los aportes y la participación de equipos multidisciplinarios, asumiendo la complejidad del tema, con el fin de diseñar intervenciones eficaces.  

Tanto gobiernos, científicos y organismos internacionales han reconocido la necesidad de colaboración interdisciplinaria para prevenir y controlar las zoonosis, por lo que se requiere de la intervención además, de especialistas en vida silvestre, ecologistas, economistas, sociólogos y otros profesionales de las ciencias sociales.

(Documento original producido para el CEMUPRO. Versión editada y resumida por Juan Pablo Guevara para La Vanguardia).