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Foucault, entre el placer y el liberalismo: entrevista con Luis Diego Fernández

Foucault, entre el placer y el liberalismo: entrevista con Luis Diego Fernández

¿Qué más puede decirse sobre Michel Foucault? Luis Diego Fernández, filósofo y ensayista, ofrece una mirada original en sus últimos libros sobre el gran pensador francés con eje en su relación con el liberalismo y su concepción del placer.
Luis Diego Fernández, autor de «Foucault y el liberalismo» y «La creación del placer» publicados por Galerna.

Foucault es una máquina de vender. A casi 40 años de su muerte siguen apareciendo textos póstumos y extensos libros dedicados al pensador francés.  Aquí aparece un problema para los académicos en forma de interrogante ¿Qué cosa distinta puede decirse sobre Michel Foucault? Luis Diego Fernández ha logrado responder satisfactoriamente esa pregunta a través de no uno, sino dos estupendos libros sobre el autor.

En Foucault y el liberalismo (Galerna, 2020) explora los cursos “biopolíticos” ahondando en la relación existente entre esa técnica gubernamental denominada “liberalismo” (y luego neoliberalismo) y el Estado. Al mismo tiempo, apartándose de lo mainstream, resalta cómo para Foucault el liberalismo no es algo malo per se sino un principio de autolimitación política. Por su parte, en La creación del placer (Galerna, 2022) profundiza la línea iniciada anteriormente, indagando en las experiencias del autor y un repaso sobre la sexualidad, la dietética y las drogas. Ambos textos no sólo representan una puerta de entrada para iniciarse en Foucault, sino que también ofrecen interesantes datos biográficos, así como el acceso a ciertas lecturas anglosajonas sobre Foucault poco exploradas en Argentina.

Ambos libros concilian algunas de las múltiples facetas de Fernández: docente, divulgador, polemista, académico, ensayista. Armado de una erudición asombrosa, recorre con sencillez a un autor sinuoso, pero a partir de una mirada propia. En sus libros, como en las columnas de opinión y reseñas que publica de forma usual, no rehúye a las discusiones o los contrapuntos con otros autores. Su modo de filosofar también recorre lo performático, tensiona lo identitario y cuestiona las rigideces, al igual que su admirado Foucault. Sobre esa y otras muchas cuestiones, conversó con La Vanguardia.

La primera pregunta es un tanto obvia, pero no por eso sencilla: ¿Por qué Foucault? ¿Cómo llegás a él como autor? Y, por otro lado, ¿contra qué interpretaciones de Foucault discutís?

Yo creo que eso depende mucho de donde uno esté parado. Una cosa es Foucault en Francia, en Estados Unidos, en América Latina. Si uno piensa desde América Latina y particularmente en Argentina me parece que la interpretación de Deleuze y de los deleuzianos sobre Foucault se tornó hegemónica. Cuando digo de los deleuzianos también hablo de los autores biopolíticos italianos, como Toni Negri, por ejemplo, que está vinculado con esa posición, o Maurizio Lazzarato. Estos autores desarrollaron una lectura hegemónica con la que yo discuto porque a mí me parece que hicieron una operación, un forzamiento, y construyeron un Foucault bastante vitalista. Una suerte de oposición a lo que Foucault dice, supuestamente, respecto del biopoder a partir de la biopolítica. Como si la vida fuera una especie de resistencia al orden de los biopoderes. Eso nunca lo dice Foucault. Cuando Foucault habla de biopolítica lo hace de manera muy precisa, en muy pocos textos, en el primer tomo de la Historia de la sexualidad, en Defender la Sociedad, en algunas intervenciones como las conferencias de Río. Foucault habló muy poco de biopolítica, y sobre esas intervenciones se construyó todo un largo desarrollo. Sobre todo, Deleuze, que es un autor que adoro, pero como su filosofía era vitalista, operó en algún sentido tratando de llevar a Foucault hacia ese lugar cuando para mí Foucault es un filósofo escéptico, esta es mi lectura, y está en el libro. Para mí Foucault básicamente es un escéptico en el sentido de que no tiene una posición proselitista con respecto a nada. No es un filósofo que haga ningún tipo de proselitismo pero eso no quiere decir que no haya apoyado causas militantes.

«Para mí Foucault básicamente es un escéptico en el sentido de que no tiene una posición proselitista con respecto a nada. No es un filósofo que haga ningún tipo de proselitismo pero eso no quiere decir que no haya apoyado causas militantes».

Como dice Richard Rorty, un ironista.

Y sí, es un escéptico de temperamento libertario, yo lo defino así. Libertario en el sentido de crítico de todo tipo de orden disciplinario, estatal y no estatal. Creo que por eso es posible que Foucault sea leído por izquierda y también por derecha a veces. Creo que esa lectura vitalista es hegemónica en Argentina, se trabaja Foucault junto con Deleuze muy a la par, como si fueran autores primos. Eran grandes amigos, tenían puntos en común, algunas convergencias, pero la verdad es que hubo un punto de ruptura fortísimo. A partir del año 1977 Foucault nunca más le habla a Deleuze. Hay un quiebre que tiene que ver con razones filosóficas, políticas, hasta metodológicas, pensaban muy distinto. Ahí se disocian completamente. Foucault me parece a mí que tenía una posición mucho más, ¿cómo decirlo?, más madura. Mientras que creo que Deleuze a veces era un poco más juguetón, un poco más inmaduro con respecto a la política. El se decía de izquierda, pero era una izquierda muy intelectual, medio indefinible. Mientras que Foucault, no, me parece que tenía posiciones mucho más sesudas. Volviendo a la pregunta, creo que esa es la lectura hegemónica de la cual yo trato de desmarcar a Foucault. Esa lectura es posible, pero hay otras. Por ejemplo, en mi libro Foucault y el liberalismo aparece François Ewald, que es un discípulo de Foucault, que es liberal. Ewald tuvo posiciones que fueron muy criticadas por gran parte de los foucaultianos, pero la verdad es que es quien curó los cursos del Collège de France, fue su asistente. Es alguien con quien Foucault trabajó mucho. Además, es autor de un libro muy interesante sobre el Estado de Providencia que no está traducido al castellano. Ahí hay otra línea, entender la noción de biopolítica al interior de la construcción del Estado de Bienestar, por ejemplo. Toda una tradición más socioliberal, si vos querés, muy interesante. Hay lecturas inglesas de Foucault que también son bastante filoliberales. Tengo la impresión que en América Latina esa preeminencia deleuziana, italiana, es fuerte. Y yo trato de discutir con ello.

Yendo a los libros, en la última parte de tu segundo libro, La creación del placer. Cuerpo, vida y sexualidad en Michel Foucault hablás de la hegemonía discursiva, que a través de los protocolos esconde a un chantaje puritano. ¿Qué es eso del chantaje chantaje puritano? Esto es algo que mencionás en relación con el COVID, si no recuerdo mal, pero que podría tener una lectura más amplia.

Sí, eso está en mi libro La creación del placer. Lo planteo en relación con la impresión que tengo que hay una deriva, sobre todo en ciertos sectores progresistas, que te puede llevar a una suerte de chantaje. Lo digo en ese marco porque me parece que las políticas identitarias conducen a la figura de la víctima. Si uno está en contra de las políticas identitarias, en algún sentido estaría a favor de los que dominan y en contra de la víctima. Entonces, es como un chantaje. O estás a favor de los dominados y de las víctimas o estás a favor de los amos y de los que dominan. No hay una posibilidad de un gris. Y creo que ahí lo planteaba en relación con el COVID porque era similar. O estabas a favor de la vida, del cuidado de la vida, de la protección o si estabas en contra de las medidas tan disciplinarias, por así decirlo, estabas a favor de que la gente muera, sin ningún tipo de contención. Son como alternativas de guerra, en ese sentido es un chantaje. O te ponés de un lado o te ponés del otro. Me parece a mí que Foucault, en general, trata de salirse de esos esquemas de chantaje. Por eso es un filósofo que es difícil de clasificar en términos políticos. Es todo un problema cómo se lo clasifica políticamente a Foucault, él mismo era consciente de eso. Decía que lo habían etiquetado como conservador, como marxista, antimarxista, como neoliberal, como tecnócrata, gaullista. Prácticamente todas las categorías políticas que Foucault en algún momento asimiló. Y decía, un poco en broma, un poco en serio: “cada categoría en sí misma a mí no me identifica pero todas juntas probablemente sí”. Entonces, hay algo de Foucault en diferentes espacios. Por eso permite interpretaciones tan diversas, me parece. Bueno, esto es una deriva, vuelvo al tema del chantaje. Me parece que sí, la idea era salir un poco de ese pensamiento dicotómico. En este caso, en relación con las medidas de corte disciplinarias que se tomaron con respecto al COVID. Uno de los pocos que habló de eso fue Agamben, que fue muy criticado. Yo creo que Agamben fue coherente, el viene diciendo lo mismo desde el año 1995, desde Homo Sacer. Entonces, ¿por qué tendría que decir algo distinto respecto del Estado de excepción? Es exactamente lo mismo con una situación que no son los campos de concentración pero que también implica medidas de corte disciplinario, tanatopolíticas en algunos casos. ¿Por qué tendría que decir algo distinto? Lo que cambió es la coyuntura, esas posiciones fueron en general tomadas como banderas por discursos de derecha y de extrema derecha. Fue una convergencia de Agamben con la derecha dura. Y Agamben dijo, bueno, no tengo problema, si ellos coinciden conmigo, bárbaro, yo no voy a decir otra cosa.

Sí. De hecho, si no me equivoco, ahí tuvo una discusión con Jean-Luc Nancy. Creo que esto luego fue publicado en una serie de artículos titulados Sopa de Wuhan.

Sí, es un compilado. Hay una intervención de Byung-Chul Han también. Este texto está bueno. Yo creo que Agamben, si uno tiene que ser honesto, tiene una postura un poco negacionista. Prácticamente había minimizado al extremo que esto fuera un virus letal. Ahí yo no estoy de acuerdo. Pero sí me parece que la respuesta fue desproporcionada. Además, lo dijo cuando Italia tuvo un pico, una primera ola altísima, en 2020, se opuso a todo tipo de medidas. Y se oponía sobre todo en relación con el cuerpo, con la cara. Hay un texto muy interesante donde habla de cómo la máscara te tapa el rostro, y el rostro es fundamental para la política, para el hacer político. Consideraba que se estaba construyendo una sociedad despolitizada, hiperindividualista, mediatizada. Son posiciones de una izquierda libertaria, si vos querés. Donde aparece el cuerpo, la cuestión del encuentro autogestivo, las plazas. Todo eso es muy asambleario en definitiva. Y el estaba sosteniendo eso, «estamos perdiendo ese espacio producto del COVID». O, en todo caso, por las políticas en función del COVID.

¿Puede ser que esto de la preeminencia de la lectura italiana, por lo menos en la parte biopolítica, que se divide entre de Agamben, del que estuvimos hablando hace un rato, y Roberto Esposito? ¿Viene por ahí?

Es posible. Así como se trabaja sobre el tándem Foucault-Deleuze, ahora se agregó a Agamben y Esposito. Hay como una línea directa. Yo trato de trabajar a Foucault en relación con autores ingleses o estadounidenses, con las lecturas angloamericanas, como las de Michael Behrent y Mitchell Dean, o con lecturas francesas que son disonantes. De hecho, en Francia en los últimos años empezaron a aparecer libros que de alguna manera están abonando esta hipótesis de un Foucault, entre comillas, liberal, a fin de los 70. Están los textos de Geoffroy de Lagasnerie, Serge Audier y Daniel Zamora. Los rockstars italianos aparecen por todos lados, tienen mucha prensa, estos son autores más académicos que están trabajando en esa hipótesis. Sin embargo, esto viene de mucho antes, porque en el mundo anglo ya había otros autores explorando esta línea como Colin Gordon. Todo mi libro Foucault y el liberalismo está apoyado sobre El nacimiento de la biopolítica, que es aquel curso que Foucault dictó en 1979. Ese curso tiene una característica bastante peculiar, que se editó en francés en 2004. Foucault habla en el 79 sobre el liberalismo y recién leímos lo que él dijo en el año 2004, hay un desfasaje histórico abismal. Yo creo que uno de los grandes problemas, me parece a mí, o de las grandes incomodidades, tal vez para algunos, es que Foucault dijo cosas sobre el liberalismo en el 79 que en el 2004 sonaban muy extrañas. Porque pasó el reaganismo y el thatcherismo. Foucault decía cosas que desde mi punto de vista es imposible no ver que había una atracción ahí. Salvo que uno haga una operación muy malintencionada de sesgo para hacerle decir cosas a Foucault que no dice, él no formula prácticamente ni una crítica al liberalismo. Una solamente tal vez cuando dice que hay una relación con el panoptismo, pero lo dice con respecto al liberalismo clásico, no hacia el neoliberalismo. Foucault habla bien del neoliberalismo, se podría decir. Pero lo decía en el año 79, cuando no existía el reaganismo ni el thatcherismo. Hay que situarse ahí, hay que pensar qué referentes tenía Foucault en su cabeza cuando hablaba de neoliberalismo. Y los referentes eran el ordoliberalismo alemán y Giscard d’Estaing en Francia. Pero sobre todo el caso alemán, y particularmente el Partido Socialista alemán. El veía en el Partido Socialista un abandono progresivo de las tesis marxistas-keynesianas y la adopción del ordoliberalismo, que es lo que hizo Helmut Schmidt. A él le interesó todo ese proceso de salida del nazismo. Cuando hablaba de neoliberalismo primero pensaba en eso. Después llegó a la escuela de Chicago, que también está citada. Pero él decía esas cuestiones y en 2004 la referencia era otra. Había una disonancia. Las condiciones de recepción habían cambiado completamente.

Exacto. Esto que mencionás de las condiciones de recepción, ya para 2004 el término neoliberalismo funcionaba para algunos sectores como prácticamente un insulto político.

Como un término peyorativo.

«Uno podría decir que esa ala socioliberal rocardiana influyó en muchos políticos franceses posteriores como Emmanuel Macron o Manuel Valls. Esto está testimoniado, Foucault iba a convenciones, tenía diálogo con asesores que estaban vinculados con Rocard. Sí, me parece que hay un vínculo entre ese último Foucault con el rocardismo que es necesario que se trabaje más».

Exactamente.

Y Foucault en ningún momento utiliza ese término así. No lo usa como un término peyorativo. Te diría que lo usa como un término técnico, analítico, descriptivo. Dice que esa palabra aparece en el coloquio Walter Lippmann en 1938 en París, un evento donde se juntaron todos los liberales para ver qué hacían con el liberalismo clásico. Porque estaba en crisis. En 1938 no estaba de moda el liberalismo, estaba el nazismo, el estalinismo. Ahí se juntan los liberales en ese gran coloquio, gente de la Escuela Austriaca de Economía, ordoliberales, no estaba la escuela de Chicago todavía, había franceses. Y Foucault menciona un personaje muy interesante que se llama Rüstow, un economista de la escuela ordoliberal que propone el término neoliberalismus. Un nuevo liberalismo. Los principios del liberalismo clásico laissez-faire ya no funcionan, no son operativos, el mundo es otro, en 1938 hay dos problemas fundamentales: los monopolios y el déficit social, la pobreza. Si no hacemos algo con esto, dicen los liberales, si no damos una solución liberal, nos van a ganar por izquierda los comunistas. Y supuestamente el neoliberalismo era una respuesta a eso. O sea, si vos querés, es una respuesta progresista desde la tradición liberal. No tiene nada que ver con lo que después se entendió como la desregulación absoluta, la ausencia del Estado. Al revés, el Estado estaba presente. Presente de un modo quirúrgico, individualista, pero presente. A tal punto estaba presente que otras de las acepciones que Foucault repasa del neoliberalismo son liberalismo sociológico e incluso liberalismo de izquierda. Toda esa genealogía que es extraordinaria que hace Foucault está referenciada sobre todo en esto. Primero en el coloquio Lippmann del año 38 y después en la salida de Alemania del nazismo, Adenauer mediante. La experiencia tanto del socialismo alemán como del socialismo francés.

Hace un tiempo, en Twitter, mencionaste que Foucault terminó cercano a Michel Rocard y su movimiento. ¿Por qué creés que está subanalizado ese vínculo?

A mí me parece central este tema del rocardismo en los estudios foucaultianos, de hecho, quiero escribir un paper sobre eso, está muy poco analizado. Está probado, hay documentos que marcan que Foucault tenía vínculos con el rocardismo. Si uno se para en lo que es el mundo de izquierda en la Francia de aquel momento, particularmente del Partido Socialista, tenía dos grandes alas. Estaba Mitterrand con quien Foucault siempre fue muy crítico. Se opuso a la unión de la gauche. No quería esa unión del Partido Socialista con el Partido Comunista que termina llevando a Mitterrand a ser Presidente. Se opuso a esa unión porque era tremendamente anticomunista, “rabiosamente anticomunista”, como dice Didier Eribon que es uno de sus mejores biógrafos. Y por otro lado estaba lo que era la segunda izquierda liderada por Rocard, que propone una visión más descentralizada, más pro-mercado. Rocard fue uno de los que propició la traducción al francés de las obras de Hayek para que tengas una dimensión. Y Foucault estaba con Rosanvallon en ese grupo. Uno podría decir que esa ala socioliberal rocardiana influyó en muchos políticos franceses posteriores como Emmanuel Macron o Manuel Valls. Esto está testimoniado, Foucault iba a convenciones, tenía diálogo con asesores que estaban vinculados con Rocard. Sí, me parece que hay un vínculo entre ese último Foucault con el rocardismo que es necesario que se trabaje más.

Esperamos ese paper.

Sí, tengo ganas de trabajar sobre eso.

Foucault es un autor con una obra muy particular, muy copiosa y heterogénea, con diferentes ediciones, etcétera. Algunos piensan un Foucault etapista, ¿Cómo lo abordaste vos? ¿Qué críticas tenés con respecto a la lectura de esa obra tan copiosa? En otras palabras, ¿Cómo leer a Foucault? ¿Cómo recomendarías leer a Foucault?

Yo creo que la manera más fácil es en función de las bibliotecas. Hay una gran biblioteca que son sus libros editados en vida. Todo el mundo que empezó a leer a Foucault arranca o por Vigilar y castigar, que es un clásico, o por el tomo primero de la Historia de la sexualidad o por la Historia de la locura, depende de la formación que cada uno tenga. Tenés sus libros editados en vida, que son trece, son pocos libros. Esa es la forma convencional. Ahora, a partir de ahí se fueron agregando otras bibliotecas de Foucault. La segunda biblioteca son los Dichos y escritos, que se empiezan a publicar en 1994. En Francia hubo varias ediciones. Esto tiene un problema en castellano porque no hay una edición completa, está segmentada. Paidós, por ejemplo, editó, bajo el título Obras esenciales, un volumen enorme, que tenía previamente tres tomos ordenados bajo una clasificación temática, una selección a mi juicio muy arbitraria, muy parcial. Tiempo después comenzó a editarse la selección de Edgardo Castro que está sacando siglo XXI, sumando textos que no estaban disponibles, pero no tenemos todavía todos los Dichos y escritos en castellano unificados. Y son muy importantes porque esas son las intervenciones en vida de Foucault, hay ciertas conferencias y entrevistas de Foucault que son hasta más relevantes que algunos de sus libros, te diría. Después, en 1997 se empiezan a editar los cursos del Collège de France, que ya están todos disponibles, que también es otra gran biblioteca, y ahora tenés una nueva biblioteca, que es el Archivo Foucault, una cantidad de cajas que tenía Daniel Defert, su pareja, que cuando Foucault muere las guarda en una bóveda bancaria y luego se las termina vendiendo el Estado francés; hoy están en la Biblioteca Nacional de Francia. Tenés cuatro entradas, cuatro bibliotecas. Ahora, esas cuatro entradas son como rastros, podés combinarlas, porque muchos cursos del Collège es muy evidente que son estudios preparatorios de lo que uno ve en los libros. Si vos ves los cursos previos a Vigilar y castigar, el tema de la pena, el castigo, la punición, sin duda estaba trabajando en lo que devino Vigilar y castigar. Hay otros cursos como Nacimiento de la biopolítica que no tienen un libro. Esto es increíble. O sea, toda la cuestión del liberalismo, por eso fue muy extraño para mucha gente, porque no hay un libro de Foucault sobre el liberalismo, hay un curso. Y Foucault, de hecho, era consciente que era necesario que escribiera un libro sobre la cuestión securitaria y biopolítica, la cuestión del liberalismo. Era necesario pero nunca lo escribió. Esto es un problema.

Hay una anécdota, creo que la se la leí a Edgardo Castro, en la que le preguntan a Foucault en una conferencia cuándo iba a escribir un libro sobre política o biopolítica. Y Foucault responde: “Tengo el material, no tengo tiempo. Si quiere, escríbalo usted”.

Claro, absolutamente. Y después tenés este archivo donde más que nada está presente el joven Foucault. Es un Foucault que trabaja sobre Husserl, Hegel, sobre filosofía alemana, el “Foucault psicólogo”. Eso se está investigando ahora. Entonces, no sé si respondo a tu pregunta, pero yo diría que en principio hay que identificar las bibliotecas. Si es un texto que corresponde a un libro publicado en vida, a una intervención o a un curso. Y después en relación con eso, yo sugiero volver a los clásicos. Empecemos por los libros. Empecemos por la Historia de la locura de la época clásica, Vigilar y castigar, y el tomo uno de la Historia de la sexualidad. Con esos tres ya tenés tres etapas claras, y después para explorar tenés los cursos del Collège.

Volviendo al libro, hablemos del liberalismo de Foucault y su biografía. Uno puede leer un poco a Foucault también, en parte, por sus propias experiencias en vida, sobre todo con algunas cosas que vos contás. ¿Cómo se vinculan el liberalismo con su viaje a California y, en especial, en como él experimenta la sexualidad?

Eso es clave, fundamental te diría. De hecho, hay un libro que salió hace poquito de Éric Marty que se llama El sexo de los modernos, ahí hay una figura que utiliza que a mí me gusta mucho, él dice: “Foucault es un poseuropeo”. Me encantó. Yo creo que de todos los filósofos franceses contemporáneos, si vos querés desde el 45, post Sartre, hacia acá, realmente fue Foucault el que más buscó la línea de fuga hacia algún territorio no europeo. A mí me parece que Foucault encontró en Estados Unidos en general, y específicamente en California, esa vía que le era necesaria, desde el punto de vista académico, pero también desde lo biográfico, para desarrollar su sexualidad. Foucault, según él mismo lo dice, tenía conflictos con su propia cultura, con la cultura francesa, que le resultaba muy restrictiva, muy protocolizadora. Y encontró en California esa salida. Foucault trabajó mucho en Estados Unidos, empezó a ir desde el año 75, y viajó como 15 ó 16 veces, sobre todo a New York y California. Hay un libro que reconstruye todo este proceso que se llama Foucault in California de Simeon Wade. Está esa célebre anécdota del ácido que tomó en el Death Valley, que algunos interpretan quizá de manera un poco excesiva como un antes y un después. Se dice que a partir de esa experiencia lisérgica Foucault cambia su proyecto intelectual. Es cierto, ese era el año 75, si mal no recuerdo, y es verdad que el proyecto de Foucault cambia hacia el 76, 77. No sé si fue por ese ácido, pero está claro que encontró en Estados Unidos otra forma de trabajo muy distinta a la que encontraba en Francia y otra forma de vivir. Sobre todo su sexualidad. Todo el tiempo menciona que le sorprendía cómo los hombres tenían vínculos con otros hombres sin ningún tipo de prejuicio en San Francisco en la década del 70. Y sobre todo el gueto leather que es el que le interesaba, la cuestión del sado. Le resultaba interesantísimo pensar la sexualidad y la homosexualidad en especial más como un modo de vida, como una ascesis, como un trabajo ascético sobre el cuerpo de uno, sobre el cuerpo de los demás y no tanto en términos normativos, de derechos. Eso para él era algo nuevo, absolutamente nuevo. Creo que sí, en ese sentido encontró en California un lugar, iba a decir de liberación, pero no es de liberación, sino un lugar, te diría, de experimentación y de desarrollo de esa forma.

«Foucault decía que el sexo era aburrido. Le resultaba más interesante pensar en otro tipo de expresiones placenteras que no tuvieran que ver con la genitalidad. Y una de ellas era el sadomasoquismo, la posibilidad de erotizar vínculos de mando, de obediencia, sin que haya una genitalización en el medio. Igual con las drogas. La posibilidad de buscar placer o como producir placer, sin una cuestión genital».

Siguiendo con La creación del placer, te quería preguntar por el sadomasoquismo para Foucault. En el libro mencionás que él describe al sadomasoquismo como “una actividad creadora y multiplicadora de esos placeres” ¿Qué quiere decir con esto Foucault?

Una de las pocas entrevistas donde Foucault habla de manera explícita sobre esto se llama “Sexo, poder y política de la identidad”, se publicó en The Advocate, una revista que aún existe y es muy importante para la comunidad LGTB. Foucault la hizo, si mal no recuerdo, en el año 82 y se publicó postmortem en el año 84. Allí él habla de forma literal de su experiencia de la homosexualidad y de cómo vivía esta cuestión sado. Ahí hay hasta una teoría del sadomasoquismo. Una de las cosas que dice Foucault es que primero hay que sacar esta imagen de que el sadomasoquismo tiene que ver con la violencia. No tiene nada que ver con la violencia. Tiene que ver con relaciones estratégicas de poder. Lo que le interesaba a él era esa erotización, si vos querés, de estas relaciones de poder que eran reversibles. Es la posibilidad de la reversibilidad del poder, lo cual es muy coherente, muy consistente con la teoría del poder de Foucault del 77 en adelante. Con la gubernamentalidad Foucault se aleja de la hipótesis nietzscheana, de pensar el poder en términos de guerra, de dominación, y empieza a pensar el poder como una relación estratégica reversible que no implica coacción, que no implica violencia, sino que puede ser aceptada, que puede ser consentida. Y eso lo acerca incluso a posiciones liberales. Ahora, en el plano moral, si vos querés, o erótico, la forma de representar eso es el sadomasoquismo. Porque el sadomasoquismo básicamente es eso, erotizar relaciones estratégicas de poder mutuamente consentidas, aceptadas. Yo acepto ser esclavo, yo acepto ser amo. Ahora, esa aceptación no es que quede cristalizada así. Acepto ser amo en este momento, pero puedo cambiar y puedo ser esclavo después. O sea, está en permanente reversibilidad. Eso le interesaba, y también el tema de la desgenitalización. Hay todo un capítulo en mi libro “La creación del placer” donde hablo de eso. Foucault decía que el sexo era aburrido. Le resultaba más interesante pensar en otro tipo de expresiones placenteras que no tuvieran que ver con la genitalidad. Y una de ellas era el sadomasoquismo, la posibilidad de erotizar vínculos de mando, de obediencia, sin que haya una genitalización en el medio. Igual con las drogas. La posibilidad de buscar placer o como producir placer, sin una cuestión genital. Creo que tiene que ver con eso, con repensar el cuerpo también. Cómo sacarlo de esa jerarquía, sacarlo de esa centralidad, pene, vagina, digamos. Cómo moverse de ahí.

Sí, de hecho, algo vinculado con esto, otra frase que a mí me quedó mucho en el libro, es cuando hablás de un “devenir gay”, que creo que está bastante vinculado con esto que estás diciendo de la creación de placeres.

Es muy curioso, porque utiliza esa expresión pero no tiene que ver con una expresión en términos identitarios. Uno puede decir, bueno, hay que devenir gay, eso quiere decir fortalecer una identidad con límites claros, duros, fijos. Esto es un gay, esto no es un gay. No, Foucault en verdad lo que planteaba es que es más interesante pensar el devenir en términos de una ruptura de la identidad. Decía: “es muy aburrido ser siempre el mismo”. Por tanto, muy lejos de Foucault está la posición de cristalizar una suerte de jaula identitaria, endogámica, digamos. Me parece que el proceso del devenir gay tiene que ver con eso, no tanto con la cristalización, sino con la apertura a posibles. En el campo de la sexualidad romper con esa visión monolítica, por así decirlo. No es ser gay en un sentido duro, excluyente, sino estar abierto a otras prácticas. Una práctica es el sadomasoquismo, por ejemplo. Otra práctica es el fetichismo. Lo que tienen de interesante estas prácticas en el marco del devenir gay es que ponen en tela de juicio la separación hétero-homo. Es casi irrelevante si uno es heterosexual u homosexual en el marco de un vínculo sadomasoquista. No es nada. Creo que el devenir gay tiene que ver con eso, con un proceso exploratorio, experimental, más allá de esta jaula identitaria.

Siguiendo esa línea, ¿Podemos considerar a Judith Butler y Paul B. Preciado como herederos o tributarios de esta idea?

Puede ser, pero parcialmente. Si voy a Preciado primero, él es bastante crítico de Foucault. Yo de hecho escribí un paper donde trato de responder algunas de las objeciones que le marca Preciado a Foucault. Por ejemplo, lo que plantea es que es necesaria la cuestión molar. O sea, es necesario un momento de fuerte identitarismo, un agrupamiento de fuerzas de una minoría para cambiar cierta correlación de fuerzas. Y eso después impacta en términos estatales, en leyes. Yo creo que Preciado obviamente tiene razón. Para lograr ciertos cambios, tanto en el plano sexual como en cualquier otro plano, es necesario primero solidificar una identidad, porque si no sos reconocido desde el punto de vista social, es imposible que reclames. Entonces, lo que uno tiene que decir es: “nosotros los gays somos así. Y queremos esto, queremos casarnos”. Ese es un plano molar, es un plano identitario duro que, desde el punto de vista táctico de la política representativa, si vos querés, es una condición necesaria. Y Foucault nunca dijo que no. Dijo, sí, eso fue necesario, pero ya no lo es tanto. El ya consideraba que no era tan necesario en ese momento, en los 80. Pero Preciado sigue considerando que es necesario. Ahora, a ese movimiento molar identitario hay que oponerle un movimiento más molecular que implique una ruptura de ese límite, una visión más en clave de devenir en el sentido de Deleuze. Romper las identidades, explorar. Pero son dos movimientos paralelos. A veces tenemos que solidificarnos para lograr una lucha más efectiva y a veces tenemos que zambullirnos en la experimentación con una finalidad placentera. Esto es lo que diría Preciado, creo yo. Butler me parece que tiene una posición similar. Butler habla sobre el reconocimiento. Lo que ella dice es que las minorías necesitan ser reconocidas. Y ser reconocidas en el marco de una democracia liberal necesariamente implica fijar límites. Yo creo que Butler tiene un costado liberal que no se ve tanto, ¿no? Ella habla muy en favor de la autonomía de los cuerpos, que es toda una dimensión hasta libertaria, te diría, que no se marca tanto. Esa dimensión está y es necesaria una identidad fuerte para lograr derechos. Después está la otra dimensión, más performativa, de la subversión de la identidad, que a veces es medio estetizante. Una de las críticas que se le hace a Butler es esa. Por izquierda y por derecha. Por ejemplo, estoy recordando un artículo de Martha Nussbaum, que es una rawlsiana, donde dice, bueno, esta solución de la subversión de la identidad en términos paródicos, con la figura de la drag queen, está bien, puede ser divertida en términos académicos, especulativos, pero cuando vamos a la realidad de que las mujeres se mueren de hambre, ahí no hay performatividad alguna. Cuando hay un caso de violencia, ¿cuál es la performatividad? O sea, si yo trato de percibirme en un sentido contrario al de mi asignación y actuar en esa dirección, está perfecto. Pero eso no está solucionando los dramas que tienen que ver con las condiciones sociales, de pobreza, marginalidad, violencia de género. Creo que es verdad, a veces en Butler hay como una deriva un poco estetizante. Pero volviendo a Foucault, no sé si son tanto sus deudoras, me parece que toman algunos elementos de su filosofía. Foucault nunca habló del género, por ejemplo, nunca mencionó el término género, y tampoco habló mucho sobre el tema del orden patriarcal, hay alguna mención al patriarcado en su obra, pero no son temas que él trabaje. Foucault es medio incómodo para el feminismo, para posiciones feministas es un autor incómodo.

En otro capítulo del libro La creación del placer vos trabajás el cruce entre Foucault y el feminismo. Y ahí, si no me equivoco, hablás de la pelea con Simone de Beauvoir y, también, sobre su controvertida, cuanto menos, posición respecto a la violación.

Sí, bueno, creo que con el tema de Beauvoir hay una cuestión hasta personal, porque cuando sale Las palabras y las cosas ella critica muy duramente el libro, Sartre también lo hace, dice que es un libro burgués, que es un libro hasta tecnócrata, gaullista. Yo creo que tenían razón en algunas observaciones, es un libro conservador en el sentido de que es un libro de órdenes, o sea, es una sucesión de órdenes epistemológicos. Y el hombre en verdad es un efecto de cada episteme, entonces, sí, la verdad es que está más reducida esa capacidad de acción al interior de cada episteme o cada orden. Pero me parece que Foucault se lo tomó con mucha dureza, había un tema personal con Simone de Beauvoir. Con respecto al tema de la violación, es un tema muy delicado, tiene que ver también con la acusación de Guy Sorman de pedofilia en Túnez, en mi libro “La creación del placer” hay todo un capítulo dedicado a analizar esto en detalle. Hay que pensar que en los años 77, 78, hay una cantidad de intervenciones de intelectuales franceses en relación con los vínculos sexuales entre adultos y menores en Francia. Fue tema de debate público que también tenía que ver con el problema de la mayoría de edad; había una discriminación normativa respecto de la edad entre vínculos consentidos heterosexuales y homosexuales. La legalidad para las relaciones heterosexuales eran los 15 años y para los homosexuales los 18. Uno de los reclamos era que esto tenía que ser equitativo. Pero algunos planteaban el eje del consentimiento independientemente de la edad. Entonces, ahí aparece todo ese debate, Foucault interviene varias veces en relación con eso. ¿Hasta qué punto hay consentimiento de un menor? ¿Si un menor consciente hay que tomar ese consentimiento como un ejercicio de libertad, de autonomía, de conciencia plena?, ¿hasta qué punto es posible? Yo ahí formulo una crítica a Foucault cuyo argumento colocó el énfasis en el consentimiento. Esto aparece en un texto que es una intervención en radio titulada “La ley del Pudor”. El lo plantea a partir de una posición liberal, usa literalmente el término “liberal”. Dice, bueno, si hay consentimiento, no hay nada en que intervenir. Lo que pasa es que no fija un límite de edad. Entonces, uno puede pensar, si un niño consiente, ¿hay que tomar esa palabra como una palabra plena? Yo creo que no. Ahí hay algo que es muy extraño de Foucault. Hay una asimetría de poder que él no vio. Hay una asimetría de poder que no puede ser que no considere. Indudablemente puede haber algún tipo de incitación. Sin que haya incluso una coacción, un forzamiento, un adulto puede convencer a un niño para que haga algo. Es muy llamativo que Foucault no haya visto esa asimetría de poder. Es muy curioso también. Coincide con el momento más liberal de Foucault donde pensaba el poder en términos de reversibilidad. Es muy polémico, muy espinoso, pero es lo que dijo. Yo marco mi separación. Pero, a ver, es justo decir que era un debate de toda la intelectualidad francesa. Yo creo que fue un efecto colateral de mayo del 68. O sea, es una búsqueda de libertad al extremo, si vos querés, que no dimensionó estos elementos.

Yo quiero preguntarte algo vinculado a esto: ¿Cómo pensar su activismo político? ¿Por qué está también esta insistencia en general de politizarlo, y bueno, quizás, de alguna manera, de tratar de encasillarlo? ¿Cómo pensaba él esa relación con la política pública?

Ahí también hay muchos momentos. Yo diría que Foucault siempre pensó la política en términos de luchas específicas. Es cierto que Foucault se afilió al Partido Comunista de muy joven, dos años y medio. Producto del influjo de Althusser, de los althusserianos, en la década del 50. Rápidamente se va, rompe con el Partido Comunista. Poco tiempo después viajó a Polonia, vio cómo estaba implementado un esquema de ese tipo y no se sintió cómodo. Se dice que era observado también. Además, por su condición homosexual, claramente. Entonces ahí hubo una ruptura con respecto al comunismo. Se aleja de eso. En los 60 te diría que Foucault tiene una cercanía con el gaullismo. Y luego hay un cambio muy abrupto, el Foucault militante de izquierda radical, que es el que aparece entre el 70 y el 75. Es el Foucault cliché. El de la foto con el megáfono y con Sartre. Cuando se habla del Foucault militante en general se habla de ese Foucault, de la primera mitad de la década del 70. Y ahí es imposible no hacer mención al G.I.P, el Grupo de Información sobre las Prisiones, que fue una intervención política pero no partidaria. La idea era ir a prisiones junto con Deleuze y otros integrantes, hacer algún tipo de relevamiento, dar la palabra a los presos. Eso es muy 68 en el sentido de que toman el poder los que están abajo, que hablen los presos, los estudiantes, los obreros pero sin un esquema de mediación estatal. Sacar todas las mediaciones. Un poco el GIP fue eso. Pero la verdad es que fue un experimento muy breve, duró un año y medio, del 71 al 72 más o menos. Después se abrió otro grupo de información sobre la salud, donde se luchó por el tema del aborto, por el derecho al aborto. Foucault decía que el aborto no tenía que ser un tema propio de médicos, sino de cualquier persona. Las intervenciones de Foucault eran en este sentido. Ahí apareció, sobre todo en el año 72, 73, la cercanía con el maoísmo. Él no era maoísta pero tenía vínculos con estudiantes y con intelectuales maoístas. Todos los vínculos de Foucault con la política no eran orgánicos, eran vínculos, no sé cómo llamarlos, tácticos tal vez. Se acercaba a un grupo porque quería lograr cierta finalidad y esos grupos podían ser maoístas o podían ser rocardianos, pero en definitiva eran alianzas más bien tácticas. Foucault nunca tuvo un vínculo orgánico, nunca fue un intelectual orgánico. Era un intelectual específico, según él mismo decía. Específico es pensar un problema en situación, al interior de la coyuntura francesa, o sea, había muchas determinaciones cuando él tomaba una posición política. Y en ese sentido hay un montón de intervenciones, por supuesto. Pero, insisto, hablaba desde un punto de vista más bien específico y táctico. A mí siempre me hace ruido a veces cuando se trata de apropiar a Foucault con una finalidad muy orgánica, porque si hubo un filósofo que no respondía a eso era él.

«No se puede separar, creo yo, la vida de Foucault de su teoría. La verdad es que están muy relacionadas. Si hubo un filósofo que todo el tiempo quería desmarcarse de lo identitario, del rostro, era él. Decía que escribía para perder el rostro. Todas estas prácticas en definitiva buscaban romper ese rostro, horadarlo, tratar de modificarlo».

Y en esto de la militancia, siempre volvemos a la relación de Foucault con la sexualidad. Es como que parece que Foucault militó él mismo a esta cuestión del poder como algo que fluye en carne propia a través de su sexualidad, el experimento con las drogas y demás.

Sí, es verdad, eso se ve más en algunos filósofos que en otros. Hay un término que usa Paul B. Preciado, que es “autocobayo”. En Testo Yonqui, un libro que me encanta, dice que este principio autocobayo es aquel en el cual el propio filósofo se toma como material de experimentación De hecho, pone como ejemplos las relaciones de Freud con la cocaína, Walter Benjamin con el hachís, Foucault con el LSD y el sadomasoquismo, y él mismo con las hormonas y demás sustancias. Creo que sí, Foucault tenía esta dinámica de ser cobayo de su propio experimento. Sin duda todo lo relacionado con sus prácticas sadomasoquistas, sus prácticas de libertad, tiene que ver con eso. No se puede separar, creo yo, la vida de Foucault de su teoría. La verdad es que están muy relacionadas. Si hubo un filósofo que todo el tiempo quería desmarcarse de lo identitario, del rostro, era él. Decía que escribía para perder el rostro. Todas estas prácticas en definitiva buscaban romper ese rostro, horadarlo, tratar de modificarlo. Creo que su preeminencia del placer por sobre el deseo, esa elección del término placer por sobre el deseo, tiene que ver con esto. Decía que el placer es el lugar donde se disuelve el sujeto, mientras que el deseo busca su solidificación. Entonces, el placer es un lugar de apertura a posibles nuevos y eso en las drogas y en el sadomasoquismo estaba.

En relación con esto, que va con la última parte del segundo libro, ¿Vos te considerás en ese sentido un tributario de Foucault, como un militante de este tipo de cosas? ¿Vas pensando en estos aspectos, del Dandy, la Diva?

Yo me siento primero alguien que estudia a Foucault. Básicamente soy un estudioso de Foucault. Soy un foucaultiano en el sentido que metodológicamente pienso desde una forma genealógica y arqueológica. Desde mi experiencia de vida, en términos más biográficos, si vos querés, sí, a veces uno tiene ciertas experimentaciones, a veces uno cae en ciertos devenires, como hablo en el epílogo de “La creación del placer” del devenir dandy, del devenir diva, del devenir imperceptible. Son diferentes experiencias que tienen que ver con la sexualidad, tal vez con las drogas a veces. ¿Si eso implica cierto influjo de Foucault? Y sí, sin duda que sí, como de Deleuze también. Los veo como prácticas de libertad. Me parece que esas formas de devenir son ejercicios de la libertad. Es muy fuerte decir que uno es discípulo. No soy discípulo de Foucault porque no lo conocí, pero sí es claro que es un filósofo que es fundamental para mí, tanto en mi construcción teórica como en mi estilo de vida. Es un filósofo que me llevó hasta replantear cómo vivo, qué cosas hago, por qué las hago. Eso es lo que hace un filósofo. Cuando un filósofo es potente te interpela en un plano íntimo. Y sí, Foucault lo hizo.

QUIÉN ES

Luis Diego Fernández es Doctor en Filosofía (Universidad Nacional de San Martín) y Licenciado en Filosofía (Universidad de Buenos Aires). Profesor de Problemas Filosóficos en la Universidad Torcuato Di Tella e Investigador del Instituto de Filosofía Ezequiel de Olaso (Centro de Investigaciones Filosóficas y CONICET). Su campo de investigación es la filosofía francesa contemporánea, en particular las obras de Michel Foucault y Gilles Deleuze. Dictó seminarios y conferencias en diversas universidades e instituciones nacionales.

Ha publicado los libros La creación del placer. Cuerpo, vida y sexualidad en Michel Foucault (2022), Foucault y el liberalismo (2020), Libertinos plebeyos (2015), entre otros. Participó de la antología Políticas del deseo, ética de los placeres. Entre el poder y la vida, la encrucijada de la sexualidad en Foucault y Deleuze (2021). Coordinó y prologó las antologías Filosofía Sub 40. Ensayos sobre la democracia contemporánea (2016) y Antología del ensayo filosófico joven en Argentina (2012). Escribe columnas y reseñas de forma periódica en Seúl, Revista Ñ y otras publicaciones.

Candombe: acá está la cultura afro argentina

Candombe: acá está la cultura afro argentina

Para visibilizar las raíces afro de la Argentina, las agrupaciones reviven esa fiesta itinerante que nació en los inicios de la ciudad colonial, frente a la construcción de un Estado Nación con image étnica europea.

Las llamadas de candombe, una manifestación histórica y cultural de los y las afrodescendientes en los barrios porteños. Foto: Agrupación Fuego Negro.

El candombe, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006, recuerda que la afrodescendencia está presente en la historia argentina, y que la cultura africana va mucho más allá del color de piel, en dónde las mujeres tuvieron y tienen un rol fundamental como transmisoras de aquellas historias que intentaron ocultarse “debajo de la alfombra”. Un revisionismo histórico impulsado por el activismo y las decisiones políticas en los últimos 20 años. 

EL CANDOMBE COMO RESISTENCIA

Cuando comienza a caer el sol sobre el empedrado de las calles de San Telmo, La Boca, Monserrat, Barracas y Parque Patricios, es bastante habitual escuchar un repiqueteo de tambores que no proviene de las murgas rioplatenses sino de las “llamadas” de candombe. Una manifestación histórica y cultural de la comunidad afrodescendiente como herencia de sus ascendentes esclavos, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006. 

Frente a la construcción del Estado-Nación con su imagen étnica a semejanza los países “más vanguardistas de Europa”, bajo la presunción de blanquitud y europeidad, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina.

Natalia Januario, afrodescendiente, profesora de Letras y candombera, explica que esa danza colectiva “conlleva una serie de prácticas religiosas, místicas y culturales”.  Describe que participar en las llamadas de candombe significa encontrar su origen. “Es una experiencia trascendental, ritual y esencial. Implica andar por las calles, aquellas que ocuparon nuestros negros originarios en ese traslado desde las orillas del Río de La Plata hasta el parque Lezama”, en alusión a lo que fue el centro de venta de esclavos de la Ciudad de Buenos Aires en tiempos de la colonia.

La palabra candombe deriva del adjetivo «kimbundu». Proveniente de lenguas bantúes, en donde «ndombe» significa «negro» y «ka» es prefijo de concordancia.  Es cantado en castellano y en lenguas africanas, de las que derivaron muchas del lunfardo.

La palabra candombe deriva del adjetivo «kimbundu». Proveniente de lenguas bantúes, en donde «ndombe» significa «negro» y «ka» es prefijo de concordancia.  Es cantado en castellano y en lenguas africanas, de las que derivaron muchas del lunfardo. Su origen se remonta a fines del siglo XVIII, pero en los últimos años ha logrado mayor visibilidad. 

Carlos Álvarez Nazarero es afrodescendiente y uruguayo, activista por los derechos del colectivo LGBTIQ+, primer inmigrante nacionalizado en formar parte de la gestión pública y tener un cargo de responsabilidad. Hoy es Coordinador Nacional del Programa Afrodescendencia y Derechos Humanos de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Define que el candombe “se transformó en un elemento de lucha y de resistencia de la cultura afro. Ha permitido trascender fronteras”. 

La llamada de candombe se explica en que los y las bateristas tocan para «llamar» a sus hermanos y hermanas, quienes responden con sus propios ritmos. Las agrupaciones, integradas por bateristas, bailarines y bailarinas, esperan su turno para marchar por la calle. “Participar de las llamadas implica revivir ancestros, tomar las riendas de nuestra historia, protagonizarla. Es una experiencia casi mística. Apropiarnos de un espacio que es nuestro”, define Natalia Januario.

LOS TIPOS Y PERSONAJES DEL CANDOMBE

Para Januario, “el candombe es un festejo que emula aquellas figuras como reinas y reyes africanos que fueron trasladados a este territorio”.

Esos personajes arquetípicos son representados en cada llamada, aclara la docente, como “la mamá vieja”, heredera el legado ancestral y vinculada a los trabajos laborales domésticos, “el gramillero” –curandero-, que con sus yuyos sanaba los males de la tribu, “la dama joven”, quién lleva adelante los momentos coreográficos de cada nación africana -hoy de cada agrupación-, y “el escobillero” que, con cascabeles y espejos, es quién barre los males, exorciza el cuerpo y los ambientes para evitar los males.

“Los personajes utilizan objetos de sus propios amos, algunos prestados y otros robados”, agrega Natalia.

Frente a la construcción del Estado-Nación con su imagen étnica a semejanza los países “más vanguardistas de Europa”, bajo la presunción de blanquitud y europeidad, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina.

Es el candombe afro uruguayo el que se visibiliza en los márgenes del Río de la Plata, el del “chico, repique y piano”. Pero existió y existe un candombe afro argentino que se toca de manera diferente. Para Carlos Álvarez “es producto del racismo y de la invisibilización ese candombe que se toca puertas adentro, de alguna familia u organización”. 

Para la artista plástica y activista afro feminista santafesina, Mirta Alzugaray, “los esclavizados y esclavizadas generaron esa posibilidad de manifestarse a través de nuevos ritmos musicales, mezclados también con los originarios. No todos los candombes son iguales según las regiones del país” y ejemplifica con el candombe uruguayo, “que tiene un estilo propio porque los instrumentos que se utilizan para ejecutarlo nacen de los barriles de madera que existían en el puerto”. Por otro lado, Alzugaray explica que el “candombe litoraleño”, es una mezcla entre el afro argentino y el afro uruguayo, “con la una base rítmica que es muy común a toda la Argentina, pero que incorpora al malambo y hasta de la samba, palabra afro que hace referencia a la mujer “. 

LAS MUJERES AFRO TRASMISORAS DE LA CULTURA

Según la activista Mirta Alzugaray, “la parcialidad masculina del componente afro fue la que más se vio afectada por las Guerras de Independencia, la Guerra de la Triple Alianza y por la Fiebre Amarilla”. A su vez, opina que las mujeres africanas fueron esclavizadas desde todos los aspectos: “su cuerpo, el producto de sus vientres, sus pechos, como trabajadoras sexuales”.

Pero existió la resistencia a la esclavitud mediante los abortos, la música y los bailes. “Si tuvimos la oportunidad de conocer nuestra historia solapada, en voz baja y en secreto, fue gracias a las mujeres negras qué se ocuparon y se preocuparon para que esa memoria no se pierda”, enfatiza. “Nuestra militancia es en honor a las ancestras que tuvieron el legado de transmitir y sostener en la memoria la negritud en la Argentina”. 

Frente al eurocentrismo, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina. Foto: Agrupación Fuego Negro.

Las mujeres, fundamentalmente dentro de la comunidad y del movimiento social afrodescendiente, tienen un rol fundamental y son “la punta del alza”. Para Carlos Álvarez, “si bien hay una sobre representación de las mujeres en los movimientos sociales, quizá no así en los lugares de referencia y de responsabilidad, producto del machismo y del patriarcado”.

Agrega que “en el candombe se da particularmente una tensión porque si bien un lugar históricamente asignado a las mujeres afro es la danza, en las últimas décadas, producto del avance del feminismo y el empoderamiento, hoy tocan el tambor y muchas veces son referencias de cuerdas de tambores”. En los últimos años aumentó la participación de las mujeres en aquellos lugares que históricamente fueron asignado a los varones.

APOSTAR AL AFROCENTRISMO

Desde 2013 y en el marco de la ley n° 26852 “Día Nacional de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro”, se celebra el 8 de noviembre esta jornada para homenajear a María Remedios del Valle, fallecida un 8 de noviembre de 1847 tras haber combatido en el Ejército del Norte y ser nombrada capitana por el general Manuel Belgrano por su arrojo y valor en el campo de batalla.

La normativa reconoce las raíces afroargentinas y sus aportes a la construcción de la cultural nacional y, al mismo tiempo, un modo de luchar contra la estigmatización y el racismo. A su vez, insta al Estado argentino, más allá de la conmemoración de la de la efeméride, la inclusión de los contenidos en el diseño curricular, aunque varias provincias todavía no adhirieron a la ley y son los y las docentes que toman la decisión de abordar los contenidos en sus asignaturas.

“La invisibilización es social. Nadie ve las cosas así las tenga delante de sus narices porque la historia mitrista y sarmientista propuso una Argentina de tez blanca, bajada de los barcos” (Mirta Alzugaray, afrofeminista).

En sintonía con el cambio de paradigma que atraviesa nuestro país, el Coordinador Nacional del Programa Afrodescendencia y Derechos Humanos, Carlos Álvarez, fue candidato a representar a la Argentina en Foro Permanente para los Afrodescendientes de las Naciones Unidas. “Un gran logro del movimiento social afro porque implica por primera vez que el sistema de Naciones Unidas tenga un espacio de articulación institucional, hacia dentro del propio sistema y hacia afuera”, declara el funcionario.

Carlos Álvarez explica que, “en las últimas décadas, a partir de la presión de las organizaciones sociales y de la apertura del Gobierno, sobre todo desde el 2003, hubo una ampliación de derechos”. Ejemplifica con las celebraciones del Bicentenario de la Patria, “donde se abrió la puerta para poder reflexionar y visibilizar sobre esas historias no contadas es donde comienzan a surgir con mayor relevancia los relatos de Falucho, del Sargento Cabral, de María Remedios del Valle y de Juana Azurduy”. El funcionario agrega que “es fundamental revisar la historiografía y poner en valor también el aporte de la comunidad de afro argentinos, afrodescendientes y africanos. Que las investigaciones comiencen a traer a la luz las historias no contadas”. 

Para Mirta Alzugaray, “la invisibilización es social. Nadie ve las cosas así las tenga delante de sus narices porque la historia mitrista y sarmientista propuso una Argentina de tez blanca, bajada de los barcos”.  La afrofeminisita agrega: “Nosotros, los y las militantes y los activistas decimos que también bajamos de los barcos, pero bajamos de los tumbeiros, de las bodegas de esos barcos como esclavizados y esclavizadas”.

Las mujeres protagonistas de la transmisión cultural. Foto: Ana Cea.

AFRODESCENDENCIA

“Yo me auto percibí afro cuando a los 21 años comencé a vincularme con La Casa de la Cultura Indo-Afroamericana de Santa Fe. Allí realmente encontré una respuesta a mi fenotipo”, explica Mirta Alzugaray. “No entendía porque todos eran blancos y yo era la única negra en mi familia”, agrega.

Carlos Álvarez afirma que “en los avances de la revisión de las identidades, el concepto de afrodescendientes fue creado para romper con la idea del colorismo y que no necesariamente las personas negras fenotípicamente físicamente son afrodescendientes”.

 El concepto de afrodescendiente en términos étnicos raciales, es el que une a la comunidad. Álvarez agrega que “en la Argentina hay muchas personas que tienen un fenotipo blanco pero que tienen una ancestralidad, un abuelo, una abuela, una bisabuelo africano o afrodescendiente”. Las personas afrodescendientes que resistieron la esclavitud y las guerras, se fueron mezclando con poblaciones posteriores que llegaron desde Europa y los pueblos originarios.

Ventura, el esclavo que denunció la conspiración de Álzaga

“Por fiel a la Patria”, la medalla que recibió el esclavo Ventura por denunciar la Conspiración de Álzaga. Su réplica se encuentra en el Museo Nacional del Cabildo. Foto: Fundación de los Corrales Viejos.

“Por fiel a la Patria” versa la medalla que en 1812 le entregó el Primer Triunvirato al “Negro Ventura”, por denunciar la conspiración comandada por Martín de Álzaga, empresario español residente en Buenos Aires, para reinstalar el domino español.

Actualmente, la pieza pertenece a la Museo de los Corrales Viejos ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios, pero se puede apreciar una réplica en el Cabildo de Buenos Aires.

Según el antropólogo Pablo Cirio, “es una de las medallas más antiguas de las que se tiene noticia que fuera entregada a un afrodescendiente”.

La ficha técnica de la medalla, perteneciente al Salón Premios y Medallas ubicada en el primer piso de la Fundación de los Corrales Viejos, reproduce los argumentos y la decisión del Triunvirato e identifica que el 30 de junio de 1812: “el señor Ventura, esclavo, se presentó a Pedro José Pallavicini, alcalde de un barrio de Buenos Aires, y denunció la conspiración”. También plasma por qué el esclavo tomó la decisión: «Porque nos iba a matar a todos el amo».

Antes de 1813 la libertad era una concesión del amo, ya por la voluntad del mismo o porque el esclavizado tenía un capital acumulado como para poder negociar los términos de su emancipación y comprarla.

El historiador Omer Freixa, especialista en estudios afroamericanos explica que “la población esclavizada tenía relegada su identidad en tal condición. Casi siempre adoptaban el apellido del propietario no sin perderse muchas veces precisiones en relación a los nombres de pila, como aconteció con Ventura”. De personas esclavizadas que trascendieron es muy común desconocer muchísimos datos biográficos o tener importantes lagunas.

“A Ventura, tras ser reconocido por el Triunvirato, se le dio la libertad y se le obsequió un estipendio monetario de 300 pesos, un uniforme y una renta vitalicia como militar, además de dos presentes”, explica Freixa. “Estos fueron un escudo de honor con la leyenda «Por fiel a la patria» y un sable para su defensa personal al ser soldado. El citado escudo fue adosado a su uniforme”.

Antes de 1813 la libertad era una concesión del amo, ya por la voluntad del mismo o porque el esclavizado tenía un capital acumulado como para poder negociar los términos de su emancipación y comprarla. Generalmente era un monto producto de ciertas libertades concedidas en torno a la concreción de trabajos por cuenta propia.

La incorporación de esclavizados al ejército fue masiva y bien frecuente. Si estas personas lograban sobrevivir, por lo general se les concedía la libertad. Muchos se enrolaron con promesas de emancipación. “Se discute la intención demagógica de la medida, si fue un sentimiento humanitario o una concesión dictada por las necesidades de una coyuntura más de las veces crítica”, finaliza el especialista.

LA DIASPORA CABOVERDIANA EN LA ARGENTINA

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués porque Cabo Verde era una colonia. En ese contexto se fundan las primeras sociedades de socorros mutuos como la de Dock Sud, Avellaneda. Foto: Agrupación Fuego Negro.

Javier Andrigo es vicepresidente de la Sociedad de Socorros Mutuos “Unión Caboverdiana” de Dock Sud, Avellaneda. La organización afro más antigua en contar con personería jurídica en nuestro país, que nació en 1932 como una mutual. Hoy su principal objetivo es difundir la cultura caboverdiana en la Argentina.

“Luchamos por mantener esa cultura en los nuevos descendientes de caboverdianos que no conocen la cultura. También en la visibilización de los afros en la Argentina y su defensa en los derechos humanos, contra la discriminación”, afirma Andrigo.

Entre las propuestas, la Asociación cuenta con un programa radial que se transmite todos los domingos a las 18 h por “FM La Tecno”, y en su canal de YouTube. En palabras de Javier, “la propuesta es difundir la cultura musical que es diversa”.

La agenda de la Asociación se conmemora el fallecimiento de Amilcar Cabral, exponente de la época de independencias en África, el 8 de marzo en el Día de la Mujer, en abril se realiza la primera que cachupa del año -una comida típica caboverdiana muy similar al locro, pero con algunas particularidades. El plato se repite en otras fiestas patriotas.

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués. En ese contexto, Cabo Verde era una colonia. Al ser insular, mucha población migrante se dedicaba a actividades relacionadas con el sector portuario y marítimo.

El Vicepresidente de la Unión Caboverdiana destaca la presencia de la asociación dentro de la Red Afro a nivel nacional. “Trabajamos en conjunto junto a todas las organizaciones afro del país, como la conmemoración del María Remedios del Valle”.

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués. En ese contexto, Cabo Verde era una colonia. Al ser insular, mucha población migrante se dedicaba a actividades relacionadas con el sector portuario y marítimo, lo que explica en parte un importante asentamiento en Dock Sud, pero también en La Boca, Beriso, Ensenada.

“Muchos llegaron en barcos que iban rumbo al sur a cazar ballenas, y como esos barcos paraban en Cabo Verde para abastecerse de combustibles, los caboverdianos conseguían trabajo en esos barcos y después, cuando llegaban al puerto, en la Argentina, terminaron recalando aquí”, explica Javier Andrigo.

Es importante notar que Cabo Verde es un archipiélago con más población fuera del mismo que viviendo allí, producto de esa misma diáspora con destino, entre otros, la Argentina.

De cómo las redes operan para el control social

De cómo las redes operan para el control social

Desde la propaganda estatal de las dictaduras del siglo XX, hasta los genocidios organizados en grupos de WhatsApp. Un breve resumen de la desinformación.
La desinformación como herramienta de control.

Un 16 de septiembre de 1989 Boris Yeltsin visitó un supermercado texano. No podía creer la variedad y la prosperidad americana disponible para el común de la gente. Su primera reacción fue creer que esto era una trampa diseñada por los norteamericanos, pero todas las tiendas eran iguales. “Si en mi país la gente viera esto, habría una revolución … Ni siquiera en el politburó hay tanta variedad de productos”.

Dos años más, Yeltsin pondría fin a la Unión Soviética, declarando que este conocimiento que había adquirido sobre Estados Unidos lo condujo a este momento. Era increíble como alguien tan cercano al poder, no podía escapar de la misma propaganda estatal.

Con la caída del bloque soviético, y la aparición del internet, una nueva corriente del pensamiento entre estadistas empezaba a ponerse en boga: “Las sociedades democráticas liberales son el fin de la historia”. La aparición de esta novedosa tecnología llamada el Internet, parecía confirmar los dichos de Francis Fukuyama.

MOVIMIENTOS DEMOCRATICOS DE ACTIVISMO CIVIL

De repente, cualquier persona podía sentarse en una computadora o celular e informarse, con sus fuentes favoritas, aquello que le interesaba. Se podían saltar la propaganda estatal y lo que dijeran las mega cadenas de televisión que, hasta hace unas décadas, controlaban las narrativas de manera casi indiscutible. Cualquier persona puede saltear los apagones digitales con un VPN, y los múltiples servicios de mensajería encriptada, permitiría a los periodistas y testigos reportar desde los regímenes más herméticos del planeta.

“La información quiere ser libre”, dijo Stewert Brand en 1984. Prediciendo lo que el internet traería consigo:  nuevos movimientos democráticos, activismo social por las redes, incluso partidos parlamentarios que abogaban por la libertad absoluta de la información (como los partidos piratas en Europa) o comunidades virtuales dedicadas al hacktivismo, tal como Anonymous o WikiLeaks.

La esperanza era que el Internet llegó para poner fin a la propaganda, y que la verdad, por más incomoda que fuera para los grupos de poder, venía a llevarnos a un futuro transparente.

Movimientos por justicia social como BlackLivesMatter tomaron a Estados Unidos por sorpresa, llevando a que los políticos, de todo el espectro político, tuvieran que al menos responder a estos grupos.

La esperanza llegó a su ápice con la primavera árabe, mientras en el mundo occidental, las sociedades liberales se le plantaban cara hasta al propio capitalismo: El movimiento de los Indignados en España se terminó replicando por cada uno de los continentes, en respuesta a las crisis económicas, las medidas de austeridad tomadas, y los filtros de WikiLeaks que mostraban la corrupción de sus gobernantes o como el gobierno usaba los servicios de inteligencia para espiarlos.

Recientemente, el feminismo se hizo escuchar con el fenómeno de #MeToo o el Aborto en nuestro país. Otros movimientos por justicia social como BlackLivesMatter tomaron a Estados Unidos por sorpresa, llevando a que los políticos, de todo el espectro político, tuvieran que al menos responder a estos grupos.

Toda la información, coordinación, acción y consigna se propagaba (y propaga) por las redes.

ELECCIONES Y SEGMENTACIÓN DE MERCADOS

Había un pensamiento economicista liberal en esta panacea de la información libre. La creencia que los ciudadanos son actores racionales, que frente a la tecnología que les permitiera fácilmente mantenerse informados, protegerían sus propios intereses, y colectivamente, pondrían fin a cualquier gobierno iliberal, por medio del voto o la revolución pacífica.

Parecía en su momento inaudito que un Estado lograra ahora controlar el discurso como lo podía hacer la Unión Soviética. Cualquiera podía ser un periodista, cualquiera podía ser la voz de un nuevo movimiento social.

Cambridge Analytica se vio vinculada con las campañas políticas de Donald Trump, Ted Cruz, y el Partido de la Independencia del Reino Unido durante el referéndum del Brexit.

En el año 2018 aprendimos que esta nueva sociedad mediática podía ser manipulada de una manera que antes no lo habríamos podido imaginar. Cambridge Analytica, una consultora de marketing político de Reino Unido, especializada en la minería de datos, operaba por medio de una aplicación que sustraía información de usuarios Facebook (y de sus contactos), y después la vendían la data para ser usada en segmentación de mercado. Con esta información, los políticos que contrataban a esta firma, podían saber cómo llegar eficazmente a los potenciales votantes.

Cambridge Analytica se vio vinculada con las campañas políticas de Donald Trump, Ted Cruz, y el Partido de la Independencia del Reino Unido durante el referéndum del Brexit. Y lo que fue peor aún, es que aprendimos en estos años que no solo Facebook, sino lugares como Google, YouTube o Twitter, estaban gestionados por algoritmos que, en base a los intereses de los usuarios, buscaban mantener el interés y el tiempo en pantalla, y que en muchos casos, desinformación y extremismo político se esparcía sin intervención del usuario.

En base a las búsquedas e intereses, el algoritmo automáticamente te recomienda contenido similar, sobre todo, aquel que efectivamente ha logrado generar más interacciones. Por ello mismo, resulta natural que se recomiende el contenido más polémico, que despierta las pasiones más fuertes: el discurso de odio.

INTELITENCIA ESTRATÉGICA Y REDES SOCIALES

La frutilla del postre fue descubrir que muchas de estas campañas de desinformación y odio eran orquestadas por agentes de inteligencia rusos, a fin de reducir el área de influencia de la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN sobre Europa del Este.

Las elecciones norteamericanas y hasta incluso movimientos de derechos civiles en Estados Unidos, fueron interferidas por grupos digitales llamados troll farms, miles de cuentas falsas usadas por agentes del Kremlin para fermentar desconfianza contra las instituciones y medios masivos de comunicación de rivales geopolíticos.

Otros países no se quedan atrás: China que tiene bloqueado a Twitter, cuenta con ejércitos de cibernautas como Wumao (el Partido de los 50 centavos) con millones de posteos diarios para difuminar desinformación.

Países como Venezuela y la India, donde millones de ciudadanos viven en pobreza, son el espacio ideal de donde se pueden reclutar trolls a tiempo completo, como así también la población con mayor analfabetismo digital, capaz de creerse cualquier posteo de las redes sociales.

Actualmente se ven como países como Venezuela y la India, donde millones de ciudadanos viven en pobreza, son el espacio ideal de donde se pueden reclutar trolls a tiempo completo, como así también la población con mayor analfabetismo digital, capaz de creerse cualquier posteo de las redes sociales.

Y si bien podemos buscar responsables, fue espeluznante descubrir que ni siquiera Mark Zuckerberg puede controlar lo que sucede con sus billones de usuarios. Recordemos que Meta no es solo dueño de Facebook, sino Instagram y WhatsApp, con consumidores que hablan idiomas y jergas que ningún programador de Palo Alto entendería. La moderación de tantos espacios digitales en tantos países e idiomas es humanamente imposible.

EDUCAR PARA LA LIBERTAD

Desde hace unos años, el genocidio rohinyá perpetrado por el gobierno de Myanmar, donde se han ejecutado al menos 25.000 personas, se han organizado localmente, por grupos de WhatsApp y Facebook.

Posteos con imágenes fabricadas para incriminar y fomentar el odio a grupos minoritarios y justificar su exterminio, no es algo nuevo en la historia de la humanidad, pero es reciente la accesibilidad y facilidad para que cualquier lego pueda crear, producir y compartirlo

Y con conocimiento, un individuo puede incluso crear videos con inteligencia artificial que replica realísticamente la voz y las expresiones faciales de quien uno quiera. Ahora, no sólo las usan malintencionados que reportan historias falsas, sino también estafadores virtuales.

Si vamos a vivir en una sociedad mediatizada, debemos también ser una sociedad inteligente.

Podríamos seguir escribiendo sobre cómo, este nivel de desinformación ha causado la muerte de miles de personas con los posteos antivacunas, y como actualmente el gobierno de Putin utiliza estos medios para mantener a su población ignorante de lo que pasa en Ucrania. Pero creo que sólo basta que el lector abra su navegador web favorito y lo vea por sus propios ojos, no necesito fuentes para ello. 

Creo que la única solución a estos problemas es enseñar en los colegios como cualquier otra materia, educación mediática. Explicarles que fuentes de información son más confiables, contrastar la información y verificar así la veracidad de las publicaciones que encuentran en las redes. No es una tarea fácil, pero si vamos a vivir en una sociedad mediatizada, debemos también ser una sociedad inteligente.

La pasión según Viviana

La pasión según Viviana

De periodista de espectáculos a vocera política de las derechas, de entrevistadora a performer, del pluralismo de voces al soliloquio reaccionario. Viviana Canosa fue todas y siempre ella misma: su estilo teatral y afectado, pasional y directo, le dieron visibilidad. Hoy, en las sombras y desde sus redes, prepara su retorno.
Viviana Canosa en su reaparición por Instagram

Volvió Viviana, un mes después de ese tremendo momento televisivo que fue el programa de la silla vacía. Lo hizo en un vivo de instagram anunciado el sábado 3 de septiembre, acompañada por Jorge Giacobbe y Juan Manuel Dragani, con quienes minutos antes había cenado milanesas con papas fritas. Su regreso virtual ocurrió después de un mes de silencio en el que se hicieron muchas especulaciones sobre su renuncia, pero también sobre dónde y en qué modalidad volvería a participar del debate público. Y volvió, casualmente o quizás no, en una semana signada por una incesante labor fabuladora, a lo largo y a lo ancho de la discusión en redes, dedicada a reconstruir el atentado fallido contra la vida de Cristina Kirchner, las biografías de sus actores, las características sus grupos de pertenencia, las motivaciones y (quizás aquí es donde el caso la salpica) qué instigadores tuvo y de qué maneras influyeron.

¿Cuándo pasó Viviana de ser ridiculizada por sus entrevistas con beboteo a señalada como promotora de discursos de odio en televisión abierta? ¿Qué función cumplía la voz de Viviana en el esquema comunicacional de nuestras derechas? ¿Por qué deja el silencio justo ahora? Difícilmente encontremos respuestas simples y tajantes, pero al menos podemos repasar algunas anécdotas de su labor de los últimos años para observar el proceso de radicalización de la propia Viviana. No es del todo sencillo este repaso, porque Nada Personal, el programa que condujo en canal 9 entre 2019 y 2020, ya no está en Youtube, pero el recientemente concluido Viviana con Vos, que fue por A24 entre 2021 y 2022, al menos por ahora está completo y accesible, al igual que algunos recortes del programa anterior que todavía se pueden encontrar en portales de noticias.

Viviana cantó, rio, lloró, se quebró, se indignó y se enfureció junto con sus espectadores. En este sentido es probable que si en algo fue clara, puntual y hasta literal fue en expresar a cada momento cuál era aquella pasión que la estaba atravesando, como para que nadie tuviera dudas de qué debía sentir.

NADA PERSONAL: DE ENTREVISTADORA PLURAL A PERFORMER

Nada Personal fue un ciclo que comenzó en el momento donde el macrismo ya se sabía terminado e intentaba retener votos para conservar algo de fuerza parlamentaria en el siguiente gobierno. A pesar de su rating relativamente bajo (promediaba 2 puntos), recibió figuras importantes de la política (su debut en 2019 fue una entrevista con Mauricio Macri, y al año siguiente el primer programa lo tuvo a Alberto Fernandez, recientemente ungido candidato del panperonismo) pero también le dio voz a personajes menos relevantes que necesitaban aire en TV, como Fernando Iglesias, Waldo Wolff, Sergio Berni, Guillermo Moreno, e incluso a Dannaan, Lilia Lemoine y al mismísimo Javier Milei cuando todavía era, para los medios masivos y la política mainstream, un caricaturesco referente de algo desconocido que él llamaba libertarianismo y que resultaba, según decía Viviana, atractivo por sus formas acaloradas de expresarse y sus respuestas “políticamente incorrectas”, es decir violentas.

La dinámica inicial del programa se embanderaba en lo que fue la consigna del periodismo político del posmacrismo: “todas las voces”. La estructura era la de un magazine de actualidad con un panel compuesto por un periodista más o menos progresista, y el resto, incluida Viviana, estaba inmerso en una encarnizada competencia por ver quién estaba más a la derecha y ridiculizaba al progre con la chicana más estrambótica. Además, en cada programa había dos invitados de ideología bastante identificable: uno más bien de centro y otro preferentemente de extremísima derecha. Con esas premisas, Nada Personal buscaba sobreactuar un ademán de ecumenismo y pluralidad de voces en el debate público televisivo, quizás en respuesta a que durante el macriísmo la acusación más habitual al periodismo mainstream apuntaba a la monotonía de ideas.

A medida que el ciclo fue avanzando, esta dinámica de mantener a Viviana en diálogo con su panel y darle espacio a dos entrevistados diferentes se fue modificando. Primero porque la figura del periodista progre desapareció. Y después porque el lugar de Viviana pasó a tener otro peso y centralidad, evolucionando de ser quien pasaba revista de las noticias del día a quien sostenía la voz de un editorial durante cinco o diez minutos, echando mano de recursos estridentes como mostrarse bailando o utilizando algún elemento disruptivo, como cuando se puso una venda para hablar de la Justicia, o cuando se subió arriba del escritorio a bailar agarrándose las tetas por el escándalo del diputado Ameri (a.k.a. «el diputeta»), o cuando llevó un megáfono para despedirse del ciclo, ironizando con hacer sonar más fuerte su voz en el momento en que la iban a silenciar.

De este ciclo lo más recordado fue el momento en el que tomó dióxido de cloro al aire durante la pandemia. Pero para ese entonces la línea discursiva del programa ya ni siquiera se tomaba el trabajo de aparentar ecumenismo o pluralidad porque por un lado, como dijimos, el panel había expurgado al supuesto a su componente más anómalo, y Viviana, por otro, era una activa militante ya no contra la legalización del aborto sino directamente antifeminista en todo concepto. Viviana fue la única voz antiderechos que cubrió para televisión abierta el debate por la ley de IVE en el Parlamento, además llevó a su programa invitados representantes de los colectivos antiabortistas, como Chinda Brandolino, y también animó el acto opositor en la puerta del congreso llegando a realizar una ecografía en vivo a una embarazada. Por supuesto que recibió críticas por sus dichos desde distintas voces del colectivo feminista posicionadas en medios escritos, a quienes Viviana respondió prolijamente noche a noche amparándose en su libertad de «pensar distinto en la dictadura del pensamiento políticamente correcto», una posición enunciativa que la acompaña desde entonces.

¿Fue el episodio del cloro y sus enfrentamientos con “las verdes” por el aborto lo que hizo el clic en Viviana durante la pandemia? Lo más probable es que no, aunque ese factor seguramente operó en el asunto. Lo que sí hizo con seguridad fue delimitar y galvanizar un rasgo dominante de su público intenso y atraer a otra gente que necesitaba escuchar y ver reflejadas en TV abierta posiciones que había leído o escuchado en otros lados, sobre todo en internet. Gracias al rebote en redes que tuvo toda vez que desplegó en su programa alguna de sus estrategias pirotécnicas para editorializar, hubo una retroalimentación entre redes y tv. En cambio, posiblemente el clic, según supimos este año, lo hizo una promesa incumplida del gobierno para que Viviana ocupara el puesto máximo en la Secretaría de Medios, lugar que se llenó a fines de abril de 2020, cuando iniciaba el ASPO en nuestro país, aunque también esto pudo haber sido una casualidad.

En suma, el ciclo, que después del episodio del cloro corrió riesgo serio de ser interrumpido, terminó en diciembre de ese año, con Viviana enunciando un “todas las voces” ya definitivamente envejecido y sin correlato con la realidad, y denunciando que la silenciaban por expresar su verdad con una libertad que el gobierno no tolera.

Los planos se fueron cerrando más sobre la cara de Viviana mirando directamente a cámara, quien además dejó de leer los editoriales y optimizó las ayudas textuales para poder soltar más sus capacidades actorales y manejar desde el piso otros recursos como la música, los videos o memes ad hoc, la dirección de cámara o los silencios.

VIVIANA CON VOS: DE PASIONES Y POLÍTICA

En 2021 Viviana inauguró un nuevo ciclo, Viviana con Vos, que comenzó en el horario de las 18hs por A24. El primer plano de ese programa fue un general del panel, compuesto por el encuestador Jorge Giaccobbe, su abogado, Juan Manuel Dragani, y un periodista de A24. Luego la cámara se cerró en un plano medio de Viviana, que leyó íntegro su editorial en un tono sosegado durante cinco minutos, con la habitual cortina fuertemente percusiva de fondo en un volumen muy bajo. Los temas que recorrió son ya un clásico de sus editoriales: que su personalidad periodística es fuerte, libre y “políticamente incorrecta”, que la argentina tiene un problema moral, que todos están haciendo campaña y no se ocupan de la gente, que la oposición no sirve ni tiene huevos, que todo está mal en este país, y, por último, no eligió atacar la inutilidad de las vacunas, cosa que ya le había traído problemas y además era más difícil de sostener con la campaña de vacunación en marcha, sino señalar la administración corrupta de ese bien escaso en beneficio de la dirigencia (este corrimiento de ser antivacunas a denunciar la corrupción o de estar en contra de la IVE a ser directamente antifeminista, tal vez, sea un botón de muestra del proceso de radicalización que venimos observando).

Por otro lado, en ese discurso ya marcaba fuerte y claramente un nosotros (en alusión a «los argentinos trabajadores, de bien, que sostienen con sus impuestos el derroche de los políticos») y un ellos (que en ese entonces designaba más bien a los políticos tradicionales pero con el tiempo fue mutando en identificar el colectivo de los peronistas corruptos e irracionales y también los opositores que circunstancialmente decidieran acompañar alguna iniciativa oficialista). Ese par opositivo sería prácticamente estructurante de todos sus editoriales, en línea con los esquemas de polarización discursiva y política que dominan estás formas de intervención en otros lugares del mundo (no son pocas las coincidencias, o tal vez continuidades, que hay entre Viviana y el periodista de Fox News Tucker Carlson, por ejemplo).

Los invitados de ese programa no fueron menores, como ya acostumbra Viviana en cada uno de sus comienzos de ciclo: llevó al hombre que había que llevar en esa instancia de la pandemia, Fernán Quirós (Ministro de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), y a alguien que sería un habitué durante todo 2021, Javier Milei, con quién además destacó regularmente sus coincidencias discursivas e ideológicas, en particular en lo referente al discurso «anticasta», a la postura apocalíptica respecto de la marcha del país y la oposición al aborto y la vacunación contra el COVID. Otra cosa para destacar es que en aquel momento el programa tenía un imitador que funcionaba de alivio humorístico, algo que más temprano que tarde sería suprimido.

Con el correr del año, los invitados fueron dejando paulatinamente de introducir ideas heterogéneas a las del ciclo (el caso Yoma, de 2022, fue muy ilustrativo en este sentido del devenir endogámico del programa) y los editoriales de Viviana pasaron a ser el insumo indispensable de la tensión televisiva. Como síntoma de esto último, conforme se iban acercando las elecciones intermedias los editoriales comenzaron a estirarse cada vez más y a adquirir más sofisticación, no tanto en el abanico de temas o la forma argumental en la que Viviana los abordaba (bastante elemental, poco elaborada y muchas veces con razonamientos o ideas encadenados por mera yuxtaposición, cosa que solía producir un efecto bastante absurdo para el espectador no alineado) sino en cuanto a los recursos de retórica audiovisual utilizados para convertirlos en trips de las pasiones más variadas. Los planos se fueron cerrando más sobre la cara de Viviana mirando directamente a cámara, quien además dejó de leer los editoriales y optimizó las ayudas textuales para poder soltar más sus capacidades actorales y manejar desde el piso otros recursos como la música, los videos o memes ad hoc, la dirección de cámara o los silencios (cosas que entendió muy bien y muy rápido la «Negra» Vernaci en su imitación).

Viviana Canosa simulando beber dióxido de cloro en su programa.

Viviana cantó, rio, lloró, se quebró, se indignó y se enfureció junto con sus espectadores. En este sentido es probable que si en algo fue clara, puntual y hasta literal fue en expresar a cada momento cuál era aquella pasión que la estaba atravesando, como para que nadie tuviera dudas de qué debía sentir. Y en esta línea pasional, algo que ocurrió a medida que se acercaban las elecciones fue que ella estaba cada vez más enojada. Viviana podía pasar de la risa inicial al llanto muy fácilmente, pero la emoción que dominaba sus derivas editoriales, que llegaron a durar 40 a 50 minutos, era la bronca: por la cuarentena, por el vacunatorio VIP, por el Olivos-gate, por las empresas que cerraron, por la gente que murió de COVID, por los trabajos que se perdieron y cuesta conseguir, por la abuela de su hijita, por Cristina, por el aborto, por la sobrina de Wiñazki, y por todo aquello que hubieran hecho sus adversarios: una lista muy heterogénea de culpables de todo que va desde el colectivo de «las verdes», pasando por L-Gante, Mario Ishii, Saraza Guzmán, el librero Cafiero, Frozen Felletti, la comunista Batakis, Thelma Fardín, Ginés González García y, obviamente, Cristina y Alberto, a quienes últimamente estaba llamando «La reina y el gordo», como les dicen, según ella, los trabajadores de la Casa Rosada.

Los espectadores de Viviana, en este sentido, serían una comunidad cuyas pasiones aparecen mucho más definidas que sus ideas políticas vertebrales. Aunque, no obstante, si adscriben a alguno de los rasgos que Viviana enuncia sobre sí misma o denuncia en cuanto a la actualidad política nacional, son alternativamente antifeministas, antiperonistas, antisindicatos, anti LGBT, antivacunas, anticuarentena, anticomunistas, antipolíticos o anticasta, y a todo eso responderían, siempre según Viviana, enojándose pero sin expresar esa bronca. Por eso las arengas a despertar, a rebelarse pacíficamente, a salir a la calle, a hacerse oír, a sacar a patadas a los políticos, y la preocupación también por cubrir in situ marchas en contra del gobierno. Por eso la invención del concepto «rebaño de pelotudos»: mansos como ovejas, aparentemente muchos, y permanentemente desairados por los conductores corruptos que solo se preocupan del beneficio personal.

Este estado exasperado de las pasiones que Viviana tenía que sostener todos los días durante casi dos horas no le fue gratuito. La noche de las PASO, cuando fue designada por grupo América para co-conducir con Fantino la cobertura del escrutinio en el prime time, y después de unas semanas en las que se la notaba emocionalmente inestable al aire, Viviana se ausentó. Dijeron que unos motochorros le pasaron por encima de los pies con la moto. El lunes y martes siguientes Viviana se presentó al estudio a mostrar sus pies vendados, muy baja de energía, quizás tal vez por alguna medicación. Ya el miércoles no apareció más y no hubo ningún tipo de aclaración precisa de parte de su equipo, que prometía su pronto regreso sistemáticamente durante los primeros días hasta que en un momento dejaron de decir cuándo iba a pasar. Ni siquiera el editorial del día de su vuelta, quince días después, fue claro al respecto, sólo habló de sus emociones, de las presiones y de su contracción al trabajo. Desde ese momento hasta diciembre, sus editoriales fueron algo más breves, rondando la media hora, y bastante menos exacerbados en lo pasional.

En cualquier caso, su regreso este año a la pantalla de A24, algo que a fines de 2021 se suponía improbable, fue en el prime time del canal y antecediendo al programa de Baby Etchecopar. Viviana le dejó todas las noches 4 puntos de rating servidos a Baby, algo que, parece, el conductor ahora extraña.

Este año Viviana volvió con una leve adaptación en sus editoriales: la extensión sigue siendo de alrededor de 40 minutos, como en los momentos de mayor duración antes de las elecciones intermedias, pero lo interesante para analizar es que empezó recoger y amplificar deliberadamente contenidos de redes, y en particular de Twitter. Así, para sostener la crispación de su público ya no hizo falta depender tanto de Viviana y su acting como escenificación de las pasiones que quería avivar, sino que a la deriva retórica de sus editoriales se le introdujeron fotos o videos de escenas políticas del día, audios con las voces de los protagonistas, tuits de supuestos “amigos” (por ejemplo Alzaga Unzué, cuenta de Twitter opositora y con muchos seguidores, cuyo administrador tiene un estatuto ontológico cuando menos dudoso y se sabe que tiene un conflicto legal por utilizar en su avatar la foto de un modelo noruego), videos que causaron indignación, memes y otros contenidos virales de este estilo, pero siempre intercalados en el discurso con una instrucción muy precisa de qué emoción sentir. Eso sí, la inclusión de estos contenidos provenientes de redes no fue gratuita en términos periodísticos, y hubo por lo menos dos momentos problemáticos a este respecto.

Los espectadores de Viviana, en este sentido, serían una comunidad cuyas pasiones aparecen mucho más definidas que sus ideas políticas vertebrales. Aunque, no obstante, si adscriben a alguno de los rasgos que Viviana enuncia sobre sí misma o denuncia en cuanto a la actualidad política nacional, son alternativamente antifeministas, antiperonistas, antisindicatos, anti LGBT, antivacunas, anticuarentena, anticomunistas, antipolíticos o anticasta, y a todo eso responderían, siempre según Viviana, enojándose pero sin expresar esa bronca.

El primero de estos momentos fue cuando Viviana introdujo en su programa la hipótesis de que nuestro gobierno es parte del brazo ejecutor de la Agenda 2030, una teoría conspirativa antisemita que circula por foros criptonazis o abiertamente nazis y que sindica a 30 magnates mayormente judíos como cabezas de una organización para el control poblacional mediante políticas públicas que van desde la sanción del aborto hasta la abolición de la familia por culpa del lobby gay. Esta teoría circula, como dijimos, en foros virtuales ya radicalizados, por lo tanto no está muy sometida a discusión en términos argumentales o probatorios sino que se la toma como un insumo para explicar la realidad. Pero Viviana habló de esto en televisión y mostró una foto de los 30 magnates con sus nombres: fue viral.

Al día siguiente, Ernesto Tenembaum, notablemente preocupado, señaló el evidente contenido antisemita de esta teoría durante unos minutos en su programa de radio. La respuesta de Viviana esa noche fue dedicarle un espacio largo de su editorial a, por una parte, decir que ella compartió eso porque le preocupa más que esos personajes sean millonarios antes que judíos, por otra parte a recordar un episidio radial de Tenembaum en el que hizo un razonamiento erróneo que lo colocaba a favor en una discusión sobre el tema “pornografía infantil”, se la pasó llamándolo pedófilo y amenazó con denunciarlo, y por último pero no menos importante, dijo que tuvo nueve novios judíos, que tiene una hija con un judío que va a una escuela judía, que hasta salió con un rabino y que entra en cada sinagoga que se cruza.

El otro episodio fue cuando reprodujo no irónicamente un tuit en chiste de @luquitarodrigue, la cuenta de un humorista y conductor de radio. La dinámica de algunos virales suele implicar que, por su desprendimiento del contexto más o menos controlado de emisión, a los tuits se los malinterpreta y se reacciona en emoción violenta a raíz de esa interpretación fallida. Luquitas Rodríguez había parodiado el formato de tuit de exilio inminente (palabras más palabras menos: me voy de este país donde no puedo crecer, foto del pasaporte y de fondo el aeropuerto de ezeiza o foto del protagonista haciendo fila en el check-in) pero usó la foto de un compañero suyo de la radio. En un momento en el que se fogoneaba mucho el supuesto “éxodo de jóvenes”, el tuit en seguida fue viral porque produjo reacciones en gente con distintos sesgos: en los de derecha, acompañar el sentimiento e insultar al país, en los de izquierda, insultar a la cuenta por irse. Viviana se hizo eco de este viral y realizó un comentario indignado sobre el exilio y sus supuestas razones políticas y económicas, evidenciando que ni ella ni ningún productor periodístico del programa (¿tendrá uno al menos?) se tomaron el trabajo siquiera de visitar el perfil de la cuenta para ver quién había tuiteado eso. En cualquier caso, lo que importaba era mucho menos la factualidad de la noticia que proseguir con la gestión de las emociones de su público (en esto no se diferencia de ningún programa periodístico, digamos todo) en el mismo sentido de siempre: todo está mal en el país y nos enoja.

Dado el eco en redes que tuvo este episodio, porque tuiter argentina en seguida sacó capturas y empezó a mencionar a @luquitarodrigue, chequeado.com hizo un chequeo dando cuenta de que el tuit en cuestión era un chiste. La respuesta de Viviana la noche siguiente fue hostigar durante media hora a la directora de chequeado denunciando su matrimonio con el ex intendente de Pilar Nicolás Ducoté, que había dejado su cargo envuelto en una causa de corrupción. Ahora bien, para un espectador cualquiera del programa de Viviana, la palabra corrupción es parte de un campo semántico asociado inmediatamente con el kirchnerismo, el peronismo en general o acaso esa entelequia que dan en llamar «comunismo». Sin embargo Viviana estuvo casi la mitad de su editorial hablando de este ex intendente sin decir su filiación política. El problema es que Nicolás Ducoté es del PRO, y, como cualquier otro funcionario de ese partido, sus casos de corrupción tienen escasa cobertura en los medios que Viviana consulta con preferencia para probar sus palabras (Clarín, La Nación, Infobae), de manera que en aquel episodio presenciamos probablemente la primera y única vez que Viviana utilizara una captura de La Izquierda Diario para dar cuenta de una noticia y no para satirizar a la izquierda. Pero resulta que el titular de LID decía, con pelos y señales, que el ex intendente de Pilar es del PRO, por lo que Viviana a partir de ese momento no tuvo otra alternativa que explicitar, al menos un par de veces, la filiación de Ducoté, mientras proseguía el hostigamiento a la directora de chequeado por desambiguar una noticia que ella misma no se ocupó de confirmar.

Pero además del creciente ingreso de contenidos de redes a sus editoriales, otra cosa que Viviana empezó a utilizar cada vez más fueron videos de escraches a políticos, usualmente oficialistas. Es difícil precisar cuál puede ser el efecto de amplificar este tipo de contenidos, pero posiblemente el público de Viviana percibiera una configuración de mundo en la que finalmente estaba pasando lo que ella siempre pidió: la gente despertaba y quería sacar a los políticos (panperonistas) a patadas. Este punto fue lo que ocasionó el conflicto final entre Viviana y A24: el presidente del canal, conocido patrocinador del flamante ministro de economía Sergio Massa, pidió tanto a Viviana como a sus compañeros de otros programas que dejaran de pasar escraches a políticos justo el día en que iban a poner al aire uno que había padecido su protegido.

Esa noche de viernes Viviana no fue a su programa y anunció la renuncia por Twitter el sábado siguiente, aduciendo censura. Lo demás ya es historia: el lunes a las 21 se volvió a escuchar la música de Viviana con Vos, la cámara mostró la silla vacía de Viviana y a continuación se reprodujo un compilado de momentos del programa bastante complejos ideológica y periodísticamente, epigrafiados con el zócalo “libertad de expresión”.

El estudio vacío de Viviana con Vos tras la renuncia de su conductora.

DEL RENUNCIAMIENTO HISTÓRICO AL ¿REGRESO?

Viviana estuvo un mes fuera del aire y sin hacer declaraciones públicas, sólo leímos algún que otro tuit en donde expresó cariño para con su público. Durante ese tiempo, se especuló con su pase a LN+, canal donde trabaja un colectivo de periodistas entre los que ella suele colocarse cuando se refiere a las personas que molestan al gobierno por las supuestas verdades que enuncian. El pase no ocurrió (¿no pudieron arreglar el contrato? Desconocemos; Viviana, en su entrevista con Jonatan Viale, esgrimió al pasar un argumento de otro orden: las grillas están llenas). También se especuló con sendas reuniones que tuvo tanto con armadores del macrismo como de Milei: ambos espacios políticos la querrían en sus listas. Rial dio el dato de que Macri la quería para competir en La Matanza, pero que, descartado ese plan (la derrota electoral en el distrito fuerte del peronismo es bastante segura) se barajó una candidatura a diputada, pero la divergencia está en que Mauricio le ofrece jugar en la provincia y ella quiere jugar a nivel nacional. Pero son solo especulaciones y Viviana negó todo (aunque no negó que la busquen de partidos políticos, en sintonía con un salto a la política que viene anunciando en su programa desde hace varios meses).

Sin embargo, rompió el silencio, como dijimos, a dos días del atentado contra Cristina y un mes después del programa de la silla vacía para anunciar un vivo de Instagram. Sería medio inútil entrar el juego de las suspicacias, aunque la oportunidad deja muchas más preguntas que respuestas. El vivo de Instagram consistió en una explicación desde la perspectiva de Viviana sobre la interrupción de su programa y después, durante más o menos media hora, editorializó como solía hacer en cuando estaba en televisión. No fue lo mismo: ella estaba muy baja de energía y los recursos limitados de Instagram para transmitir en vivo le quitaron potencia (no había música, juegos de cámara ni posibilidades de intercalar contenidos virales). De manera que su alocución recorrió más o menos los tópicos habituales (ellos o nosotros, la decadencia moral de la argentina, el totalitarismo vs la libertad de expresión, todo está mal en el país y nos enoja) y por supuesto relativizó el atentado a Cristina. Como siempre, no tenía toda la información chequeada. Dijo que le parecía raro que el arma no funcionara y que la custodia fallara. Pero también señaló como sospechoso que Cristina hubiera pedido anular las cámaras de seguridad de esa cuadra, justo el día en el que se conocieron las filmaciones del atentado provenientes de las cámaras de seguridad. Puede fallar.

¿Cuáles son las razones políticas, económicas o psicológicas que pavimentaron la radicalización de Viviana? ¿Es parte de un armado periodístico coral y organizado, es solamente una iniciativa privada o un emergente comunicacional que da lugar a las cosmovisiones de cierta gente con ciertos problemas puntuales? No hay respuestas, solo una certeza: Viviana no quiere dejar su lugar vacante y a su gente huérfana, y por eso va a volver a hablar desde su Instagram, como ya anunció.

Quizás sea solo una casualidad que haya elegido volver a la arena pública precisamente en ese momento. Quizás sea una casualidad, también, que haya salido a poner en duda la naturaleza del atentado en la misma línea que lo hicieran segundas y terceras líneas de la llamada ala dura del macrismo o referentes del libertarianismo (Milei fue el único político que mantuvo silencio mientras el resto del arco político condenaba el ataque y en la sesión de emergencia en diputados fue el único que condenó «toda violencia» evitando hablar de CFK). Quizás también sea otra casualidad que las pesquisas judiciales hayan revelado que Daanaan, a quien Viviana invitara varias veces a sus programas y cuyos videos de Youtube amplificó este último año, tenía contrato con la AFI durante la administración macrista, o que Revolución Federal, la agrupación de la que formaba parte Brenda Uliarte, coautora del intento de magnicidio, haya estado a cargo de varios escraches a políticos amplificados desde el programa de Viviana e incluso hayan organizado un escrache a A24 por censurar a la periodista una vez interrumpido el ciclo este año.

Es complejo, de nuevo, entrar en el juego de las especulaciones, sobre todo porque estamos ante la presencia de una serie de eventos y personajes cuyos intereses personales y políticos son opacos, cuyas conexiones con el criptoestado y los factores de poder desconocemos y cuya inserción en la maquinaria de guerra fascista a escala global es difícil de dimensionar. ¿Cuáles son las razones políticas, económicas o psicológicas que pavimentaron la radicalización de Viviana? ¿Es parte de un armado periodístico coral y organizado, es solamente una iniciativa privada o un emergente comunicacional que da lugar a las cosmovisiones de cierta gente con ciertos problemas puntuales? No hay respuestas, solo una certeza: Viviana no quiere dejar su lugar vacante y a su gente huérfana, y por eso va a volver a hablar desde su Instagram, como ya anunció. Quizás sus próximos editoriales nos sirvan para dilucidar las razones de su persistencia.

Sono Giorgia, non sono el “lobby progresista”

Sono Giorgia, non sono el “lobby progresista”

La crisis económica producto de la pandemia no es la única explicación de la llegada de la extrema derecha al gobierno italiano. Las banderas de la identidad como esperanza ante el hartazgo, permitieron construir un escenario de estabilidad conservadora. La larga historia de la crisis y futuros acuerdos para la centroizquierda.
La coalición de extrema derecha con Matteo Salvini, Silvio Berlusconi y la nueva primer ministra italiana, Giorgia Meloni.

Giorgia Meloni será la primera y próxima Primera Ministra de Italia. La coalición de derechas que lidera con su partido Fratelli d’Italia, llegará al poder y promete algo de estabilidad frente a la crisis europea y global. Matteo Salvini, de la Lega y Berlusconi, de Forza Italia, serán sus socios. Son dirigentes que tienen aspiraciones futuras y que competirán por un espacio que hasta ahora logró liderar Fratelli d´Italia.

Este espacio de derechas reunió un 43% de los votos y controlarán las cámaras de diputados y senadores. Si logran exorcizar la dinámica italiana que “canibaliza” la estabilidad política y sus primeros ministros Meloni podrá romper récords en la permanencia en el poder. 

¿Sólo la crisis explica la llegada del populismo? ¿Se puede hablar de arribos del populismo o de derechas radicales con solo pensar en los efectos de una crisis económica?

No solo debe observarse el tenor de las crisis económica en las vidas cotidianas, también la imposibilidad de las clases políticas de interpelar esas esperanzas, zonas grises y contradictorias de los deseos sociales, la incertidumbre vinculada a no seguridades estatales o públicas, los resentimientos provocados por políticas, inclusive progresistas, que se leen como “injustas” por parte de una parte de la población.

Nada de esto puede estar fuera de aquello que sucede en las subjetividades y en sus reformulaciones a partir de su interacción con la revolución tecnológica, las precariedades laborales, la virtualización de la vida, etc.

Meloni representa el malestar

El crecimiento de Fratelli d´Italia es significativo. Se fundó en 2012 y en su primera participación electoral, en 2013, logró un 2% de los votos.

Sus socios, en camino inverso, son parte de una merma en el caudal de votos. Meloni se quedó con varios territorios: la Presidencia del Consejo de Ministros y una hegemonía entre las derechas. También se quedó con dos marcas: llevar al espacio de centro derecha, que en 2018 había reunido un 37% de los votos, a un actual 43% y ser una mujer que no proviene de las izquierdas (teniendo en cuenta su rol significativo en las izquierdas). 

Pero en 2018 las derechas tomaron caminos separados y eso tuvo sus consecuencias, principalmente, para Salvini quien había cosechado una adhesión de más del 17% y en las últimas elecciones tuvo que conformarse con 8.4%. “Il Capitano” no pudo mantenerse.

Igual destino tuvo Berlusconi quien en cuatro años descendió de un 14% a un 8%. Meloni se quedó con las pérdidas de sus socios y logró algo  más. Ella no había pactado con nadie como lo hicieron sus socios.

Giorgia Meloni representa el malestar de vastos sectores ciudadanos que han observado que los espacios políticos gravitantes desde 2013 no pudieron resolver expectativas sociales y económicas. Ese año fue un momento de quiebre y de esperanza en futuros cambios ya que se quiebra la bipolaridad centroderecha vs centroizquierda. Aparecen con fuerza el Movimento 5 Stelle y se afirma la Lega como espacio nacional.

Los impactos económicos de la pandemia orientaron a la ciudadanía a optar por expresiones que tienen en su menú un lugar simbólico de disputa central la identidad italiana, donde el núcleo es heterosexual y católica.

La crisis de la pandemia con su fuerza trágica en el Norte (territorios donde gana Fratelli d´Italia) y sus impactos económicos orientaron a la ciudadanía a optar por expresiones que tienen en su menú un lugar simbólico de disputa central la identidad italiana, donde el núcleo es heterosexual y católica.

La amenaza a esta identidad por el llamado “lobby gay” y la migración africana y asiática (principalmente) fue conectada por Giorgia Meloni, con las crisis que la política había introducido en la sociedad italiana. No solo no gestionaron las convulsiones económicas y políticas sino que pusieron en duda lo “único que tenemos” y “no nos lo van a sacar”.

La idea de la identidad o conciencia no es nueva, ya la Democrazia Cristiana (o un sector de ésta), apelaba a ella cuando se discutió en 1978 la despenalización del aborto (quien es por conciencia cristiana o cristiano, sabrá que hacer ante un embarazo). Hay algo de esta reivindicación que se mantiene y resignifica hasta hoy. En la actualidad esta asume un lugar preponderante, como algo que se encuentra asediado.

A la fatiga de una crisis de décadas y de espacios políticos que no logran morigerar los efectos de los sucesos actuales (impacto de la guerra en Ucrania) se encontró un punto de clivaje donde hay un subsuelo simbólico no movible: seguro. Fratelli d´Italia en manos de Giorgia Meloni, insiste en que los avances en los derechos LGTBQ+, en una mirada compasiva sobre los migrantes y en que los subsidios sociales ponen en duda la “identidad italiana”.

El discurso “yo soy Giorgia”, “soy una mujer”, “soy una madre”, “soy cristiana”, coloca el acento en otros territorios poco visitados con fuerza por la política italiana estos años.

La izquierda no pudo suturar la desilución y la fatiga

Salvini había intentado construir ese lugar pero su vínculo en 2018 con el M5S y su participación en el poder le restaron apoyos de la ciudadanía.

Mientras, Enrico Letta del Partito Democratico (PD) colocó su acento en el límite a los populismos y en vincular a Meloni con Putin, perdió de vista el impacto que la pandemia, las transformaciones actuales y la guerra de Ucrania habían provocado en las vidas cotidianas. No pudo suturar la desilusión y la fatiga ciudadana. 

Para muchos y muchas votantes los avances que reivindicaba el PD fueron políticas que ponían en duda el  mundo privado e identitario de las personas. Lo que era una avance fue presentado como intervención, como intromisión. Giorgia Meloni se mantuvo en su lugar identitario, no pactó con el PD (como Forza Italia y la Lega) ni con el M5S (como Salvini). Fue condecorada electoralmente por no participar en el Gobierno de Mario Draghi (que fue apoyado por Salvini), ni de provocar su caída. 

El PD de tanto insistir en los avances sociales dejó fuera una porción ciudadana que no le interesan estas conquistas, que lo ve como algo injusto e inclusive, como algo impuesto.

El PD de tanto insistir en los avances sociales dejó fuera una porción ciudadana que no le interesan estas conquistas, que lo ve como algo injusto e inclusive, como algo impuesto.

Letta era el “lobby progresista” que había que derrotar. Meloni de manera audaz se propuso restituir la “identidad”.

Mientras Letta se identificaba con Nelson Mandela y Lech Wallesa, Giorgia pasaba a retiro a Mussolini y se concentraba en un punto “visible” por muchos y muchas: la identidad italiana en peligro. La próxima Primera Ministra hizo de valores tradicionales reivindicaciones audaces adaptadas a los lenguajes de las redes sociales. Inclusive el recurso de lo incorrecto o de la burla fueron explotados para tironear una “risa” en los y las jóvenes. En momentos de turbulencias subjetivas la tríada «Dios, patria, familia» ofrece una forma de integración social (con propuestas jerárquicas, discriminatorias, etc) pero un modelo de integración al fin a diferencia de otros espacios.

El PD que fue el gran derrotado en esta elecciones, ya que el M5S pese a romper el gobierno de Draghi logró un no despreciable 16%, no pudo superar el 20% que lo persigue de las últimas elecciones y ha sufrido electoralmente por una desconexión simbólica y empática con los y las votantes.

Meloni le propone a las izquierdas un lugar por donde entrar y comprender la adhesión política en estos momentos convulsos e inciertos. Este será el año donde el progresismo deberá relocalizar su mirada en los flujos subjetivos y del deceso actual. Sino, su desconexión puede ser mayor

Historia de la crisis

La crisis italiana no comenzó en los últimos años. Sólo se agravó.

A principios de los noventa podríamos establecer un punto de partida de una convulsión e inestabilidad que persiste hasta hoy. Uno de los grandes sucesos fue la disolución del Partido Comunista en 1991 como coletazo de la caída de la URSS y su escisión en dos espacios: Partito Democratico della Sinistra (PDSI) y Refondazione Comunista, que redefinen las izquierdas. El otro, la caída de la Democrazia Cristiana, el gran partido hegemónico que desde 1948 había organizado la política de ese país. Los asesinatos de los jueces anti mafia Giovanni Falcone y Paolo Borselino van a provocar un tsunami en la política nacional. El gobierno elegido ese año también caería por graves denuncias de corrupción. La Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido Liberal se encaminaron a su disolución.  

En 1992 es el año en que Lega Nord de Umberto Bossi participa en las elecciones y logra un importante apoyo electoral, fundamentalmente, del Norte. Un discurso anticentralista, de ataque al Sur  y con pretensiones independentistas lo llevan a colocarse como viceprimer ministro. A su vez, aparecen otras formaciones por derecha: Forza Italia y Alenza Nazionale en coalición con el Movimento Sociale Italiano. Italia entra a la recién fundada Unión Europea con una crisis politica y económica bajo el brazo. Marca que legitimara miradas euro escépticas. 

Entre 1992 y 1993 se rediseña el sistema político.

En 1994 llega al poder Berlusconi e integra a su gobierno al Movimento Sociale Italiano, a la Lega y la Alenza Nazionale

Giorgia Meloni con sus socios logró una fortaleza que augura una estabilización conservadora de la política italiana.

El camino de la centroizquierda

Dos años después llega la centroizquierda al poder y en el sistema político se instalaría una competencia binaria entre centroderecha y centroizquierda que se mantendrá hasta 2013, cuando hubo grandes redefiniciones. Tres conglomerados políticos desbaratan la lucha bipolar entre centroderechas y centroizquierdas.

El impacto de la crisis internacional abierta por la caída de Lehman Brothers (2009), la rigidez presupuestaria de la Unión Europea y la crisis de las deudas, marcan la dificultad de los oficialismos italianos para gestionar la relación entre democracia y expectativas sociales. Grecia tiene su crisis de deuda en 2010 y España pide rescate en 2012 a sus socios europeos.

El impacto de la crisis internacional abierta por la caída de Lehman Brothers (2009), la rigidez presupuestaria de la Unión Europea y la crisis de las deudas, marcan la dificultad de los oficialismos italianos para gestionar la relación entre democracia y expectativas sociales.

En 2013 la desilusión y hartazgo en la política será importante. El Movimento 5 Stelle (fundado en 2009) expresando una crítica a la clase política obtiene un 25% de los votos, el mismo porcentaje que logra el Partito Democratico. Un movimiento “fuori destra e sinistra” logra ubicarse entre las grandes preferencias.

El Partido Democratico que llega al poder con Enrico Letta y logra una provisoria y fallida estabilidad con un sector político que se separa de Forza Italia. Luego lo sucedería Matteo Renzi (2014) que intenta plantear una renovación del PD asumiendo un escenario político novedoso. Como parte de esta estrategia busca ajustar cuentas con los viejos dirigentes del PD. Gobernará con apoyo de Berlusconi (Pacto del Nazareno). Ambos habían diseñado una propuesta de reforma constitucional para intentar reducir la inestabilidad, afirmar la figura del poder ejecutivo y frenar la llegada de partidos como el M5S.

Enrico Letta estaría signado por las posiciones de la centroderecha y por su época, Meloni nueve años después haría lo propio con él. Meloni también es “hija” del 2013, Fratelli d´Italia provendria de una excision de Aleanza Nazionale y se prueba en la escena electoral.

Cambio generacional

Matteo Renzi (Partito Democratico) de alguna manera marcó un cambio generacional en la política italiana. A los 39 años (2014-2016) se convertiría en el Primer Ministro más joven de la historia. Luego, vinieron otros dirigentes: Salvini (Lega), Di Maio (M5S) y ahora Meloni (FDI). La política italiana está hecha de apariciones de nuevas figuras que la dinámica política y estatal somete a un gran estrés. No tienen piedad por sus propios líderes y lideresas. 

Renzi durante su gobierno observaría la llegada de Syriza (2015) al poder en Grecia, augurando que en Europa nuevas expresiones comenzaban a ganar territorio. 

Las políticas de austeridad criticadas por fuertes movimientos políticos en Europa y en Italia, como las políticas migratorias, van a orientar el voto en 2018. Quienes habían pactado anteriormente, PD y Forza Italia, caen. El signo de los pactos entre propuestas ideológicas divergentes les sale caro a la política y a los actores que acuerdan. Lo mismo le sucederá a la Lega con su pacto con M5S y con el gobierno técnico de Draghi.

El acuerdo de 2018 es entre M5S y la Lega. Luigi Di Maio y Matteo Salvini aparecían como la renovación y el cambio de la política y con ellos la llegada como primer ministro de Giuseppe Conte. El acuerdo duró poco, el M5S entendía que perdía circunscripciones electorales y las críticas internas a Di Maio impulsaron una ruptura con la Lega. La economía no despuntaba y la recesión se hacía fuerte en el país. La Lega, que tenía gran intención de voto, decidió un voto de censura y obligó al M5S a pactar con el PD un nuevo gobierno de Conte (2019-2021). Renzi entiende que esta es la mejor estrategia para limitar la llegada de Salvini al poder. En 2019 se separó del PD y formó Italia Viva.

Impactos de la pandemia

El coronavirus agregó mayor incertidumbre, padecimiento social e inestabilidad a la política italiana. Pero se produjo una novedad. La Unión Europea dispondría de un fondo de 750.000 millones de euros para asistencia a los países europeos. Italia fue el país que más dinero recibió. La posibilidad de expandir el gasto no pudo resolver las tensiones políticas. El PD logró aumentar sus votos y sus apoyos en diversas regiones de Italia y Salvini se vio afectado. También se vio beneficiado en 2020 por recortar la cantidad de diputados y senadores, lo que modificó artículos de las constitución de 1948.  

Renzi como líder de Italia Viva retiró el apoyo a Conte, que cayó. La discusión sobre los fondos europeos había sido uno de los detonantes. Renzi se quedó sin fondos y sin gobierno donde operar. 

La recuperación de las derechas les abre la posibilidad de establecer, con esa mayoría lograda, un campo político que persista en el tiempo.

La renuncia de Conte empujó a la llegada del gobierno técnico de Mario Draghi. Éste a diferencia del gobierno de Monti, tenía un gran fondo europeo para distribuir y consolidar su posición política. Quién no apoyaría la llegada de Draghi fue Meloni, pero recibió el respaldo de M5S, PD, Lega. Todos entraron con problemas al gobierno y la factura política la experimentaron en las elecciones de 2022. El M5S retiró su apoyo y Draghi cayó. Esto le valió acentuar su pérdida de votos al PD (no superar el 20%) y a la Lega a reducir su caudal electoral a menos de un 10%. El 2022 no era el 2018. 

Fratelli d´Italia sale beneficiada frente a aquellos que hicieron caer a Draghi y frente a quienes participaron en su gobierno.

La recuperación de las derechas les abre la posibilidad de establecer, con esa mayoría lograda, un campo político que persista en el tiempo.

Se abre también la probabilidad de futuros acuerdos entre PD y M5S respecto a afirmarse en sus singularidades frente Europa, que deberá lidiar con el fin de la guerra en Ucrania y a cómo gestionar sus fondos en una comunidad que no saldrá ilesa.