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Mónica Fein junto al presidente de España: “Las ideas socialdemócratas están creciendo en el mundo”

Mónica Fein junto al presidente de España: “Las ideas socialdemócratas están creciendo en el mundo”

La presidenta del PS de Argentina coincidió con Pedro Sánchez Castejón en un Congreso partidario al que fue invitada. Habló del crecimiento de la socialdemocracia en el mundo y de la necesidad de construir en Argentina un programa de consenso a largo plazo para salir de las crisis recurrentes.

La presidenta del Partido Socialista y actual candidata a diputada nacional por Santa Fe, Mónica Fein, se encontró con el presidente de España, Pedro Sánchez Castejón, en el marco del 40° Congreso del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) con quien compartió miradas de Latinoamerica y su relación con España. “Después de la pandemia las ideas socialdemócratas están creciendo en el mundo y un claro ejemplo es el triunfo del SPD en Alemania”, resaltó Fein.

Sobre el Congreso, la ex intendenta de Rosario contó: «Se trata de una experiencia enriquecedora de intercambio, de cooperación internacional, donde fortalecemos vínculos». «Un espacio donde dirigentes socialistas de todo el mundo -como es el caso de Anne Hidalgo, alcaldesa de París y candidata a presidenta de Francia- compartimos visiones, experiencias de gestión y planificamos acciones futuras», comentó Fein, quién se encuentra en España en una extensa agenda que incluye encuentros con el ministro de Relaciones Exteriores español, la fundación Pedro Zerolo, legisladores socialistas de España y de otros países de Europa.

«Desde el Socialismo representamos esa izquierda que hace posible lo imposible», enfatizó Pedro Sánchez Castejón, presidente de España y secretario General del PSOE, en el Congreso. Por su parte, Mónica Fein destacó el gobierno de coalición que construyó el PSOE en España: “Pedro Sánchez logró construir un programa de consenso con visión de futuro fruto de la unidad y eso es lo que necesitamos en nuestro país”.

“Nuestro Partido Socialista y el PSOE de España son partidos hermanados. Compartimos una mirada moderna del mundo, feminista, inclusiva, una propuesta seria con capacidad de gobernar alternativa a los modelos donde impera el mercado o el populismo asistencialista”, indicó la titular del PS argentino.

“Desde el Socialismo argentino tenemos esa visión de construcción y el Frente Progresista es un exitoso ejemplo. Sabemos cómo gobernar y tenemos gestión para mostrar, tanto en Rosario como en la provincia de Santa Fe”, subrayó la primera presidenta mujer del Partido Socialista en Argentina, e indicó: “Nuestro país necesita una socialdemocracia que le resuelva los problemas a la gente”.

En el mismo sentido, Mónica Fein expresó: “La alarmante situación de pobreza en Argentina nos obliga a pensar en medidas urgentes. Tenemos ese desafío: planes inmediatos de inclusión social combinados con políticas de Estado a largo plazo. Es la única forma de hacerle frente seriamente a la pobreza y a la inseguridad», opinó la dirigente socialista, y añadió: “Debemos trabajar en un programa para reemplazar los planes de asistencia por empleo genuino”, en un contexto donde “los sucesivos gobiernos nacionales hace 10 años que no crean un puesto de trabajo».

“Nuestro Partido Socialista y el PSOE de España son partidos hermanados. Compartimos una mirada moderna del mundo, feminista, inclusiva, una propuesta seria con capacidad de gobernar alternativa a los modelos donde impera el mercado o el populismo asistencialista”, indicó la titular del PS argentino, y acotó: “El socialismo que representa el PSOE, con valores, principios, con honestidad, paridad de género, en su lucha por la igualdad, avanzando en los derechos de los ciudadanos pero respetando las instituciones y la Constitución es el modelo que el socialismo argentino quiere llevar adelante”.

A un año de la aprobación de Escazú: todo eso que jamás está en la agenda

A un año de la aprobación de Escazú: todo eso que jamás está en la agenda

Un año atrás, el Congreso Nacional ratificó el Acuerdo de Escazú, algo tan importante que nunca se menciona en la agenda de la superficialidad, sea o no tiempo electoral. Sin embargo este tratado no es uno más: es una herramienta de primera importancia para quienes luchan por una salida a la catástrofe ambiental que viene.

Este 2021 comienza el Decenio de las Naciones Unidas sobre Restauración de Ecosistemas. Tiene que ver con que los seres humanos hemos estado explotando y destruyendo gran parte de los ecosistemas del planeta. Hay datos muy conocidos e impactantes. Dos ejemplos: 1) cada tres segundos se pierde una superficie de bosque del tamaño de una cancha de fútbol; 2) en el siglo XX destruimos más de la mitad de los humedales del planeta, el 63% según estima la ONU.

Revisar el daño a los ecosistemas nos lleva a la idea de “Antropoceno”, una palabra relativamente nueva. A veces se dice que “lo que no nombramos no existe”, pero no es cierto: antes de descubrirlos y darles nombre, los virus, los agujeros negros y el genoma ya existían. Lo que sí es cierto es que solo cuando nombramos, tomamos conciencia. Por eso creamos neologismos.

La palabra “Antropoceno” nació en el año 2000, en un encuentro científico, y se le ocurrió al premio Nobel de química Paul Crutzen, fallecido el año pasado. Hablaban sobre la era en la que se encuentra nuestro planeta, según la geología: el holoceno. Y Crutzen, hombre preocupado por la cuestión ambiental, pensó que la palabra era incorrecta, porque en los últimos siglos “el mundo ha cambiado mucho, y ha sido a causa de la acción humana”. Por eso dijo, casi gritando: “¡No estamos en el holoceno, estamos hace rato en el Antropoceno!”. Crutzen sabía de lo que hablaba. Su premio Nobel fue por mostrar cómo la acción humana perforaba la capa de ozono, afectando la temperatura terrestre.

En griego, antropos significa “ser humano”. Es decir que esta etapa de la vida terrestre se caracteriza porque la acción humana empezó a modificar las condiciones del planeta de manera notable. Así nació este término, que fue adoptado por la mayor parte de la ciencia digna, preocupada por el destino de la vida humana y de las demás especies.

Esta etapa de la vida terrestre tiene como característica principal que la acción humana empezó a modificar las condiciones del planeta de manera notable.

ANTROPOCENO Y  DESPUÉS

El Antropoceno se caracteriza por aspectos que se pueden medir: el aumento de la temperatura del planeta, la extinción masiva de especies, el deshielo de los polos, la pérdida de biodiversidad, la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera, la acidificación de los océanos, y otras variables.

Hay consenso científico en que las causas principales son la forma en que producimos 1) energía (el uso de combustibles fósiles), y 2) alimentos (la agricultura y la ganadería industriales). La ciencia digna viene advirtiendo desde hace décadas que si no modificamos ambas cosas, el cambio climático será irreversible y sufriremos las consecuencias nosotros mismos y las próximas generaciones.

Sin embargo, quienes lideran el mundo no toman conciencia. Es poco lo que se hace para dejar de usar energía basada en hidrocarburos, aunque hace tiempo que contamos otras alternativas. Líderes importantes se manifiestan “escépticos” respecto del cambio climático y del antropoceno. El actual gobierno argentino (como el anterior y el anterior) apuesta a extraer hidrocarburos (con Vaca Muerta como Vaca Sagrada), suponen que dejará mucho dinero, y parecen ignorar que contribuirá a empeorar las cosas. En cambio hay países que sí lo toman en serio y modifican el modo en que producen energía (Portugal, Islandia, Alemania, Noruega, Costa Rica y Uruguay son algunos de los que ya están cerca del 100% de energía limpia).

En abril de este año, más de cien Premios Nobel dirigieron una carta pública a la Cumbre Climática, pidiendo que se deje de usar combustibles fósiles. Afirmaron que “es necesario eliminar gradualmente la producción actual e invertir en energías renovables”. Sostienen que “la crisis climática y la consiguiente destrucción de la naturaleza” son “el gran problema moral de nuestro tiempo”. Los Premios Nobel insisten: la quema de combustibles fósiles explica casi el 80% de emisiones de dióxido de carbono, y por eso es inadmisible que esa industria (petróleo, carbón y gas) continúe creciendo. Y lo dicen con claridad: “Durante demasiado tiempo, los gobiernos se han quedado, escandalosamente, por detrás de lo que exige la ciencia y de lo que un creciente y poderoso movimiento popular no deja de repetir: es necesario actuar urgentemente”.

LA SALIDA SEGÚN LOS EXPERTOS

¿Y qué hay que hacer? “Mantener los combustibles fósiles bajo tierra”, explican, y sugieren tres acciones globales: primero, frenar cualquier nuevo proyecto de extracción de petróleo, gas y carbón, tal como lo pide el Grupo de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU. Segundo, eliminar la producción actual de petróleo, gas y carbón, gradualmente, mientras se avanza en el tercer punto: invertir en un plan de acceso al 100% a las energías renovables en todo el mundo, en una transición global justa, que apoye a las economías que dependen de esos recursos para que puedan dejarlos. Entre los firmantes de este reclamo están:

– Veintiocho Premios Nobel en Química.

– Treinta y un Premios Nobel en Fisiología o Medicina.

– Veintitrés Premios Nobel en Física.

– Seis Premios Nobel en Economía al que hay que sumar otro economista, premio Nobel de la Paz.

– Es decir: 89 premios Nobel de ciencias. Los once restantes son Premios Nobel de la Paz y de Literatura.

Si hay personas expertas entre la humanidad, son éstas. Sus voces deberían ser escuchadas atentamente por las demás personas antes de que sea tarde. Las tecnologías para producir energía de manera limpia existen desde hace décadas. Tienen razón los Premios Nobel al decir que es “el gran problema moral de nuestro tiempo” y que las generaciones futuras nos lo reprocharán.

Quienes lideran el mundo no toman conciencia. El actual gobierno argentino (como el anterior y el anterior) apuesta a extraer hidrocarburos con Vaca Muerta como Vaca Sagrada.

TRES OPCIONES

Frente a esto surgen algunas preguntas. Si los líderes no les dan respuesta a ellos ¿por qué nos escucharían a nosotros? ¿Qué sentido tiene restaurar ecosistemas si no modificamos lo que causa el daño? ¿Qué pasa con nuestros líderes? Y no me refiero a Biden o Putin, sino a cada uno de los nuestros: los Fernández, pero también cada gobernador, cada intendente, cada legislador o legisladora… Arriesgo opciones:

1) No creen en lo que la ciencia dice que está pasando (como Trump o Bolsonaro), o bien 2) creen que la ciencia ya encontrará la forma de solucionar el asunto.

En los dos casos se trata de pensamiento mágico, inmaduro, infantil: una fe irracional frente a un problema gravísimo que, como advierte la ciencia digna, no nos da más tiempo.

Se suele decir que la causa de la crisis que estamos viviendo es un problema de conocimiento. Es decir, de los límites del conocimiento: cuando dio inicio la Revolución Industrial –hace casi tres siglos– la humanidad no tenía conocimiento de los cambios que producía en los ecosistemas esa civilización que construimos. Nuestros antepasados no podían imaginar el cambio climático y la extinción de miles de especies. Es cierto: las crisis ambientales son evidencia de los límites de nuestro conocimiento. Pero si eso excusa en parte el comportamiento de nuestros ancestros, ya no vale para nosotros. Hace mucho que sabemos que esto está ocurriendo.

Y cuesta entender que líderes de hoy, informados, actualizados, razonen así. Quizás haya una tercera opción que explica su inoperancia: 3) No se animan a hacer lo que se debe hacer. Temen al costo político.

HAY “EXPERTOS” Y EXPERTOS

¿Se imaginan frenar el desarrollo de todos los proyectos de explotación de petróleo, gas y carbón? ¿O renunciar a una producción basada en agroquímicos? El temor no es irracional.

Aquí es donde cobra importancia otra pregunta: ¿cómo se deben tomar las decisiones acerca de cuestiones que nos van a afectar a muchas personas? ¿Quiénes deben participar del proceso por el cual se autoriza una acción privada o pública cuando se sospecha que será riesgosa para la salud o el ambiente? ¿Está legitimado un órgano del Estado para autorizar acciones que nos perjudicarán, sin que tengamos la posibilidad de opinar, y mucho menos, de decidir al respecto?

Es una de las discusiones contemporáneas más importantes y, paradójicamente, casi nunca es abordada en estos términos. Por lo general, se discute cuando se consumó algún hecho que amenaza a las comunidades, o peor aun, cuando el desastre ya se produjo. Un ejemplo del primer caso fue la autorización a la instalación de Botnia frente a Gualeguaychú. Un caso del segundo tipo fue el derrame de un millón de litros de solución cianurada en San Juan, en la Mina Veladero, en 2016.

¿Pueden esas personas decidir en nombre de las personas que serán afectadas? ¿Es ético? ¿Es democrático? No. Ni ético, ni democrático. Nadie puede decidir por otros, porque en eso consiste la idea de autonomía. Es la misma razón por la que no puede haber más esclavitud. Si trasladamos la idea de autonomía de lo individual hacia lo colectivo, hablamos de “soberanía”: si algo afecta a todos, debemos decidirlo entre todos.

Pero ¿estamos de acuerdo en que si algo nos afectará a todos, debemos decidirlo entre todos? En la respuesta a esta pregunta está la clave de la respuesta que demos a los problemas ambientales. Quienes defienden el actual estado de cosas (gobiernos, “expertos”, empresarios) dicen que a estas cosas las deben definir ellos, no las puede decidir la comunidad, porque (según ellos) no sabemos de estas cosas. Y dicen que nos quedemos tranquilos, que ellos deciden según lo que le dicen los expertos.

Es cierto: las crisis ambientales son evidencia de los límites de nuestro conocimiento. Pero si eso excusa en parte el comportamiento de nuestros ancestros, ya no vale para nosotros. Hace mucho que sabemos que esto está ocurriendo.

AMBIENTALISMO BOBO

Pero es mentira. Deciden según lo que les dicen algunos expertos, los expertos vinculados a las empresas, los expertos que representan a quienes ganan con este sistema que destruye ecosistemas, especies y posibilidades presentes y futuras de la humanidad, expertos interesados en hacerles ganar dinero a algunas personas, y no expertos en que todos vivamos mejor.

Ya vimos que los principales expertos del mundo –premios Nobel, investigadores e investigadoras de la ciencia digna, equipos de investigación en Cambio Climático de las Naciones Unidas– les dicen con claridad lo que deben hacer… y no lo hacen. Y a quienes planteamos estas cosas, nos dicen que practicamos un “ambientalismo bobo”, que frena el progreso, que necesitamos dinero para hacer una sociedad sustentable y que está bien que salga de Vaca Muerta, o de la agroindustria depredadora. Porque, añaden, no hay otra manera de hacer las cosas.

En cambio hay cantidad de expertos que nos dicen que sí podemos vivir de otra manera, y muestran evidencia que lo sostiene. Por eso quienes queremos que las cosas no sigan así podemos decir: “Quiero que se instrumente la consulta a las comunidades. Quiero que las comunidades puedan escuchar a todos los expertos y formar su opinión. Prefiero confiar en el criterio de las comunidades y no en el de líderes que solo escuchan y hacen lo que le dicen expertos puestos por las empresas”.

LA IMPORTANCIA DE ESCAZÚ

La buena noticia es que ya tenemos elementos jurídicos para reclamarlo. Un detalle que gobiernos, expertos y comunicadores que se oponen a la licencia social no mencionan: nuestro país ya ha firmado compromisos internacionales en ese sentido. El principal es el llamado “Acuerdo de Escazú”.

Hace un año, el Congreso de la Nación ratificó el Acuerdo de Escazú, que en su artículo 7° establece “el derecho de la ciudadanía a participar en la toma de decisiones ambientales, especialmente cuando existan acciones que puedan tener un impacto significativo sobre el medio ambiente o para la salud de la población”. Los tratados sobre derechos humanos que la Argentina ratifica pasan a tener jerarquía constitucional. De modo que el principio fundante de la licencia social, la idea que de la ciudadanía debe participar en la toma de decisiones que la afectan,  ya está en nuestro entramado institucional.

El Acuerdo de Escazú establece en su artículo 7° “el derecho de la ciudadanía a participar en la toma de decisiones ambientales cuando existan acciones que puedan tener un impacto sobre el medio ambiente o la salud de la población”.

En el prefacio se explica que con este Acuerdo, “asegurando la participación del público en todas las decisiones que lo afectan y estableciendo una nueva relación entre el Estado, el mercado y la sociedad, nuestros países refutan la falsa dicotomía entre la protección del medio ambiente y el desarrollo económico. No puede haber crecimiento a expensas del medio ambiente, y no puede gestionarse el medio ambiente ignorando a nuestros pueblos y nuestras economías”.

El artículo 7 se dedica específicamente a la participación de la comunidad en las decisiones ambientales, y consta de 17 incisos (algunos de ellos que se subdividen en más puntos) detallando en ellos la forma en que debe ser garantizada la participación del público en los procesos de toma de decisiones.

Desde hace un año. Falta que se empiece a cumplir. Aunque la agenda electoral, política y mediática lo ignore deliberadamente y por completo.

Godoy Cruz, la ciudad  colmena

Godoy Cruz, la ciudad colmena

La emergencia apícola se ha vuelto una constante en Mendoza desde hace algunos años, es preciso dar una respuesta integral a este problema. En Godoy Cruz, el proyecto «Ciudad Colmena» apunta a dar una respuesta integral.

Quiero contarles que desde el Bloque del Partido Socialista de Godoy Cruz en el año 2020 comenzamos a elaborar un proyecto de triple impacto educativo, económico y ambiental, denominado «Godoy Cruz Ciudad Colmena». Desde hace tiempo, nuestra mirada constante en cuestiones medioambientales tales como el cambio climático, la contaminación, la escasez de agua, la extinción de especies, la pérdida de biodiversidad, y sobre todo la lenta pero preocupante extinción de los polinizadores en todo el mundo; nos llevó a tomar conciencia y a ponernos en acción al respecto.

Ateniéndonos a los siguientes datos:

  • Más del 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización. Los polinizadores, como las abejas, mariposas, pájaros, polillas, escarabajos e incluso los murciélagos, ayudan a que las plantas se reproduzcan.

Las abejas y otros insectos polinizadores están siendo progresivamente expulsados de sus hogares naturales ya que en las zonas rurales están disminuyendo, en respuesta directa a la propagación del hormigón.

  • Los polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad. Asimismo, sirven para alertarnos sobre los nuevos riesgos ambientales, indicando la salud de los ecosistemas locales.
  • Las abejas y otros insectos polinizadores están siendo progresivamente expulsados de sus hogares naturales ya que en las zonas rurales están disminuyendo, en respuesta directa a la propagación del hormigón. A la pérdida de hábitat, también se suman las amenazas de los insecticidas y el calentamiento global.

Específicamente en la Provincia de Mendoza se ha declarado por decreto consecutivamente año 2015 y 2017 hasta el 31 de diciembre del año 2018, Estado de Emergencias y Desastre Apícola por: floración escasa e irregular o tardía, viento zonda, granizo, temperaturas elevadas o muy bajas fuera de época, sequía y fuertes heladas tardías en pleno crecimiento poblacional, entre otras. Todos estos factores dañaron irremediablemente la flora melífera, alterando el normal desempeño de las abejas e implicando una amenaza constante para la supervivencia de las colonias. También los incendios forestales donde se perdieron apiarios completos.

El proyecto Godoy Cruz Ciudad Colmena se desarrolló con el aporte de referentes del ámbito de la apicultura como la docente y apicultora Susana Boussy y la Bromatóloga Paulina Manzano (jefa del Departamento Apícola de la Dirección Provincial de Ganadería). Fue aprobado finalmente como Ordenanza el pasado 6 de septiembre.

Dicha Ordenanza propone crear en primera instancia campañas de concientización para que sepamos convivir con las abejas, a quién llamar en caso de que necesitemos reubicar una colmena de nuestros hogares, propone además la colocación de alojamientos con pequeños bebederos para abejas solitarias que migran buscando una colmena, hecho de materiales reciclados y muy accesibles. Sumamos también la propuesta de incrementar los corredores biológicos que aseguren el traslado de las abejas y las aves desde el campo a la ciudad y viceversa.

Esta no ha sido para nosotros una Ordenanza más de todas las presentadas a lo largo de mi gestión como concejal, sino pensada y desarrollada como un gran proyecto que concuerda con un modelo de desarrollo urbano sustentable.

En cuanto a lo estrictamente educativo, se propone la implementación de cursos de apicultura en la escuela de oficios de la Municipalidad de Godoy Cruz.

Debido a la crisis económica actual y al impacto de la pandemia, específicamente en el sector gastronómico, mediante esta Ordenanza se busca reactivar el rubro de la apicultura y sus derivados, trabajando con los apicultores y gastronómicos de la zona. 

Esta no ha sido para nosotros una Ordenanza más de todas las presentadas a lo largo de mi gestión como concejal, sino pensada y desarrollada como un gran proyecto que concuerda con un modelo de desarrollo urbano sustentable. Buscamos hacer partícipes a vecinos y vecinas del departamento, sugiriendo la  implementación de pequeñas acciones, como la de plantar en sus jardines flora autóctona preferida por las abejas melíferas, no quemar ni erradicar las colmenas sino llamar a apicultores de la zona para que las retiren, y varias otras acciones simples y cotidianas, pero que ofrecen un abordaje integral, sustentable y consciente de la problemática planteada.

Sergio Delgado: «La modulación de todo paisaje y la comprensión de su nostalgia terminan siendo siempre realidades imaginarias»

Sergio Delgado: «La modulación de todo paisaje y la comprensión de su nostalgia terminan siendo siempre realidades imaginarias»

El libro «Parques» de Sergio Delgado, publicado por la UNL, es inclasificable, una mezcla de ensayo y novela, prosa poética y crónica. Sobre su obra y reflexiones, Fabián Herrero lo entrevistó para «La Vanguardia».

Sergio Delgado nació en Santa Fe en 1961 y desde 1999 vive en Francia. Es Doctor en Letras de la Universidad de Rennes 2 Alta Bretaña con una tesis (que esperamos se publique pronto) sobre el poeta Juan L. Ortíz: La poétique de Juan L. Ortiz. Langage, Paysage, Visage (2003). Desde 2010 dirige la hermosa colección El país del sauce, Universidad Nacional de Entre Ríos y Universidad Nacional del Litoral, proyecto de ediciones críticas de obras fundamentales del patrimonio cultural de la región definida por la cuenca de los ríos Paraná y Uruguay. Actualmente es profesor de la Universidad de Paris Este-Créteil. Su producción es tan variada como abundante, novelas, cuentos, trabajos críticos. Tuvo a su cargo ediciones de obras de Mateo Booz, Juan Manuel Inchauspe, Juan José Manauta, Juan L. Ortíz, José Pedroni, Juan José Saer y Amaro Villanueva. Entre sus últimas novelas, quisiera destacar El corazón de la manzana (2009), Al Alba (2011) y La sobrina (2019). La presente entrevista se realizó entre los meses de agosto y setiembre. Centra su foco de atención en su último libro, Parques, editado por UNL en 2021. Mi experiencia fue en verdad maravillosa, porque me permitió conocer una persona sumamente humana (en el sentido que Cesar Vallejo le daba al vocablo). Pero también, en su lado más sensible y afectivo, pasear tanto por los parques franceses y santafesino como por algunos sitios que llevan el aroma del aire y de la tierra de mi infancia y juventud.

Sergio, me gustaría comenzar por el origen y las intenciones de Parques. A mi primera vista resulta un libro inclasificable, se habla de tres ensayos, se reflexiona sobre la novela, la poesía, la crónica, emergen figuras disimiles de escritor, Cronista, Novelista, Poeta. ¿Qué podes contarnos al respecto?

Tenés razón. Es un libro “inclasificable” incluso entre todas las cosas que escribí, que pueden definirse con relativa facilidad, creo, como ensayos, novelas o cuentos. Parques, en cambio, es un poco todo eso y otras cosas más. Supongo que su concepción, que abarca un arco de más de diez años, colaboró con la definición de mi manera de escribir. Quiero creer que se parece a lo que estoy escribiendo ahora o que terminará pareciéndose a lo que escribiré en el futuro. No puedo saberlo en este momento, pero el proceso me interesa.

Para mí ha sido una experiencia singular desde el comienzo. Es la única vez que escribí “por encargo”, lo que de por sí es todo un acontecimiento en mi vida, dado que siempre hice lo que quise, es decir que siempre escribí desde mis intuiciones y deseos, sin plantearme demasiadas preguntas respecto al destino de ese escrito. Con esto no pretendo siquiera ser original, dado que sigo el camino de los escritores que admiro. A mediados de 2008, Oscar Taborda, director de la Editorial Municipal de Rosario, me invitó a participar de una colección que se estaba creando, la “naranja”. Es una colección que presenta crónicas sobre lugares acompañadas con fotografías. Había que acomodarse a un género e incluso a un formato. Con mucha libertad, naturalmente, pero en ese marco. El pedido coincidió además con que en ese momento tenía programado un viaje a Santa Fe, mi ciudad, y la propuesta se acordaba en cierto modo con la manera como trabajo, con anotaciones sueltas, generalmente en cuadernos, sobre lugares, personas y objetos, y sacando fotos. Es una tarea de recolección que vengo haciendo desde hace muchos años, sin ningún objetivo preciso, por el placer de llenar cuadernos. Así se hizo Parque del sur, un librito que siempre clasifiqué, cuando se me pide un CV, como “crónica” y donde hay un personaje principal que se llama Cronista.

Diez años después, en 2018, Ivana Tosti, directora de la editorial de la UNL, me propone volver a publicar Parques del sur en una colección que se estaba creando y que se llama “Lugares”. Acepté de inmediato y le contrapropuse la incorporación de dos “parques”, de dos ciudades donde había vivido, Lorient y París, y sobre los cuales tenía mucho material acumulado. Aceptó y me puse a trabajar, prolongando en realidad el mismo dispositivo, con el recurso a mis cuadernos, mis notas y mis fotos, e imaginando dos respectivos personajes principales: Novelista y Poeta. Trabajé en el libro durante casi dos años y el “tríptico” fue armándose de manera conjunta, como un retablo laico, releyendo el primer parque y escribiendo sobre los otros dos. La composición, que es un agregado de fragmento, también se mantiene. Y en definitiva se van incorporando elementos a medida que el relato progresa, como un viaje: miradas, perspectivas, géneros, árboles, hojas. Lo que se encuentra. Supongo, al menos algunos lectores me lo sugirieron, que el libro puede leerse como crónica, pero también como prosa poética y quizás como una novela.

«El parque es el lugar donde la Naturaleza, como absoluto, se vuelve algo concreto, se domestica. Con la ayuda, entre otras, de ciencias como la geometría, la arquitectura y la botánica».

Los sentidos del vocablo “Parques” parecen ser múltiples. Por ejemplo, señalás que es “un espacio de todos y de nadie” (p. 90) y , en otros momentos, afirmás que allí se conserva la memoria de los juegos de la infancia. Podés, por favor, explicar estos sentidos que atraviesan tiempos, espacios, pero también referencias personales y colectivas.

Desde hace algunos años vengo estudiando la llamada “teoría del paisaje”, que no es más que una prolongación de la reflexión moderna sobre el problema de la mirada. El paisaje es uno de los temas de mi tesis doctoral, sobre la poética de Juan L. Ortiz, que no publiqué todavía, pero cuyas ideas principales se encuentran, dispersas, en las introducciones y notas a las ediciones de su poesía que tuve la suerte de preparar. Pienso ahora en la del poema El Gualeguay, donde el río es el eje de una particular concepción del territorio como “jardín”. El río Gualeguay es un río personal, íntimo, con el cual el poeta ha compartido momentos muy especiales, en presencia o ausencia, a lo largo de toda la vida. Y al mismo tiempo es un río colectivo, aunque provincial. Es cierto que no puede competir con los imponentes Paraná y Uruguay que definen esa provincia de “entre ríos”, pero sin embargo es un testigo privilegiado del territorio, que atraviesa de punta a punta, y puede brindar su versión de la historia. Un testigo menor, que no se propone escribir la “gran historia”, pero que ha asistido al nacimiento del país como desde adentro, conociendo los hechos y sus protagonistas desde su origen. Cuando Ortiz habla de “jardín”, “país” o “parque”, combina, en toda su complejidad estas dimensiones individuales y colectivas de la memoria.

Con todo jardín, parque, plaza, ocurre lo mismo que ocurre con un territorio provincial o nacional. Es un espacio en el que los miembros de una comunidad en formación, de manera personal o colectiva, han ido depositado un tiempo importante de sus vidas. El parque es el lugar donde la Naturaleza, como absoluto, se vuelve algo concreto, se domestica. Con la ayuda, entre otras, de ciencias como la geometría, la arquitectura y la botánica. Cuando se talla un pino como un cono o como un cubo, cuando se produce un vacío o un desierto (como ensaya la paisajística japonesa, por ejemplo), o cuando se simula el estado salvaje (como sucede con los jardines “a la inglesa”), se prepara el escenario para un encuentro o una evasión. Es la demostración concreta de la famosa apuesta de Oscar Wilde, de que la naturaleza imita al arte. La historia de la pintura, en su extensa representación de paisajes, enseña a modelar la naturaleza. Y el espectador, que visita cualquier parque, ha sido educado por esa extensa representación iconográfica. Ve lo que le muestran y descubre su mirada. Domesticar la naturaleza es una experiencia dinámica, que se produce en el tiempo y en el espacio. A pesar de que existe una tradición milenaria, en Occidente y en Oriente, del diseño paisajístico, en cada lugar que se instala un jardín, un parque o una plaza, se produce una experiencia nueva. Si acaso antes existía un río, una colina o una planicie, este parque, el de mi barrio y mi ciudad, a cuyo diseño incorporo mi experiencia, produce siempre algo único, puntual, intransferible.

En el libro se reiteran las menciones de cuaderno de notas, fotografías, incluso hay un hermoso poema, también hay reflexiones sobre el trabajo de poeta (p. 147). También señalás que el hilo de la escritura se resuelve en la escritura (p. 88). Afirmación que me hizo acordar a una conversación que mantuve hace muchos años con Beatriz Sarlo, quien justamente me decía que lo que escribía básicamente lo resolvía escribiendo. ¿Se puede decir que el libro se fue haciendo en ese doble recorrido de pasear y escribir?

Me gusta la idea de pensar la escritura como un paseo. Y quiero creer que cada viajero tiene su manera de viajar. Pero todos sabemos que incluso el viajero más experimentado, cuando viaja, sólo puede tomar notas. El relato se escribe cuando se llega a destino. Ahí se arma ese rompecabezas. El recurso de Victor Hugo, en su libro sobre el Rhin, copiado por Sarmiento en sus Viajes, de escribir cartas hacia atrás, es decir al lugar desde donde se partió, como deshaciendo el viaje permanentemente, es un recurso tramposo. Las cartas, como las notas, deben luego ser recogidas para armar el libro. En mi caso, como vos lo señalás, cuando trabajo en el armado de un libro, acumulo materiales diversos durante un cierto tiempo, metódica y caóticamente, pero la escritura se resuelve cuando encuentro el “hilo” que los une y me conduce del principio al fin. Hubo antes visitas, varias visitas, a esos parques, una convivencia incluso, pero el relato sobre el parque se escribe de regreso, entre la pérdida y la recuperación, entre la nostalgia y el confort del abrigo.

Los lugares, como los cuadernos, son reales, pero están modelados por la imaginación. Ir de la crónica a la novela me permite esa libertad. Aunque haya referentes muy concretos, incluso para algunos personajes, no son más que un punto de partida. Y muchos personajes no existieron nunca como personas. O existen en otro plano de la realidad. Es el caso de Poeta, que viene de un personaje de Los cerezos, una novela que estoy escribiendo (que quizás termine de escribir algún día), pero con otro nombre. Existen los tres lugares que brindan el motivo al libro: el parque del sur en Santa Fe, el parc du Venzu en Lorient y el Square Le Gall en París. Existen en una determinada realidad, pero son evocados a partir de mi memoria. No volví a visitar esos lugares mientras escribía el libro. Reflejan ciudades donde viví y vivo, pero mientras escribía sobre ellos no eran un espacio vivido. Los lugares evolucionan, como los personajes, a medida que avanza el proceso de escritura.

Tiendo a trabajar como un novelista, es decir que mi materia prima es siempre la realidad. No se puede trabajar exclusivamente con la imaginación, aunque más no sea porque la imaginación forma parte de nuestra comprensión de la realidad. Pero ninguna realidad es tampoco algo inmóvil. Se modela cuando la escritura pone en marcha sus dispositivos. Lo mejor que nos puede pasar es ser consciente del problema. Alguna vez escribí o dije que habría que hablar más de «realismos» (en plural) que de «realismo». Quiero decir que estoy convencido de que cada novelista trabaja la realidad a su manera. Esto se ve con la representación de lugares y personas.

Toda descripción de un lugar invita a la participación del lector que debe completar lo presentado con sus propias imágenes y recuerdo. Todo retrato de personaje, incluso el más realista, se hace desde una perspectiva y en una situación determinadas. Inocencio X está sentado, Felipe IV de pie con una coraza, etc. No creo en el modelo balzaciano de la reaparición de personajes. En todo caso soy consciente de que es un dispositivo tramposo: las personas envejecen, los personajes no. Obligarse a repetir personajes es un condicionamiento que personalmente no podría soportar. Nunca retomo el nombre de un personaje, pero sin embargo me gusta jugar con las semejanzas. Muchos personajes se parecen a otros, como nos sucede en la vida, cuando encontramos por primera vez a una persona, que nuestra primera reacción es compararla con alguien conocido. Muchos personajes están inspirados, muy lejanamente, aunque tiene también algo de homenaje, en amigos o personas conocidas. Acepto el desafío de la celebración.

Volviendo a tu pregunta, entonces, efectivamente, como decís, hay una relación incesante entre paseo y escritura. Es importante estar preparado para un paseo (en mi caso con una determinada estructura de trabajo) pero es importante también dejarse sorprender. Que lo desconocido emerja dentro de lo conocido. Es lo que ocurre con los lugares, las personas y el lenguaje. Un adverbio o un adjetivo pueden cambiar nuestra manera de mirar.

«Me gusta la idea de pensar la escritura como un paseo. Y quiero creer que cada viajero tiene su manera de viajar. Pero todos sabemos que incluso el viajero más experimentado, cuando viaja, sólo puede tomar notas. El relato se escribe cuando se llega a destino. Ahí se arma ese rompecabezas».

En el libro contás una experiencia de caminata por calles de tu infancia, advirtiendo que todo ha cambiado, salvo algunas cosas (p. 36). Es como si te vistieras con el traje de un testigo participante, recorres tu (o nuestra) propia ciudad viendo como Todo lo sólido se desvanece en el aire, ese hermoso libro de Marshall Berman donde cita a Marx para definir la vida en la modernidad. Podés por favor contarnos sobre esta experiencia donde se mezcla el paso del tiempo, los sentimientos, la nostalgia y el presente.

No conocía el libro de Marshall Berman, lo que es imperdonable, hasta que me lo mencionaste. Estoy modelado por la literatura, la sociología y la filosofía europeas, lo que casi podría definirse como una deformación profesional, y te agradezco el dato que me saca de mis rutinas de lectura. Estoy leyendo Todo lo sólido se desvanece en el aire en estos días y me atrapó desde el comienzo, desde su dedicatoria, al hijo del autor, muerto a la edad de 5 años. Descubro que el libro, entre otras cosas, está modelado en la idea de que los seres que viven felices en un lugar, como era el caso de su hijo, pueden ser “los más vulnerables a los demonios que lo rondan”. Es una excelente definición de la modernidad. Todos los padres compartimos ese sentimiento. Es algo que está lejos y sin embargo es inminente. El estado de bienestar es una de las utopías de la modernidad más moderna y también una de sus ilusiones más torpes. Leo, concretamente: “la idea de que la rutina cotidiana de los parques y las bicicletas, de las compras de las comidas y las limpiezas, de los abrazos y besos habituales, puede ser no sólo infinitamente gozosa y bella sino también infinitamente precaria y frágil”.

Me gusta pensar que la salida a un parque sea, en nuestras actuales ciudades modernas, una de las primeras experiencias que hace un niño en el mundo exterior. Un parque debe ser un lugar seguro, donde la naturaleza y lo salvaje estén controlados, como decía anteriormente, pero no existe la seguridad total en ningún lado. Todo niño es la prueba de fuego de una época, en este caso del mundo moderno o pos-moderno en el que vivimos. En el mundo de nuestros abuelos o bisabuelos, es el caso al menos de mi familia de origen italiano, siempre había niños muertos a la edad de tres, cuatro o cinco años. Hoy, afortunadamente, la situación ha cambiado, al menos desde un punto de vista estadístico. No desde un punto de vista imaginario. Parques comienza con una cita del Pulgarcito de Perrault. Ya no vivimos en un mundo donde los padres acuciados por el hambre abandonaban a sus hijos en el bosque. Sin embargo, ese mundo no es imposible hoy en día. Serán necesarios milenios para llegar a desmontar el sentimiento de fragilidad que renace con todo niño.

En este sentido, cuando uno sale a la calle recuerda inexorablemente, de manera consciente o inconsciente, el momento en el que se salió por primera vez de la casa; cuando se va a un parque, renovamos nuestras primeras experiencias con la naturaleza. Así ejercitamos –es al menos mi ilusión–, este estado de “testigo participante” que vos mencionás, donde el pasado se actualiza permanentemente. En la calle y en los parques de nuestras ciudades nuestros pasos se confunden con los de tantas personas que los transitaron anteriormente. No es un pasado remoto, es el pasado de nuestra cultura. Una calle se trazó en algún momento por primera vez; un parque emergió un día concreto. Allí nace nuestra mirada presente pero también nuestra historia.

Tiendo a creer que, con la escritura, con la literatura, las cosas suceden de la misma manera. Paseamos, pensamos, leemos y escribimos más en las calles y los parques que en los escritorios. El escritor más sedentario (pienso ahora en Proust) alguna vez salió de su casa. En todo caso propongo como ejercicio poner de relieve esta dimensión de nuestra mirada “en el paso del tiempo” (retomo tus palabras). Es lo que sucede incluso con la mirada más acostumbrada a un lugar, que casi no mira el espacio que atraviesa. Basta con que ocurra un accidente, un desliz, un descuido, una desviación, para que comprendamos el sentido de nuestra participación, de nuestra condición provisoria.

En Parque del Sur describís el lago bellamente: “No está muerto: desfallece de tristeza”, y, más adelante, afirmás que es “una gran orilla melancólica” (p. 51). A tus ojos, no son aguas muertas, pero siempre están en vía de serlo. Como santafesino siempre tuve una sensación similar y, al mismo tiempo, parece toda una imagen de la vida de Santa Fe, por lo menos en algunos años que he vivido allí. Una ciudad que no parece estar, que parece no arrancar nunca, quizás, como señalás, una “ciudad doble” (p. 61), esa imagen de la ciudad fundada dos veces.

Supongo que todo habitante de una ciudad la ama y odia profundamente, y sin descanso. Le pasa a un santafesino y también a un parisino. El visitante tiene en cambio una imagen de paso, necesariamente fantasiosa. El que vive o vivió en una ciudad, sobre todo el que nació en ella, tiene una imagen modelada por su propio inicio en la percepción. Y esto es maravilloso: es en ese lugar que las luces, los olores, las texturas se sienten de esa manera tan particular. Aunque uno se vaya de su ciudad y vuelva al cabo de un cierto tiempo para percibir cómo muchas cosas cambiaron, siempre hay algo que no cambia, que nos identifica, que nos muestra que ahí se encuentra una de las claves de nuestro origen. Supongo que el habitante de una ciudad como Santa Fe, construida sobre el fracaso, que debió ser fundada dos veces y que vive siempre en permanente re-fundación, esta experiencia tiene un relieve singular. No es el único caso. Con Roma, casas más, casas menos, ocurre exactamente lo mismo.  Quizás estoy exagerando. Habría que preguntarle a los romanos. En definitiva, sólo puedo hablar desde lo que conozco, desde mi experiencia.

Uno de los objetivos de mi literatura es explorar esas perplejidades. Algunos motivos me ayudan. Es el caso por ejemplo del lago del parque del sur. En su momento fue un río, pero fue amputado, como un apéndice, y se convirtió en agua estancada. Hay un sistema de bombeo que trata de renovarla, pero el lago agoniza desde su inicio, sin solución. A mí esto me fascina. No sé por qué. Cuando nadaba en ese lago, fue allí donde aprendí a nadar, siempre me sorprendió el olor de sus aguas. Puedo casi sentirlo ahora mismo en el paladar de mi olfato. Aguas para nada cristalinas pero que tenían un olor singular, que quedaba impregnado en mi piel y en mis cabellos. Una vez el lago fue invadido por unas algas venenosas y hubo un verano de mi infancia, de los más tristes de mi vida, en que nadie se podía bañar. De la misma manera me fascinan los restos de la llamada “Catedral nueva”, detenida a medio camino, a medio hacer. En cualquier momento un obispo o un intendente influyente asumirá el desafío de terminar esa catedral. Pero eso no cambiará en nada el sentimiento de “inconclusión” con que nacimos muchos santafesinos.

Descubro, en las ciudades francesas donde he vivido, y en los parques que evoco, que cada espacio requiere de una arqueología propia. En el Venzu hay un arroyo oculto, que es el que su nombre al parque, que sigue circulando entre la vergüenza y el olvido. En el Square Le Gall hay una isla, la “isla de los monos”, que desapareció para siempre. La nostalgia es incansable.

«Tiendo a creer que, con la escritura, con la literatura, las cosas suceden de la misma manera. Paseamos, pensamos, leemos y escribimos más en las calles y los parques que en los escritorios. El escritor más sedentario (pienso ahora en Proust) alguna vez salió de su casa».

En varias ocasiones contás sucesos, leyendas, historias, donde lo autobiográfico se desplaza a la historia del imaginario público. Me refiero a cuestiones muy distintas como la historia de Martin pescador de Rio Negro, la anécdota (que no conocía) de la calle “jotajotapaso”, o la más divulgada de la mesa del tigre. Algo similar ocurre con los sucesos de violencia política. En Santa Fe mencionas a sitios del proceso militar, y, en Francia, un lugar donde hubo actividad nazi. En algunos momentos de tu libro se presenta un subsuelo en esos parques, donde arriba parecen jugar niños (tu propia infancia) y en los alrededores parecen pasear los lobos de la historia.

Es así.  Como decía anteriormente, me fascina trabajar con materiales muy distintos, con esas capas superpuestas de tiempo que se depositan en cada lugar y que interactúan permanentemente. La particularidad de los parques, en el seno de una ciudad, es que intentan incorporar una cierta cuota de exotismo. Esto se ve sobre todo en las plantas y árboles que no son autóctonos. Al cabo de tantas migraciones, ¿qué árbol o persona es hoy de un lugar de manera pura?

Me fascina la personalidad de Engelbert Kaempfer, naturalista y viajero alemán que visitó Siam, China y Japón en el siglo XVII. Lo menciono en Parques, en El paraíso (un libro inédito que no tiene veleidades ontológicas: habla de un árbol de “paraíso) y en Los cerezos que estoy escribiendo. Este sí es un personaje que reaparece.

Fue Kaemper quien “descubrió” en Oriente especies como el Gingko Biloba o los cerezos ornamentales y los llevó a Europa. Estos y otros árboles “exóticos” pueblan hoy los parques del mundo entero. Sin su trabajo, Engels y Marx no hubieran podido referirse, en La ideología alemana, a la llegada de los cerezos a su tierra a fines del siglo XVII o principios del XVIII. Engels y Marx proponen a los cerezos como ejemplo de los cambios que los hombres pueden producir en su propio medio social y cultural y permitiendo así la conocida réplica de Cornelius Castoriadis, en Las encrucijadas del laberinto, quien sostiene, contra la afirmación de Engels y Marx, que al trasplantar los hombres un árbol exótico, incorporándolo a su nuevo entorno, no pueden trasplantar la tierra ni el cielo, con su sol, su luna y sus estrellas, tan decisivos en la edificación de un lugar determinado. Hay que tener en cuenta, finalmente, para cerrar este abanico de más de trescientos años, que tanto Kaempfer, Engels, Marx, como Castoriadis se encontraban, al referirse a los cerezos, lejos de sus respectivos países natales. La modulación de todo paisaje y la comprensión de su nostalgia, puesto que en definitiva la herramienta utilizada en estos casos es más la palabra que la visión, terminan siendo siempre realidades imaginarias.

En Par de Venzu, aparece la figura del novelista. Reflexionas sobre su tarea, por ejemplo, si es más útil hablar de impulso o de inspiración. Al mismo tiempo, el final de Parque del Sur, bien puede ser leído como una novela, cuando señalas, como si, parque y ciudad, fueran dos personajes: “el parque es algo viviente: está ganando, aunque no sea de manera provisoria, la partida contra la ciudad y avanza sobre la manzana”.

Tu observación me sorprende, me desestabiliza y al mismo tiempo me reconforta. Dije anteriormente que es el proceso de trabajo lo que hace evolucionar el discurso desde la crónica hacia la novela o la poesía. Ahora vos decís que ese elemento novelístico ya estaba en el principio. Es probable. En todo caso, como se ve, no soy la persona más indicada para observar estas cosas.

«Aunque uno se vaya de su ciudad y vuelva al cabo de un cierto tiempo para percibir cómo muchas cosas cambiaron, siempre hay algo que no cambia, que nos identifica, que nos muestra que ahí se encuentra una de las claves de nuestro origen».

Sergio, como lector, no puedo terminar esta entrevista sin dejar de formularte la pregunta que vos nos haces en el libro: “¿Qué hace un novelista cuando no escribe novelas?” (p. 137).

Debería exclamar “touché”, como los esgrimistas, porque tocaste un punto sensible del libro, de mi vida entera. No me propuse resolver esta pregunta. Sólo plantearla. La literatura, para Henri Meschonnic es “una pregunta sin respuesta”. Tiene valor como pregunta en tanto permanece sin resolverse. Como el problema de la cuadratura del círculo o el teorema de Fermat. Hay soluciones posibles pero ninguna concluyente. Un novelista, al menos el novelista que creo ser, concibe su arte en todo momento, sobre todo en las situaciones más inesperadas. Es lo opuesto a un empleado público. Aunque es cierto que muchos artistas e intelectuales no son más que meros burócratas. En la escena que oficialmente se reconoce como “escribir”, que muchas películas o fotografías dramatizan, esa donde se ve a un escritor con los pelos revueltos, sentado en su escritorio rodeado de libros y papeles (en algunos casos ceniceros llenos de colillas o vasos vacíos o semi-vacíos), no es necesariamente el espacio donde una novela se concibe. Las ideas y los materiales se recolectan en los lugares y situaciones más imprevisibles. Es imposible definir entonces ese escenario. Nos puede ocurrir caminando o durmiendo, por ejemplo. Los surrealistas hacían la broma de poner en sus dormitorios el cartel de “hombre trabajando”. Pero no es exclusivamente de los sueños que se tejen las historias. Tampoco estoy diciendo que el arte debe nutrirse exclusivamente de la experiencia, de “la vida” (como si pudiera haber algo en el mundo existente al margen de lo vivido), sobre todo si se trata de experiencias extremas, por ejemplos con drogas, como proponían los escritores beat. Es en el sueño, en los estados de alineación, en los encuentros con personas, pero también caminando por las calles de una ciudad o sentados en el banco de un parque que una novela se escribe. Entonces: ¿qué hace un novelista cuando no escribe novela? Me digo que, si acaso existe esta posibilidad de no-escritura, sería en todo caso utópica, porque un novelista escribe siempre. Por eso abundan las novelas inconclusas. Son como una suerte de fatalidad. Pienso en este momento en ejemplos tan distintos, y complementarios, como los de Flaubert y Saer. ¿Qué podían hacer, hasta el último aliento, sino tratar de terminar una novela? Ignoro si alguien se ha planteado este problema teórico. Si no es el caso, habría que comenzar, aunque más no fuera por divertimento, dado que un problema sin solución.

Luis Virgilio Sánchez: «El socialismo debe poner en agenda la discusión de las nuevas modalidades de trabajo que impone el mundo actual»

Luis Virgilio Sánchez: «El socialismo debe poner en agenda la discusión de las nuevas modalidades de trabajo que impone el mundo actual»

Las elecciones legislativas de 2021 se dirimen fundamentalmente en cada una de las provincias. En el sur de nuestro país, la propuesta socialista ofrece una alternativa con vocación transformadora y más allá de la polarización.

El Socialista Luis Virgilio Sánchez encabeza, junto a Sandra Ferrero una compañera extrapartidaria, la lista que el Partido Socialista llevará en Neuquén como precandidatos a diputados y diputadas nacionales, la boleta llevará como lema «Ojalá la Tierra». Sus propuestas están atravesadas por los más altos valores progresistas y una manifiesta vocación por transformar una realidad signada por el estancamiento, la pobreza y la desigualdad. Con una fuerte presencia de la agenda ambientalista y feminista, el PS alza su voz en el Sur de nuestro país como una opción diferente. Sobre su trayectoria personal, su visión de la realidad y sus iniciativas conversamos con Luis Virgilio Sánchez para La Vanguardia.

¿Cuál es el valor diferencial de los candidatos socialistas en estas elecciones?

Los candidatos socialistas tienen trayectoria de militancia en diversos colectivos y postulan principios y valores afianzados en diversas luchas, lo que les permite mostrar coherencia en el discurso y solvencia en el debate político. 

¿Cuándo y cómo llegaste al Partido Socialista?

En el año 2007 fundamos un Partido Vecinal en la ciudad de Centenario, al que denominamos “Nueva Generación”. Los fundamentos y principios de la Carta Orgánica eran similares a los que postula el socialismo. Por eso, en mi segunda postulación a intendente de mi localidad nos aliamos al Partido Socialista, y a partir de esa experiencia comenzamos a caminar juntos, nos afiliamos y creamos el Centro Socialista de Centenario.  Fui congresal y asesor legal del Partido. En el 2011 acompañé a Hermes Binner cuando se postuló a Presidente por el FAP como candidato a Diputado Nacional.   

«La agenda ambiental involucra no sólo el cuidado del medio ambiente, nuestra postura contra el extractivismo, la preservación del agua y el desarrollo sustentable, sino que esencialmente lo que planteamos es un cambio cultural, porque consideramos que esa es la primera de las batallas» (Luis Virgilio Sánchez). 

¿El ecologismo ocupa un lugar relevante en su propuesta?

Sin dudas, y por eso la lista del PS ha sido denominada “Ojalá La Tierra”. Las banderas en defensa de los derechos ambientales de algún modo atraviesan todas nuestras propuestas. La agenda ambiental involucra no sólo el cuidado del medio ambiente, nuestra postura contra el extractivismo, la preservación del agua y el desarrollo sustentable, sino que esencialmente lo que planteamos es un cambio cultural, porque consideramos que esa es la primera de las batallas. 

¿Cómo se ha incorporado la perspectiva de género en la propuesta electoral?

Postulamos la perspectiva de género en el abordaje de todos los temas, pero en mi caso particular tenemos propuestas concretas que nos interesa llevar al debate parlamentario, una de ellas es restablecer el inc. 2 del art. 81 del Código Penal que contemplaba la figura del “Infanticidio”, hace muchos años derogado por presión de la Iglesia, y de la cuál nadie se ha ocupado. He escrito un libro sobre el tema, Lupus Desiderium, a partir de una experiencia personal como defensor de mujeres que hasta el día de hoy se ven criminalizadas, uno de los casos más sonantes es el de Romina Tejerina, pero son muchos y se encuentran curiosamente silenciados. Entiendo que es un tema espinoso, ya que ofrece obstáculos morales en todos los sectores, incluso dentro de algunos colectivos de mujeres, pero no hay peor violencia de género que la estatal. 

¿Cómo se debería integrar la perspectiva de las juventudes en la labor parlamentaria del socialismo?

Por suerte en el partido socialismo tenemos estamentos partidarios para la juventud. La línea interna partidaria a la que pertenezco, “Alicia Moreau”, está integrada mayoritariamente por jóvenes que quieren llevar adelante un proceso de renovación en el partido. Todos los temas los discutimos colectivamente, las juventudes debaten temas que terminan abonando los ejes de nuestra propuesta y práctica. Considero que en el parlamento se debería continuar con esa dinámica.

¿El socialismo está pensando en la producción de riquezas? ¿Cuáles son las opciones compatibles con el desarrollo sustentable para tu provincia?

Pensamos en la producción de riquezas ligada al desarrollo y el trabajo, no a la acumulación.  La única opción sustentable en la provincia es diversificar la matriz productiva y una explotación responsable de los recursos naturales. Para ello también es necesario un Estado fuerte. 

¿Qué propuestas podría llevar el socialismo ante las nuevas formas de trabajo emergentes, el deterioro de los salarios y derechos laborales?

Creo que el socialismo debe poner en agenda la discusión de las nuevas modalidades de trabajo que impone el mundo actual, regido por la tecnología y la robótica. Debemos pensar en los trabajadores del Siglo XXI y en ese contexto proteger los derechos del trabajador, lo que implica tratar de desarrollar un régimen laboral dinámico que asegure la progresividad del salario y la continuidad del empleo.  

«El socialismo siempre debe priorizar la vida, la dignidad de las personas y el trabajo. La educación y la salud son integradoras de estos postulados a mediano y largo plazo, sin embargo no suelen ser prioridad en el presupuesto nacional» (Luis Virgilio Sánchez).        

¿Cómo la labor parlamentaria del socialismo podría contribuir al crecimiento en las diferentes regiones?

Presentando proyectos que se centren en intereses comunes. 

¿Cómo debe ser el posicionamiento en el Congreso del socialismo ante la crisis económica y social post COVID?

Frente a las crisis, el hilo siempre se corta por lo más delgado. El socialismo debe tener un rol protagónico en la puja distributiva y ser la voz de los más vulnerables en ese reparto. Por eso, a la hora de aprobar la Ley de Presupuesto, debemos ser tenaces en sostener aquello que nunca es prioridad para el gobierno de turno, como por ejemplo la educación y la salud. El socialismo siempre debe priorizar la vida, la dignidad de las personas y el trabajo. La educación y la salud son integradoras de estos postulados a mediano y largo plazo, sin embargo no suelen ser prioridad en el presupuesto nacional.        

¿Cómo imaginás el escenario electoral para la Argentina en 2023?

Imagino un escenario electoral polarizado, debemos trabajar para salir de ese esquema. Quizás una eventual ruptura de los espacios políticos hegemónicos pueda brindar la posibilidad a un tercer espacio, en ese escenario podría irrumpir con fuerza un Frente Progresista como el que lideró Binner en su oportunidad con el FAP. Sin dudas las próximas elecciones legislativas van a ser decisivas para visualizar el escenario electoral de cara al 2023.

Paolo Etchepareborda: «El socialismo debe pensar en las mejores leyes para sostener colectivamente a quienes están afuera del sistema»

Paolo Etchepareborda: «El socialismo debe pensar en las mejores leyes para sostener colectivamente a quienes están afuera del sistema»

Las elecciones legislativas de 2021 se dirimen fundamentalmente en cada una de las provincias. En el sur de nuestro país, la propuesta socialista ofrece una alternativa con vocación transformadora y más allá de la polarización.

Paolo Etchepareborda encabeza las lista que el Partido Socialista llevará en la provincia de Río Negro como precandidato a diputado nacional, la misma lleva las consignas de «Igualdad» y «Ecosocialismo». Sus propuestas están atravesadas por los más altos valores progresistas y una manifiesta vocación por transformar una realidad signada por el estancamiento, la pobreza y la desigualdad. Con una fuerte presencia de la agenda ambientalista y feminista, el PS alza su voz en el Sur de nuestro país como una opción diferente. Sobre su trayectoria personal, su visión de la realidad y sus iniciativas conversamos con Paolo Etchepareborda para La Vanguardia.

¿Cuál es el valor diferencial de los/as candidatos socialistas en estas elecciones?

En nuestra provincia desde el Partido Socialista venimos, desde hace varios años, estudiando la problemática ambiental, debatiendo la necesidad de construir una propuesta política que incluyera como eje vertebrador un pacto eco-social desde una perspectiva latinoamericanista basada en la teoría del “buen vivir”, creo que esto no lo ha hecho ninguna otra fuerza política y desde punto de vista tenemos una propuesta con un valor diferencial.

¿Cuándo y cómo llegaste al Partido Socialista?

Me sume al Partido Socialista en el año 1994; mis primeros meses de militancia fueron en la universidad pública como estudiante del Profesorado de Historia en una agrupación programática que integraba el MNR y que se llama DEMo (Democracia Estudiantil Movilizada). A los pocos meses ya estaba militando en el Centro Socialista de Viedma

¿El ecologismo ocupa un lugar relevante en su propuesta?

Lo ambiental es parte central en nuestra propuesta.

«Acá estamos planteando otra cosa muy distinta: producir lo necesario solo para lo que nos hace falta» (Paolo Etchepareborda).

¿Cómo se ha incorporado la perspectiva de género en la propuesta electoral?

En nuestra propuesta planteamos que no es posible una política de género sin que se reconozca plenamente los derechos de la diversidad y puntualmente para ello sostenemos que es fundamental que estos derechos incluyan todos los actos de la vida (trabajo, vivienda, etcétera). En cuanto a este punto también sostenemos la necesidad de presupuestos acordes a las necesidades y no programas acorde a los presupuestos.

¿Cómo se debería integrar la perspectiva de las juventudes en la labor parlamentaria del socialismo?

En principio creemos que la juventud debe tener el derecho a participar en listas, conducciones partidarias y espacios de representación garantizados por Ley, esto es una tarea a mediano plazo, pero que debe formar parte de la agenda de nuestro partido. En principio debemos plantear políticas con una mirada de inclusión y no paternalista y/o asistencialista.

¿El socialismo está pensando en la producción de riquezas? ¿Cuáles son las opciones compatibles con el desarrollo sustentable para tu provincia?

Creo que hoy el Partido Socialista no está debatiendo estas cosas y debería hacerlo. No soy de los que piensan que nuestro partido debe ser igual al de fines del siglo XIX, pero tampoco debe estar tan lejos de lo que representan sus ideas fundacionales: enfrentar al sistema capitalista si es una batalla que no debemos abandonar, en principio desde lo filosófico y cultural si no lo hacemos nos resultará imposible dar otras batallas.

En nuestra provincia creemos que no es compatible hablar de desarrollo sustentable en el marco de nuestra propuesta que está relacionada con el “buen vivir” y el respeto a la naturaleza; cualquier sistema desarrollista implica seguir explotando los bienes naturales en función de generar riqueza. Acá estamos planteando otra cosa muy distinta: producir lo necesario solo para lo que nos hace falta.

¿Qué propuestas podría llevar el socialismo ante las nuevas formas de trabajo emergentes, el deterioro de los salarios y derechos laborales?

El socialismo debería pensar en la regularización de estos nuevos trabajadores/as, generando cooperativas e impidiendo la competencia feroz y la autoexplotación que generan estas nuevas formas de trabajo.

«No soy de los que piensan que nuestro partido debe ser igual al de fines del siglo XIX, pero tampoco debe estar tan lejos de lo que representan sus ideas fundacionales» (Paolo Etchepareborda).

¿Cómo la labor parlamentaria del socialismo podría contribuir al crecimiento en las diferentes regiones?

Lo primero que tenemos que llevar adelante es una metodología que implique generar una acuerdo nacional sobre qué tipo de crecimiento queremos los y las socialistas y para qué.

¿Cómo debe ser el posicionamiento en el Congreso del socialismo ante la crisis económica y social post COVID?

El socialismo debe pensar en las mejores leyes para sostener colectivamente a quienes están afuera del sistema: pensar primero en ellos y ellas que en empresarios o banqueros a salvar. Acompañar las políticas impulsadas por el gobierno que vayan en este sentido y oponernos a cualquier intento de especulación con la crisis.

¿Cómo imaginás el escenario electoral para la Argentina en 2023?

Complejo pero no imposible. Me imagino un escenario de mucho debate interno y anhelo que ese debate nos lleve a fortalecer una idea de socialismo que pueda levantar con orgullo sus banderas, lejos de intereses cercanos a la centro-derecha. No creo que el 2023 sea el año para que el socialismo recupere espacios de representación si no fortalecemos y llenamos de contenido programático a nuestra organización.